jueves, 30 de mayo de 2013

Reencuentro con el gallego. (Parte III)

Poco después de la reconciliación con el vallecano, vino el novio de mi prima Y., junto con su primo (el gallego), y un amigo.

Ese fin de semana, coincidió que el vallecano se fue al pueblo de su madre, que está en la provincia de Ávila, por lo que solamente estuvimos mi prima y yo con su novio y compañía.

Llegaron a Madrid el sábado por mañana, y les fuimos a recoger a la estación de autobuses, para después llevarles al hotel que mi prima había reservado. Después de que dejaran el equipaje en la habitación, fuimos a dar una vuelta por el Retiro, y nos acercamos a un bar donde había estado trabajando el gallego durante dos años, antes de volverse a Galicia. Luego nos vinimos al barrio a comer. Yo me fui a mi casa, mientras el resto fueron a casa de mi prima a comer, que mi tía había preparado comida para todos. Después de comer, yo me fui a casa de mi prima. Estuvimos tomando café, y hablando.

De allí a un rato, el gallego dijo que se bajaba a tomar algo, y se fue.  Yo me quedé con los demás en casa de mi prima (la verdad es que me habría gustado ir con el gallego, pero me parecía demasiado cantoso. Años después me enteré que por lo visto estuvo en el bar que había enfrente de casa de mi tía esperándome por si bajaba). 

Después de haber estado esperando como una hora o algo más a que volviera el gallego, y en vista de que no llegaba, decidimos dar una vuelta por el barrio para hacer tiempo a que volviese. De allí a poquito nos lo encontramos en la calle, que salía de un bar de tomar algo.


Luego nos fuimos al centro, a la zona de Huertas, de marcha. Estando allí, nos encontramos con mis amigos, y estuvimos un ratito hablando con ellos. Nos acercamos un ratito al hotel a que se dieran una ducha, para despejarse un poco (habían estado la noche anterior sin dormir viniendo en el autocar), el gallego fue el primero en ducharse, y luego, mientras los demás se duchaban se tumbó en la cama a ver la tele, y me dijo con la mano que me tumbase con él. Me acosté a su lado, y él me cogió y me apoyó en su pecho, acariciándome la espalda, súper tierno; yo creía que me derretía, me gustó muchísimo, y me parecía una situación de complicidad absoluta. Cuando acabó el último de ducharse, y cambiarse, volvimos a salir de marcha. Después de un rato, mi prima y su novio se fueron para estar un rato a solas, y nos quedamos el gallego, el amigo y yo por los pub's de Huertas, tomando algo, bailando, hablando..., y con bastante tonteo por parte del gallego y mía, pero sin que llegase a pasar nada.

A la hora que había quedado yo con mi prima, nos fuimos hacia el hotel para recoger a mi prima, y ella y yo volvernos a casa a dormir. Me despedí de todos, ya que al día siguiente, por la mañana, se volvían a Galicia. Los dos besos de rigor al primo, al amigo, y dejé al gallego el último (mi papi me enseñó que cuando hay una comida que algo no te gusta gran cosa, y otra cosa te gusta mucho, dejas para el final lo que más te gusta, para acabar con buen sabor de boca, y yo lo aplicaba -aún a fecha de hoy- a todo). La caricia que me hizo en la cara después de despedirnos... me dejó flotando en las nubes. Me quedé con ganas de más, mucho más, pero por respeto a nuestras respectivas parejas, y como el gallego ya lo sabía de la Semana Santa, como conté en http://mamaonana.blogspot.com.es/2013/05/reencuentro-con-el-gallego-parte-ii.html, pues no pasó nada más, a pesar de que a él también se le notaba que le habría gustado.

Con un poco de suerte, le volvería a ver ese verano.

viernes, 24 de mayo de 2013

Reconciliación con el vallecano

Está visto, que no hay nada como dejar a alguien sin darle mayor importancia (aunque por dentro sientas que te mueres), para que ese alguien empiece a ir detrás de ti como alma en pena, y no te deje tranquila ni a sol, ni a sombra.

Desde el día en que dejé al vallecano para que pudiera irse con T., si así lo quería, sucedió todo lo contrario. Semana que trabajaba de mañana, y tenía la tarde libre, todos los santísimos días de esa semana venía al instituto a recogerme. Como habíamos quedado como amigos, pues yo no tenía ningún problema en que viniera, y además, de vez en cuando, aprovechaba para echarle alguna que otra puya del estilo... "Antes no venías tan a menudo, y eso que era tu novia", o bien... "¿Hoy no quedas con T.?, ¿y eso?". Muy sarcástica yo, no lo niego. 

