viernes, 26 de julio de 2013

Mi matrimonio. Ya herido de muerte.


Obviamente, cuando llegó el vallecano a casa, y vió la lata de cerveza en el cubo de la basura, me preguntó quién había ido a casa, porque sabe que yo cerveza no bebo, y que mi padre, cuando iba, siempre tomaba pero sin alcohol.


Le dije que había venido R.C. a casa, porque me llamó por teléfono y me vió tan mal, que se había acercado para ver qué me pasaba; y que habíamos estado hablando, y que ya me encontraba un poquito mejor, porque algo había conseguido desahogarme, sirviéndome R.C., como paño de lágrimas. (Por supuesto, no le dije nada del beso, entonces..., a saber qué habría pasado).

Así pasaron unos días (2 o 3), hasta que volví a decidir hablar con el vallecano nuevamente.

Le dije que yo seguía estando mal por lo que me había dicho, pero que estaba casi a final del curso de Gestor Inmobiliario (estábamos ya a principios de Junio del 2001, y yo terminaba el curso a finales de ese mes), y que ahora, si no le importaba, era en lo que me quería concentrar; por lo tanto, que creía que era mejor dejar las cosas como estaban durante ese tiempo, y ver mientras qué pasaba, y si eso, después de hacer el último exámen, pues ya nos sentaríamos a hablar para ver qué iba a ser de nuestras vidas y nuestro matrimonio, a lo que accedió.

De allí a un ratito, parece que debió pensar algo, y vino a hablar conmigo: “Oye Gema, una pregunta…, si la cosa al final se soluciona y decidimos seguir adelante con nuestro matrimonio, genial, pero si no conseguimos solucionarlo…, ¿cómo vamos a hacer con el piso y con el coche?”, a lo que yo le contesté: “Prefería no hablar de eso en éste momento, pero si tanto te interesa, pues te diré que el coche, aunque mis padres han pagado algunas letras a tus padres, como bien sabes, no pasa nada, quédatelo tú, yo ya miraría de comprarme uno para mi si me hace falta; y con respecto al piso, yo creo que lo mejor sería que como lo compramos en mi barrio, y está muy cerca de casa de mis padres, pues me quedase yo con él, por lo tanto, yo te pagaría tu parte, y me quedaría yo con el piso. Eso sí, sabes que cuando lo compramos, lo compramos bastante por debajo del precio de mercado, por lo tanto, ahora al comprar tu parte, lo haríamos de la misma manera; es decir que si cuando lo compramos pagamos 10 millones de pesetas (60.000 € actuales), y el tasador dijo que su valor era de 14 millones, pues que lo vuelvan a tasar ahora, y si dicen por ejemplo 16 millones, pues descontamos esos 4, por lo tanto quedarían 12. Entonces, de esos 12, yo te tendría que pagar a ti 6 millones, ¿te parece bien?”. “Vale, me parece bien”.

Poco después de mantener ésta conversación, pero ese mismo día, fuimos a comprar a Carrefour; y a la vuelta, le llamó su amiga la sevillana. Después de saludarla, y como era su amiga, y el vallecano ya me había contado los problemas que tenía, pues me la pasó para que hablase un poquito con ella. Hablé un ratito, le pregunté que tal estaba, como llevaba el tema de su madre, las reglas tan dolorosas que tenía, y demás; y luego ya la dije: “Bueno, pues ahora te paso con el vallecano, que imagino que querrás hablar con él”.

El vallecano, cogió el teléfono, y se puso a hablar, pero se fue a la terraza de la cocina a hablar, después de haber cerrado la puerta del salón donde yo estaba, y la puerta de la cocina, por lo tanto, yo no podía oír nada de lo que hablasen.

Mira tú por donde, que como todo el mundo, aquí una servidora tuvo ganas de ir al baño a hacer “aguas menores”, por lo que abrí la puerta del salón, y me fui al baño.

El baño de mi casa, tiene una pequeña ventana alta que da a la terraza de la cocina, y estaba abierta, y justo cuando voy a encender la luz para entrar al baño, oigo al vallecano que dice: “Sí, ya he estado hablando con ella más o menos del tema de la separación y cómo haríamos con el piso”… (QUIETO PARA´O. ¿QUÉ PASA AQUÍ?). Me quedé parada en la puerta del baño, con la mano puesta encima del interruptor de la luz, pero sin encenderla, y completamente paralizada. “Sí, me ha dicho, que ella me compraría mi parte del piso”… “Pues ¿tú que crees?”… “No cariño, ya te lo dije el otro día”… “Exacto, así podría dar la entrada para otro piso”… “Desde luego, así podrías venirte a Madrid tan pronto yo tuviera mi piso, y vivir conmigo, porque ¿quieres estar conmigo, verdad?”… “Yo también te quiero cariño”…

