Así fueron pasando los días, las semanas…,
hasta que finalmente se convirtió en meses.
Durante ese tiempo, el vallecano empezó
con la rehabilitación, y de vez en cuando me llamaba, para contarme sus
avances, cómo se sentía, que muchas veces se ponía triste en rehabilitación
cuando veía a otras personas haciendo allí rehabilitación con él, pero que
estaban sus parejas con ellos animándolos y apoyándolos, mientras que yo, no
estaba con él…
A mí la verdad me daba un poco de pena,
pero rápidamente se me pasaba, cuando en algunas de esas conversaciones llegaban
sus padres y volvía a cambiar la forma de hablar. “Vale vallecano, no hace
falta que hables más, ya sé que han llegado tus padres por la forma en que
vuelves a cambiar de hablar. Qué pena. El que iba a cambiar…”.
Finalmente, como a primeros de Octubre del
año 2.001, le dije que no podía continuar así, y que seguía para adelante con
la separación, ya que veía que él realmente no iba a cambiar, ya que me lo
demostraba cada vez que hablaba con él por teléfono y estaban sus padres
delante, por lo tanto, que para seguir actuando de una manera cuando no estaban
sus padres, y de otra cuando si estaban, como no sabía realmente cual era el
vallecano con el que iba a estar, pues que hasta aquí habíamos llegado, que esa
misma tarde hablaría con mi abogada, para que siguiera con los trámites.
Fue decirle eso, y él volver a las andadas
de que si le había sido infiel, y vuelta a propagarlo a los cuatro vientos (¿se
puede ser más falso?).
Días más tarde, supe por el director del
banco donde teníamos la hipoteca del piso (que es el mismo banco donde hacíamos
todas las gestiones de la empresa), que por lo visto había ido con su madre
para ver si le daban a él una hipoteca para quedarse con el piso, y de paso,
que por lo visto me pusieron a caer de un “guindo”. Por suerte, el director del
banco se llevaba muy bien con mi familia y conmigo, y me dijo (palabras
textuales): “Mientras yo sea el director de ésta oficina, al vallecano, ni
agua, por lo tanto, no te preocupes Gema, que con el piso te quedas tú, que a ti
sí te damos el préstamo por la parte que te corresponda pagarle a él”.
Obviamente, se solicitó una tasación del
piso, y cuando el tasador dio el precio del piso por aquel entonces (18.000.000
pts.; algo más de 108.000 €), el vallecano aplicó el refrán de “donde dije
digo, digo Diego”; pues de rebajar los 3 o 4 millones de pesetas que nos
habíamos ahorrado en la primera compra, tal y como habíamos hablado poco antes
de que él tuviera el accidente de coche, nasti de plasti; por lo tanto, me
reclamaba… ¡¡¡9.000.000 pts. íntegros para él, por su 50%!!!, cuando 3 años
antes, lo habíamos comprado por un total de 10.000.000 pts. (lo habían tasado por
aquel entonces en unos 13.500.000 pts.).
A primeros de Noviembre del 2001, una
mañana que yo me fui a ver una obra con mi padre para luego presupuestarla,
cuando volví a casa, me encontré con que estaba el vallecano con sus padres en
nuestra casa, para vaciar y limpiar la nevera que le regalaron sus abuelos por
nuestra boda, y empaquetar la batería de cocina que nos regalaron sus padres
junto con un mueble cristalera, con su correspondiente cristalería, etc., etc.,
etc…; ya que al día siguiente, iban a venir con un amigo que tenía un camión,
para recoger todas sus cosas.
“Perdona, ¿cómo dices?. ¿Vienes sin
avisarme, a llevarte todas tus cosas, de un día para otro?”. “Sabes que la cama la he comprado yo, que la
nevera, y la lámpara del salón nos la regalaron mis abuelos por nuestra boda,
que la televisión nos la regaló mi tío por nuestra boda, que el sofá nos lo
dieron mis padres…”. “Y tú
sabes, que por la boda, absolutamente toda mi familia y mis amigos, nos dieron
dinero, que hemos gastado entre los dos, ¿entonces qué?, ¿ahora te reclamo yo
el dinero que dio mi familia y que tú también has disfrutado?, y el sofá, ésta
casa tenía sofá cuando la compramos, un poco cutre, pero tenía, y si lo
cambiamos, fue porque tus padres se emperraron en que era una mierda porquería,
y ellos nos daban el sofá de su salita porque lo iban a cambiar, ¿me traes tú
ahora el sofá que había aquí antes?, no ¿verdad?. Si me quiero sentar, me
siento en el suelo, ¿no?”.