Los fines de semana, algunos se venía con mis amigos y conmigo, mientras que otros, yo le decía que quería mi espacio, que no me agobiara, que ese fin de semana, si no le importaba, prefería estar sola con mis amigos... "vamos, que no quiero que vengas". El pobre se desesperaba. (No haberme fallado).

Al final, un fin de semana, el vallecano quedó con mi prima Y. para hablar con ella, porque por lo visto ya no podía más, se encontraba fatal, y no sabía qué hacer para que le perdonase y volviera con él; y mi prima Y., la muy cabrita, me hizo una encerrona llamándome para que fuese a su casa que quería hablar conmigo. Cuando llegué a su casa, obviamente estaba allí el vallecano, aunque yo no lo sabía hasta que llegué, y nos juntó, y nos dijo... "Ahora os quedáis en el salón, habláis todo lo que tengáis que hablar, y mientras yo me voy a la salita. Ni se os ocurra salir de aquí sin haber solucionado lo vuestro en un sentido o en otro", y nos dejó solos en el salón.

Al principio, yo me cogí un rebote de tres pares de cojones narices; pero bueno, entendí que la cosa no podía tampoco seguir así, con el vallecano cada dos por tres detrás mía como un perrito faldero, que prácticamente no me dejaba ni a sol ni a sombra.

Estuvimos hablando, y el vallecano me dijo que me quería, que me echaba muchísimo de menos, que (como dice el refrán) no sabía lo que tenía hasta que me perdió. Que por favor le perdonase, que no iba a volver a ocurrir, que no entendía la vida sin mi... etc, etc, etc.

Yo, no voy a mentir, me hice de rogar un poco. Me encantaba verle así, después de lo mal que yo lo había pasado, aunque por fuera delante de él lo sabía disimular muy bien. Me gustó verle arrastrarse suplicando mi perdón, y diciéndome lo arrepentido que estaba. 


Pero ya cuando se arrodilló, ya no pude más, me puse a reír y a llorar a la vez, y le dije que sí, que le perdonaba, que yo también le quería, y que reconocía que lo había pasado muy mal, aunque lo hubiese disimulado; pero que le ponía una condición. Quedaba terminantemente prohibido volver a verse, ni tan siquiera hablar con T.

Puede que os pareciera un poco dura con lo de prohibirle ver y hablar con T., pero durante ese tiempo que no estuvimos juntos, estuve recordando muchas cosas; como por ejemplo que anteriormente, T. ya estuvo una vez hablando conmigo porque le gustaba mucho un chico con el que yo estaba liada (que no saliendo), y se habían estado viendo, y por lo visto el chico también quería estar con ella, pero como estaba conmigo, tampoco quería hacerme a mi daño, a lo cual la dije que no me hacía daño ninguno, ya que para mí el otro chico era solamente un amigo, con el que me liaba cuando nos veíamos, pero que yo no quería nada más con él; por lo tanto, esa misma tarde nos fuimos T. y yo a hablar con dicho chico, y se lo dije claramente, que por mí no había ningún problema, que si querían estar juntos, no me importaba (duraron 1 mes escaso). También me decía que me tenía un poco de envidia, porque yo tenía una forma de andar muy sensual, porque cuando andaba balanceaba las caderas, y movía el trasero de una forma muy sexy, y que a ella le gustaría andar igual que a mi (juro que nunca lo he hecho a propósito, y ni tan siquiera me he fijado, si es así, entonces es porque es mi forma de andar, no porque yo lo provoque). Y ya por último (aunque hubo más cosas, pero no las voy a poner todas), un día que yo me corté el pelo y a ella le gustó, a los dos días ella apareció con el pelo cortado exactamente igual. 

Como veis, parece que la chica quería todo lo que yo tenía, conseguía, hacía, y demás; por lo menos a esa conclusión llegué yo, por consiguiente, ni qué decir tiene, que desde que pasó lo del vallecano, no volví a hablar con ella, y dejé de ser su amiga. Como dice el refrán... (hoy estoy yo muy refranera), con amigos así, ¿quién quiere enemigos?.

A lo que íbamos, que me he desviado. 