Se me cortaron de golpe las ganas de hacer pipi… Me volví al salón, cerré la puerta tal y cómo él la había dejado, y me senté a ver la televisión sin verla. No sé ni que echaban, si película, documental, cotilleo, telenovela, telediario… No tengo ni idea. Me sentía igual que cuando vas corriendo a toda pastilla, y de repente se levanta una pared delante tuya sin esperártelo, y te metes tremenda castaña que te deja completamente atontado.

Cuando acabó de hablar, vino él también al salón, y por lo que se vé, me debió notar muy rara. “¿Qué te pasa?”. “Nada”. No le dije absolutamente nada… ¿para qué?. Ya había oído suficiente, y entre el que no me quería como su mujer de hace unos días, y lo que le había oído en ese momento hablar con la sevillana… ¿qué más necesitaba?. La decisión estaba tomada. Nuestro matrimonio se había acabado, ya no había vuelta atrás.

Esa misma noche, cuando nos acostamos para dormir, me quedé pegadita a mi lado de la cama, y él tenía prácticamente toda la cama para él sólo. Yo no pude pegar ojo, pero él debía estar muy tranquilo el hijo puta, porque durmió como un lirón. Cuando dormido, se daba la vuelta, y me rozaba con una pierna, me daba un asco… increíble. Al final, acabé levantándome de la cama, y me fui al sofá a dormir. Tampoco es que durmiera mucho, pero al menos, 2 o 3 horas, si logré desconectar. Las demás noches, fueron iguales, pero poco a poco, algo más conseguía dormir..., pero en el sofá siempre.

Los días siguientes, fueron un suplicio.

Yo seguía sin decirle nada de lo que había oído, pero por lo que se veía, él estaba emperrado en hacerme la vida imposible, y discutir por absolutamente todo. Que si le había planchado mal una camisa, que si no quería lo que yo había hecho para comer, que si le había comprado la espuma de afeitar que a él no le gustaba…; vamos, cómo hace poco me dijo mi amiga M, que en éstos momentos está viviendo una situación bastante parecida a la que yo viví en ese momento, sólo le faltaba culparme por la muerte de Manolete.

Finalmente, llegó el día 16 de junio del 2001, que además, era el cumpleaños del vallecano. Ese día, se fue a trabajar después de comer, ya que le tocaba de tarde.

Como un par de horas después de él irse, me llamó la novia de mi cuñado (mi cuñado hacía unos meses que se había separado de su mujer, y posteriormente conoció a ésta chica, que era amiga de M.J., y muy buena chavala. Habían empezado a salir poco antes de lo que a continuación voy a relatar).

“Gema, no te pongas nerviosa”. No sé vosotros, pero a mí, que de buenas a primeras me digan esto nada más descolgar el teléfono, pues como que ya me pongo acelerada perdida. “A., ¿qué pasa?, ¿ha pasado algo?”. “Gema, cuando R. estaba llevando a unos clientes en el taxi, ha visto un accidente de coche, con policía y demás, y cuando ha pasado por el lado, vió que uno de los coches, era el vuestro. El vallecano ha tenido un accidente de coche cuando iba a trabajar”. Yo ya, llorando a moco tendido, y no paraba de preguntarle. “Pero ¿está bien?, ¿le ha pasado algo?”. “Está bien, pero los bomberos han tenido que cortar el coche para poder sacarle. Ahora se lo han llevado en una ambulancia al Hospital Clínico San Carlos”. “Vale gracias. Voy para allá”.

Llamé a mi padre llorando, le dije lo que pasaba, y en menos de 5 minutos estaba en mi casa con su coche.

Nos fuimos rápidamente al hospital, mientras mi padre intentaba tranquilizarme.

jueves, 25 de julio de 2013

Accidente ferroviario en Santiago de Compostela

Hoy hago un brusco alto en mi trayectoria blogueril contando vivencias personales, pero la ocasión así lo merece.

Hoy mi querida Galicia, mi tierra aunque no por nacimiento, pero sí por raíces y sentimiento, está de luto en su día grande; Santiago Apóstol.


Mi más sentido pésame a todos los familiares y amigos de las víctimas de tan terrible accidente (sean gallegos o no), y mucho ánimo y apoyo a los heridos y demás viajeros que iban en dicho tren.