Al día siguiente, tal y como me dijeron,
vinieron por la mañana a llevarse: el somier y el colchón que compró el
vallecano, la nevera, la lámpara del salón, la batería de cocina, el mueble cristalera
con su cristalería, el sofá, las cortinas que había hecho la madre del
vallecano (quiso llevarse hasta los rieles, pero estaba mi madre, y les dijo
que ni se les ocurriera quitarlos, ya que los rieles los había comprado ella,
así como la cortina de la habitación de matrimonio, que me la había hecho mi
tía, y la cortina de la habitación alargada que me la había dado mi madre), y
si mi madre no se mete por medio, hasta la mitad de una vajilla que compramos
entre los dos (5.000 pts.; 30 €, que nos costó. Hay que ser cutre para incluso
querer llevarse eso). Cuando fueron a coger el microondas que nos regalaron
unos amigos, le dije: “Espera un momento”. Llamé a D. y le dije: “D. está aquí
el vallecano para llevarse todas sus cosas, y pretende llevarse también el
microondas que nos regalaste. ¿Me lo quedo yo, o se lo lleva el vallecano?”. “Pásame al vallecano”. Y le oí chillarle por teléfono. “Ni se te ocurra coger el microondas,
que si alguien se lo merece es Gema, no tú sinvergüenza”.
Estuvo abriendo todos los cajones de la
casa, (salón, habitación, y demás), para comprobar que no se dejaba nada suyo;
y al final, en uno de mis cajones (que no sé qué coño demonios fue a
mirar), donde guardo las braguitas, me encontró una caja de condones, todavía
sin abrir.
“¿Serás guarra?. Todavía no hemos firmado la
sentencia de separación, y tú ya tienes una caja de condones”. “¿Y a ti qué coño narices te
importa?. Además, ¿no se supone que yo ya te he sido infiel?. ¿De qué te
sorprendes?. Que no hayamos firmado aún la sentencia de separación porque tiene
sus trámites, no significa que estemos juntos, porque para mí, desde el último
día que estuve en el hospital, dejé de estar contigo”. Y bajando la voz para que sus padres no le oyeran, me dijo: “¿Y lo que estuvimos hablando en su momento
de que quizás me perdonases, si hablaba con tu familia para decirles la verdad?”. Le miré y sólo le sonreí, cínicamente.
Entonces, apareció su madre, y le dijo: “Déjalo hijo, no te enfades, si la que
es puta, es puta; además, antes de estar contigo, no tenía donde caerse muerta”. “Muy bien señora, yo seré puta según
vosotros, y no tendría donde caerme muerta, pero su hijo, además de putero, y
no tener donde caerse muerto al igual que yo, además era un muerto de hambre,
cosa que yo no era”.
Justo, cuando ya bajaban las últimas
cosas, la última en salir de casa fue su madre, y en la puerta, todavía tuvo la desfachatez de decirme: “Y da gracias, si no pedimos una
indemnización, mientras mi hijo no pueda trabajar, porque como tú tienes
empresa, y te vas a quedar con el piso, eres la más favorecida”. A lo que mi madre ya no se aguantó más y
le dijo: “Mire señora, si quieren robar, vayan a atracar a
un banco, que de mi hija y de nosotros ya han chupado más de la cuenta”.
Esa misma tarde, mi madre y yo nos fuimos
a una tienda de muebles y colchones, a comprar un somier y un colchón, que me
pagó mi madre, y en 2 o 3 días me lo traían a casa, y posteriormente, fuimos al
Carrefour a comprar una batería de cocina normalita, tampoco era plan de
gastarnos un pastón así de sopetón.
Esa noche y las dos siguientes, dormí en
la primera habitación, en una cama que teníamos de 90; y como era cama nido, el
nido que era de 80, lo sacamos al salón, para que me hiciera de sofá, mientras
no encontrásemos una solución al tema del sofá. Días más tarde, compramos unas
espumas que habíamos encargado a medida, para que hiciera la forma del asiento
del sofá y del respaldo, y lo vestí con un edredón de esos que se llevaban por
aquel entonces de volantes, y al menos, durante algo más de un año, me hizo el
apaño.
Días más tarde, firmamos el convenio
regulador; y el 13 de Noviembre del 2001, firmamos la “extinción de condominio”
(es como una compra-venta de la mitad del piso que correspondía a la otra
parte).
Finalmente, el 04 de Febrero del 2002,
firmamos la sentencia de separación en el juzgado. Ese día, habríamos hecho 2
años y 5 meses exactos de matrimonio.