El vallecano prometió no volver a ver a T., ni hablar con ella; que lo que fuese con tal de volver a estar conmigo como estábamos antes. Nos besamos, y fuimos a la salita donde estaba mi prima Y., a lo que nos preguntó... "¿Ya lo habéis arreglado?". "Sí". "Vale, pues ahora, vámonos con los demás, que ya he quedado yo con ellos".

miércoles, 22 de mayo de 2013

Noviazgo con el vallecano. (Parte II)

Pasada la Semana Santa, volví a Madrid. Otra vez de vuelta al instituto, y con mi novio el vallecano.

Seguíamos con la misma rutina que antes de Semana Santa. Instituto, amigos, salir de marcha..., pero se introdujo una nueva variante, bastante frecuente para mi gusto. Cada vez pasábamos más tiempo en casa de sus padres. Tanto era así, que al final la madre me "regaló" unas zapatillas de estar por casa, para que me las pudiese poner cada vez que íbamos. Por suerte me llevaba bien con los padres, y en ese sentido, no tenía ninguna queja, pero me gustaría estar más a nuestro rollo, sin estar tanto en su casa. Recuerdo que un día, su hermano (un año más pequeño que él, pero ya casado por aquel entonces), se lo dijo. "Tú pareces tonto macho, en lugar de estar por ahí con tu chica, vienes a casa de los papas. ¡Pero sácala y llévatela a dar una vuelta, o tomar algo los dos solos antes de quedar con los amigos!"

Por esa época, fue la boda de los amigos que comenté en http://mamaonana.blogspot.com.es/2013/04/feliz-adolescencia-mas-o-menos_15.html

Y así fue pasando el tiempo. 


El vallecano, cuando empezamos, no estudiaba, ni trabajaba, pero después de Semana Santa se metió en un curso por el Inem de Electricidad. Él tenía hecho el FP I de Electricista, y con ese curso, pues digamos que volvía a recordar lo ya estudiado; pero nada, que no conseguía trabajo. A primeros de Junio, viendo mi padre que no era un "noviete", sino que era MI NOVIO, y sabiendo que no trabajaba, le propuso empezar a trabajar en la empresa de mi padre como peón, dejándole las tardes libres hasta que acabase el curso, para que así pudiese acabar también dicho curso, a lo que el vallecano, aceptó.

Al principio, muy bien, pero según iba pasando el tiempo...

Llegó el verano, y el vallecano se fue unos días a Torrevieja con sus padres, y luego vino unos días a mi pueblo, para las fiestas. Como mis padres y yo estábamos en casa de la abuela, y aparte, mis padres eran de la "vieja escuela", ya habíamos alquilado una habitación en la pensión del pueblo donde años antes habían estado unos primos míos, la que mencioné en http://mamaonana.blogspot.com.es/2013/04/de-adolescente-mujercita-parte-i.html, en la cual sólo dormía el vallecano, yo seguía durmiendo en casa de mi abuela. Estando en el pueblo, el vallecano conoció a mis primos de allí, y a mis amigos. También allí conoció a mi prima Y.; pero ese verano, no vi al gallego. Sí estaba también mi ex, junto con su novia, y aunque la novia al principio me miraba raro, como si desconfiase de mí, al final nos acabamos llevando bien.


Ya de vuelta en Madrid, yo me sentía entre la espada y la pared, con respecto a mi padre y el vallecano por el tema del trabajo, porque llegaba mi padre de trabajar y era... "es que el vallecano... bla, bla, bla...", y los fines de semana, con el vallecano, llegaba él y me decía... "es que tu padre... patatín, patatán, patamasallá...". Al final acabé tan hasta los cojones harta, que le dije a mi padre que lo echara, que ya no aguantaba más tanta tontería de uno y de otro, y que ya no quería escuchar ninguna historia más. Al final, no hizo falta que mi padre lo echara, porque poco después, al padre del vallecano le ofrecieron que su hijo entrase a trabajar en la fábrica de camiones donde el padre trabajaba de hacía muchísimos años.

Poco antes de empezar el nuevo curso escolar (cuando acabé 3º de B.U.P, no seguí con C.O.U., sino que me matriculé en F.P. II de Delineación de Edificios y Obras), quedamos un fin de semana con los amigos que el vallecano tenía en Torrevieja, pero que eran de Madrid, y yo, por eso de no sentirme fuera de lugar entre tanto desconocido, le pedí a una amiga mía, T., que se viniese con nosotros, ya que a fin de cuentas íbamos a salir por la zona de Tribunal, y ella vivía allí. 

Por suerte, los amigos resultaron ser bastante agradables, y nos lo pasamos bien. T. y el vallecano, ese día hablaron más que otros, ya que como T., al igual que yo, tampoco conocía a ninguno de los otros chicos, y ella era bastante más tímida que yo, pues para que no se sintiera incómoda con los demás, digamos que el vallecano le prestó más atención... 