Especial reconocimiento a los bomberos, policías, personal sanitario, donantes de sangre, vecinos, turistas, y a todo aquel que de una forma u otra, han intentado e intentan a éstas horas ayudar en la medida de sus posibilidades.

Bomberos de La Coruña, que han desconvocado huelga para ayudar; médicos y enfermeras que estaban de vacaciones y se han acercado a los hospitales dónde trabajan como si no las tuvieran; médicos de otros puntos de España, pero que estaban de vacaciones en Santiago, y también han ido a los hospitales a ayudar en todo lo que puedan, donantes de sangre de toda España que se están acercando o se acercarán en las próximas horas a aportar su granito de arena por si hiciera falta (sé que desde Madrid ya se están enviando bolsas de sangre por si hicieran falta).

Ésta es mi España, a la cual quiero y admiro, y de la que me siento orgullosa.

Galicia, toda España está con vosotros en éstos momentos tan duros.

Moito ánimo Galiza. Levoos no corazón.

sábado, 20 de julio de 2013

Mi matrimonio. El principio del fin.

Durante el puente del 01 de Mayo del 2001, nos fuimos a Torrevieja con mis suegros.

Estando allí, el amigo “paradito” del vallecano, nos habló que él estaba con Movistar (igual que nosotros), y que hacía un tiempo Movistar había hecho un chat por el móvil para hablar con otras personas. Nosotros no lo conocíamos, pero a raíz de habérnoslo comentado el amigo, pues empezamos a entrar, pero en plan chorra.

Ya de vuelta a Madrid, y con el tema del chat, al principio bastante bien. Nos comentábamos qué habíamos hecho, con quién habíamos hablado, de qué…, sin tapujos ni mentiras (por lo menos por mi parte), y como eran conversaciones inocentes, pues ambos estábamos tranquilos.

Yo de aquella, estaba casi al final del curso de Gestión Inmobiliaria, y una de las tardes que el vallecano no trabajaba, porque le había tocado de mañana, mientras yo me iba a las clases, él se quedaba en casa haciendo cositas, e imagino, que chateando.

Como yo sabía el nick que usaba (cherokee, apache, comanche…, no recuerdo bien cuál era, pero sí recuerdo que era el nombre de una tribu india), pues cuando ya llegué a la academia, después de aparcar, pues me metí en el chat pero con otro nombre distinto al que normalmente usaba, y contacté con el vallecano, haciéndome pasar por otra persona, y describiéndome de una forma distinta a cómo era.

Se supone que la chica del chat con la que había empezado a hablar (es decir, yo), era rubia, alta, delgada, con ojos azules, y sin novio… Pues así, hablando, hablando, el vallecano empezó a tontear, y le propuso a dicha chica, que como su mujer no se encontraba en casa, y no llegaba hasta las 22:30 o 23:00 horas, pues que podía irse la chica a nuestra casa a tomar algo, y conocerse un poquito mejor, y si pasaba algo…, pues bueno, eso que se llevarían ambos.

¡¡¡Qué hijo de puta malvado!!!

La “supuesta” chica, le dijo que no podía ir, porque estaba de canguro, cuidando de su sobrina, pero que bueno, que si volvían a coincidir otro día por el chat, y se daban iguales circunstancias, pero sin ella tener que ejercer de canguro…, pues que podría ser lo de quedar.

Estuve el resto de las clases…, que no me enteraba absolutamente de nada. Resulta que una de las clases el profesor no pudo venir, entonces nos fuimos mis compis y yo a tomar algo a un bar cercano.

Había dos chicas con las que me llevaba muy bien (bueno, me llevaba bien con toda la clase, pero con esas chicas, era con las que más migas hice), y me notaron que me pasaba algo. Me preguntaron qué me pasaba, que se me veía muy triste, y les enseñé el móvil. Se quedaron… alucinando. “¡¡¡Pero qué cabrón mala persona!!!. ¿Qué piensas hacer Gema?”. “Pues no sé, imagino que tendré que hablar con él, ¿no?”. “Pero entonces sabrá la trampa qué le has tendido”. “Ya, pero…, no sé. Ya veré que hago”

Así pasaron unos días, en los que yo intentaba disimular, sin decirle nada, pero muriéndome por dentro, y sabiendo a ciencia cierta, que al vallecano le daba igual engañarme que no, siempre que yo no me enterase.

Finalmente, parece que conoció a una chica por el chat con la que hizo muy buenas migas. Era de Sevilla, y por lo visto, la sevillana tenía problemas con su madre, de hecho, la chica llamaba a su madre “La teniente O’Neill”. Yo no tenía ningún problema en que hablase con la sevillana, además, viviendo en Sevilla, veía factible que fuese una amiga, y no se llegase a convertir en nada más, porque a fin de cuentas, Sevilla de Madrid, no está precisamente a la vuelta de la esquina.