Lo malo de esa atención, es que ya en la segunda semana que yo fui al nuevo instituto, un viernes el vallecano no vino a buscarme, y me extrañó, por lo que le llamé al móvil, y me dijo que había quedado con T., y que estaban los dos en mi barrio, esperando a que yo llegase para tomar algo antes de irme a casa; pero pocas semanas después, estaba con el resto de mis amigos, y con T., en Tribunal, de marcha por los pub´s por lo visto esperando a que yo le llamase para decirme dónde estaban; y pocos días después, no podía venir a buscarme ese viernes al instituto, porque había quedado con T., que por lo visto había discutido con su madre y estaban tomando algo para ver si se calmaba... 

Tanto quedar con T., a mí ya me olía a chamusquina, por no decir otra cosa, y al final, un día fui a casa de T. a hablar con ella, para ver qué demonios pasaba. 

Me confesó que entre ellos no había sucedido nada en absoluto, pero sí tenía que admitir que le gustaba mucho el vallecano, y por lo visto, ella también a él, y que "había conectado a un nivel espiritual" (juro que no me lo estoy inventando, esas fueron sus palabras, y aún hoy por hoy, cada vez que oigo algo parecido a alguien o incluso en la tele, me pongo de mala leche) que no les había sucedido con nadie. Y estando hablando con ella, (a todo esto se supone que yo estaba en el instituto), llegó el vallecano a su casa con la guitarra... 

Cuando lo vi... me quedé helada. Sabía lo que eso significaba. Le gustaba muchísimo. Al final, el vallecano se vino conmigo. 


Estuvimos tomando algo, me llevó a mi casa, y cuando fue para despedirnos, me giré y le puse la cara; y le dije que hasta aquí habíamos llegado. Que si quería estar con T., tenía vía libre, yo en ese mismo momento le dejaba, yo no iba a estar por medio, pero que más mentiras, NO. 

Para mí, se había acabado.

jueves, 16 de mayo de 2013

Reencuentro con el gallego. (Parte II)

Al día siguiente, fui al bar donde había quedado con el gallego. Cuando llegué, él ya estaba allí esperándome.

Nos sentamos en una mesa, y nos pusimos a hablar, no recuerdo de qué, pero nada trascendental. Estando allí, llegó mi ex, con el que había estado en verano, y se sentó con nosotros. Por suerte habíamos quedado bien, como amigos, y por lo visto, él también se había echado novia.

Hablando, hablando, al final el tema que acabaron contando eran "batallitas" de cuando estuvieron en la mili... ¡¡¡creo que nunca me había reído tanto!!!

Al final mi ex dijo que se tenía que ir, y nos quedamos el gallego y yo solos.

Cuando nos acabamos lo que estábamos tomando, me propuso ir a "Las Aguas Férreas", un sitio dónde en verano hacen normalmente "A Rapa das Bestas", y le dije que vale, nunca había estado y quería saber dónde era.

Como en el pueblo hay muy "malas lenguas" pues íbamos sueltos a pesar de que en el último tramo dentro del pueblo era bastante cuesta arriba, pero ya cuando salimos de la vista de la gente, le pregunté si me podía agarrar a él que me cansaba, y me dijo que sí, total, que el resto de camino que quedaba, lo hice agarrada a su brazo.

Cuando por fin llegamos y me lo enseñó... me encantó.


Estaba en lo alto del monte, en un llano, todo rodeado de árboles muy frondosos, con muchísima vegetación. Había mesas de madera con sus respectivos bancos, como una caseta bastante grande de piedra con una barra de madera (por lo que me contó, era el bar cuando estaba A Rapa), y con un recinto con vallas de madera donde se metían a los caballos para hacer a rapa. También había una valla de madera en un precipicio que daba a un riachuelo, para evitar que alguien se cayera si no se daban cuenta... 


Era precioso, o por lo menos a mi me lo pareció.

Cuando me estaba enseñando el precipicio del riachuelo, me cogió en brazos y me dejó colgando por encima de la barandilla, como había hecho el día anterior en las vías de tren. Otra vez nerviosita perdida. Después de bajarme, empecé a correr por allí y a esconderme detrás de los árboles, y cuando el gallego estaba cerca, volvía a salir corriendo hacia otro árbol (ahora, visto desde la distancia, suena bastante a película rosa, pero juro que así fue). En éstas estábamos, hasta que resulta que encontró por allí una cuerda, que debió quedar olvidada de la última rapa. La cogió, le hizo un nudo corredizo, y la usó de lazo conmigo, como hacen los vaqueros en los rodeos, hasta que al final me atrapó. Empezó a tirar, acercándome cada vez más a él, hasta que me tuvo pegada a él; entonces se agachó para besarme..., y en el último momento giré la cara, y dije muy bajito... NO.

¡¡¡Dios!!! ¡¡¡Cómo deseaba que me besara!!! Pero en el último momento me acordé de mi novio, el vallecano, de su novia, que me había caído tan bien, y pensé que no podía hacerlo, yo no era así.
Me desató el lazo con el que me había "cazado", me acarició con un dedo la mejilla, y me dijo: "Algún día tendré ese beso, te lo juro". Me cogió de la mano, y volvimos al pueblo. 

Al día siguiente yo volvía a Madrid. Se habían acabado las vacaciones.

lunes, 6 de mayo de 2013

Reencuentro con el gallego. (Parte I)

Esa Semana Santa, por suerte para mí, también fue mi prima Y. (la que se hizo novia ese verano del primo del gallego), ellos si mantuvieron el noviazgo a pesar de la distancia, ya que aunque también hablaban por teléfono, como hacía yo, lo hacían con más asiduidad, y además, su novio vino a Madrid a verla una o dos veces.

El Viernes Santo, salimos por la noche mi prima Y., su novio, unos amigos, y yo, a un pueblo que está como a 20 km. del nuestro, que por aquel entonces era la zona de marcha donde se juntaba la juventud de todos los pueblos cercanos (vas hoy, y está muerto).

Estuvimos en varios pub´s de la zona, y al final acabamos en la discoteca que había en ese pueblo. Era bastante grande, y estaba muy bien, la verdad sea dicha, o por lo menos, eso me pareció a mí.


Estando en la discoteca bailando y tomando algo, llegó... el gallego con una chica, la cual me presentó como su novia. Habían empezado hacía poco por lo visto. La verdad, es que la chavala me cayó genial. Era muy simpática y abierta. Me gustó. Me pareció muy buena chica. El gallego, mientras, pues iba y venía a su bola; se paseaba por la discoteca viendo a más gente, se iba a pedir otra copa, volvía a estar con nosotros, se volvía a ir...; hasta que llegó una hora (no recuerdo cual), en la cual acompañó a su novia a donde había quedado con el hermano de ella, para que la llevase a casa. La chica también tenía hora tope de llegar a casa, como yo; sólo que a mí en el pueblo me dejaban hasta más tarde, y más si iba con mi prima. ;-)

Cuando volvió a la discoteca de haber dejado a su novia..., fue como si se transformara. Seguía yendo de un lado para otro, como antes, pero con bastante menos frecuencia, y normalmente, ya sólo era para pedir otra copa; el resto del tiempo estaba con nosotros, o mejor dicho, conmigo. Nos pasamos lo que quedaba de noche prácticamente hablando los dos solos; también estábamos pendientes de los demás amigos, que por algo estábamos con ellos, pero... íbamos bastante a nuestro rollo.

Cuando ya salimos de la discoteca para volvernos al pueblo, cada uno a su casita, como había sitio en el coche del primo del gallego, pues se vino también con nosotros.


Desde la salida de la discoteca, a dónde habíamos aparcado, había que andar un buen trayecto, ya que como había tantísima gente, pues tuvimos que aparcar un poco lejos. Por el camino, había un muro de piedra que separaba un terraplén que daba a las vías del tren, y no me acuerdo porqué fue, de qué estábamos hablando que le dije que no, o algo así, que el gallego me cogió en brazos como si fuera a la "sillita la reina", y me pasó por encima del muro, y me decía: "¡¡¡A que te tiro!!!". Los demás se quedaron un poco flipados, y yo también, pero la situación era tan cómica, que todos acabamos muertos de la risa, yo también, aunque... con un pelín de acojone por mi parte (¿y si le fallan la fuerzas y me caigo?). "POR FAVOR, POR FAVOR, POR FAVOR; BÁJAME, BÁJAME, BÁJAME", a la vez que me agarraba con fuerza a su cuello, y pataleaba.

Después de bajarme, continuamos el camino hacia el coche, y nos encontramos con una vid que tenía unas uvas con pinta de estar maduras, por lo tanto, tanto el gallego, como otro primo del novio de mi prima, se subieron para coger un par de racimos. Les salió bien la jugaba, porque la verdad es que estaban buenísimas. Nos teníais que ver a todos, sobre la 1 o las 2 de la mañana comiendo uvas.