Como yo veía que poco a poco nuestra relación se iba deteriorando, que cada vez el vallecano se comunicaba menos conmigo, y más por el chat, o por llamadas de teléfono con la sevillana, y que entre nosotros, especialmente por su parte, empezaba a haber “rifi rafes” (por ejemplo, un día discutimos no recuerdo porqué motivo, y me levantó la mano, y yo me encaré con él, y le dije que si tenía huevos se atrevía que me pegase, que sería la primera y la última vez…, al final acabó bajando la mano muy lentamente, como si fuese a cámara lenta, cogió la puerta y se fue); pues yo una noche estuve hablando con él, y le dije que creía que teníamos que hablar porque claro, veía que llevábamos un tiempo mal, y cada vez peor, y que no quería seguir así, que por lo tanto, creía que era mejor hablar, porque si no, iba a ser como una bola de nieve, que cuanto más se deja pasar más grande se hace y cuando se estrella causa grandes destrozos, y yo no quería que eso nos sucediese, a lo que me contestó: “Mira Gema, cariño, es que… yo te quiero como a una amiga, o a una hermana…, pero NO como a mi mujer”

Me hundió completamente. No conseguí articular ni una sóla palabra. Estuve toda la noche dando vueltas, mientras el vallecano dormía como un bendito, y a la mañana siguiente, seguía hecha polvo, sin ilusión, ni alegría, y sintiéndome fatal.

Al mediodía, poco antes de que el vallecano se fuese a trabajar, me llamó R.C., como desde que habíamos vuelto a tomar contacto había hecho bastante frecuentemente (también habíamos quedado a tomar algo algún que otro día en un bar o en mi casa, o para enseñarme la moto que tenía – una Drag Star-), y según me oyó hablar…

“Hola Gema, ¿qué tal?”, “Bien, ¿y tú?”… “Gema, ¿qué te pasa?”, “Nada, de verdad, estoy bien”, “Y una mierda leche estás bien. ¿Qué te pasa?”, “Nada de verdad”. “¿Está el vallecano en casa?”, “Sí, está a punto de irse”. “Está bien. Voy para allá”. “No, no hace fal…” PI-PI-PI… Ya había colgado.

Poco después de irse el vallecano, llegó R.C. a casa, le dí una cerveza (para mí, Coca-Cola, no quería volver a ponerme “piripi”), nos sentamos en el sofá, y empezamos a hablar.

Le dije todo lo que había pasado, lo del chat, lo de hacerme pasar por rubia y el vallecano pretender quedar, lo de la sevillana, lo de levantarme la mano…, y finalmente lo que me había dicho la noche anterior. Según le iba contando, R.C. cada vez se iba enfadando más y más, a la vez que intentaba darme ánimos, y ponía a caldo al vallecano. Al final, acabó abrazándome, cuando ya me puse a llorar hecha un mar de lágrimas, y… no sé qué pasó, pero cuando nos quisimos dar cuenta, nos estábamos besando.


Nos echamos para atrás, nos miramos, se levantó, me dio un beso en la frente, y se fue.


Como un par de horas más tarde, R.C. me llamó desde el trabajo, para ver qué tal estaba, a lo que le dije, que seguía mal, pero que estaba un poco mejor después de haber hablado con él. Entonces me dijo: “Gema…, no sé qué pasó antes en tu casa. Si te ha molestado, lo siento, pero…, no sé cómo ha pasado. De todas formas no me arrepiento, pero quería que supieras que no fui a tu casa con la idea de acabar besándote, no fue intencionado”. “Lo sé R.C., yo tampoco sé qué ha pasado; pero de todos modos, se me ha hecho muy extraño. Hace años, cuando nos pudimos enrollar, tú no quisiste, y ahora… ¿ya no te doy asco?”. “Gema, ¡¿pero qué demonios dices de darme asco?!, tú NUNCA me has dado asco”. “Pues eso no fue lo que le dijiste a Mª, después del NO rollo”. “Yo jamás le he dicho a Mª eso, si me dieses asco, no habría querido enrollarme contigo en su día, pero tú no te decidías”. “Lógico que no me decidiera ni me lanzara, como otras chicas con las que anteriormente te hubieses liado. Para mí, habría sido mi primer beso”. “No me jodas fastidies…, entonces, ahora entiendo que M., y tus otras amigas estuviesen tan enfadadas conmigo, y que M. se enfrentara a mi cuando yo quise hablar contigo, y M. no quería dejarme; pero Gema, te juro que yo nunca le dije a Mª que tú me dabas asco, y si no te lo crees, llama a Mª para quedar mañana, y que me lo diga a la cara, a ver si se atreve. Por favor, Gema, llama a Mª, para aclarar esto, porque ahora que me lo has dicho, no quiero dejarlo correr, y quiero aclararlo… Gema, por favor, te lo juro, tú nunca me has dado asco, jamás”. “Vale, tranquilo, te creo”, “Gema, de verdad, por favor, llama a Mª…, ahora entiendo también cuando meses más tarde te quise besar, y sólo con la mirada que me echaste un poco más y salgo corriendo del acojone miedo que sentí con tu mirada, y que cuando fuiste a vivir al lado de J.C., por más indirectas que te echaba, y no tan indirectas, nunca quisieras estar conmigo…, ¡¡¡maldita Mª!!!”