Ya llegamos al coche, un land rover de éstos antiguos, que los asientos de atrás estaban en los laterales. 

Era como el de la foto que adjunto, sólo que más corto, no tan largo.

Delante iba mi prima con su novio, atrás, en uno de los asientos laterales, el otro primo con un amigo, y en el otro lateral, el gallego y yo. Y el gallego venga  a darme uvas, y yo a decirle que ya no quería más, y él, otra uva más, "come y calla"..., hasta que al final, en una de las uvas cogí, y a la que me la metía en la boca (porque todo esto era dándomelas él, él las cogía del racimo de una en una, y me las metía en la boca de una en una), le mordí el dedo. "Auuuhh"... "¡Que te he dicho que no quiero más leche!". Y ya dejó de darme uvas. Pero entonces se acercó a mi oído y me dijo "Eres mala, esta me la vas a pagar, ya verás", pero con un tonillo... que me hizo derretirme por dentro.

Ya llegamos al pueblo, y pararon delante del portal de mi abuela para que yo me fuese a casa. El gallego se bajó conmigo, para acompañarme hasta el mismísimo portal (3 pasos había); y ya en el portal se despidió de mi con los 2 besos de rigor, y me preguntó si me apetecía quedar al día siguiente sobre las 17 horas a tomar café en el bar de siempre, y le dije que sí.

Noviazgo con el vallecano. (Parte I)

Para mí, el haberle dicho que si al vallecano, era lo más acertado que podía haber hecho, ya que el camino que habíamos compartido durante dos meses (desde que nos presentó M.J., hasta ese momento), nos llevaba irremediablemente hasta este punto.

Vernos prácticamente todos los días, tener alguien con quien hablar, y al cual poderle decir cómo me siento, lo que me preocupa en ese momento, ya fueran exámenes, movidas con mi madre, lo mal que lo pasaba por no poder estar con mi novio..., y como se suele decir, aunque a veces no nos guste escucharlo..., el roce hace el cariño; y debido a ese cariño que le había cogido, a que el novio de M.J. me comentaba que de vez en cuando, por no decir que todos los días, le daba la brasa conmigo, y puede también que a la jugada que me hizo ese día, con el tema de conocer a sus padres y acabar en la boda de su prima... pues a fecha de hoy, visto desde la distancia existente en el tiempo, pues a mí me pareció que era el único desenlace posible.


Ojo, no estoy diciendo que le hubiese dicho que si porque me pareció lo más lógico, que yo, por suerte o por desgracia, en temas del amor, hasta ahora siempre me he llevado por lo que me dictaba mi corazón, no mi cabeza. Le dije que sí, porque así lo sentía en mi corazón, le había empezado a tener un gran cariño por cómo se portaba conmigo, por cómo me trataba, y pensé que podíamos tener una relación, y que ya se vería con el tiempo en que acababa. Si funcionaba, bien, sino... mala suerte.

Nuestra relación, empezó bastante tranquila desde el punto de vista que no hay prácticamente ninguna anécdota por aquel entonces que contar.

Casi todos los días, venía al instituto a verme; algunas veces, sí, lo admito, hice "pellas" para poder estar con él, y los fines de semana, solíamos quedar sobre las 17 o 18 horas (después de yo haber acabado de hacer las facturas o los presupuestos que necesitase mi padre para la empresa), y nos íbamos a dar una vuelta, o al cine, o a merendar; y después, ya quedábamos o bien con los amigos que teníamos en común, o bien con mis amigos, para irnos de copas; eso sí, a las 22 horas en punto, como un clavo en la puerta de mi casa. Era el tope máximo de hora en el que podía llegar a casa, estando aquí en Madrid.

A sus padres les veía bastante a menudo, porque me solía llevar a su casa, y con su madre, pues me llevaba bastante bien. Era una mujer muy agradable, y bastante cercana, con la cual se podía hablar de prácticamente cualquier tema. Así como el padre parecía un poco más "obtuso", con la madre congenié enseguida. Ojo, que con su padre tampoco tuve ningún problema, sólo que... no tenía tanta relación con él como con la madre.

Así pasaron los primeros días, bueno, el primer mes, hasta que llegó Semana Santa, que ese año fue a finales de Marzo; y el vallecano se fue con sus padres a Torrevieja, donde los padres tenían un apartamento prácticamente en primera línea de playa, y yo me fui con los míos al pueblo.