miércoles, 17 de julio de 2013

Mi matrimonio. Relación con mis suegros... (más bien, con mi suegra). Parte III.

Meses después de casarnos, (y también después del incidente del hospital), un fin de semana el vallecano se animó a hacer paella en casa por primera vez; no la había hecho nunca.

Invitamos a mi padre a comer, porque a él le encantaba la paella, y llegó un pelín antes de acabar. Cuando acabó de hacerse, mi padre dijo "No, aún no está. Para que esté bien, ahora tenéis que echarle un paño húmedo por encima tapándolo todo, y dejarlo reposar entre 5 o 10 minutos así, con el paño". Así lo hicimos.

Pasado ese tiempo nos sentamos a la mesa, servimos la paella... ¡¡¡ESTABA BUENÍSIMA!!!. Aún a fecha de hoy, 13 años después, sigo diciendo que el vallecano hacía las mejores paellas que he probado en mi vida (a cada uno, lo suyo, y si es justo, pues es justo).

Al fin de semana siguiente, cuando fuimos a casa de mis suegros, la madre hizo (como no) paella, pero... ya no era igual. Después de haber probado la que hizo el vallecano, la de su madre se podía comer, pero no tenía ese sabor que consiguió darle su hijo tan estupendo. Se lo comentamos, y dijo que se alegraba que le saliesen tan bien las paellas, que hombre, toda la vida viendo a su madre haciéndolas, algo se le tenía que haber pegado, y que si le había salido mejor, pues mira, que se alegraba (una leche se alegraba, se le notaba que estaba rabiosa y envidiosa).

Meses más tarde, llegó el verano, y mi suegra se fue como todos los años a Torrevieja, todo el mes de Julio y Agosto, mientras, el marido se quedaba en Julio en Madrid sólo, trabajando, y luego en Agosto, se iría ya también a Torrevieja.

Un fin de semana, a mi me daba un poco de pena que el padre se quedase sólo en casa, por lo que le dije al vallecano, que si eso que le dijese al padre ese viernes, que el sábado le íbamos a buscar a casa, y se quedaba en nuestra casa a comer y a dormir, y que el domingo por la tarde, si eso ya se volvía a su casa para el lunes irse a trabajar, a lo que dijo que vale, que muchas gracias.

El sábado, cuando el vallecano fue a buscar al padre, yo me quedé acabando de preparar la comida, carne guisada. Cuando llegaron a casa, el padre me dijo: "¿Qué hay de comer Gema?". "Carne guisada". A lo que me dijo: "Uhm..., es que a mí la carne guisada..., no me gusta mucho, la verdad". Entonces le contesté: "Mira, tú la pruebas, y si no te gusta, no pasa nada, te preparo un filete o lo que sea, y punto".

Ya nos sentamos a la mesa a comer, el padre se echa un poquito, lo corta, se mete un trocito en la boca..., lo saborea..., se corta otro... "Gema, ésta carne guisada está buenísima, no como la de mi mujer, que le sale toda seca. Le vas a tener que dar la receta a R." (Ahora, mirado desde la distancia, y recordando la discusión de las vacaciones pre-boda..., menos mal que no tenía ni puta idea de cocinar, y después resulta que le iba a tener que dar la receta a su mujer...; pero bueno).

Maldita la hora que le contó a su mujer que a mí me salía la carne guisada muchísimo mejor que a ella..., si las cosas ya de por sí, no estaban muy para allá que digamos, desde entonces era como si estuviese la mujer en pie de guerra conmigo, y a la más mínima, me lanzaba alguna pulla, o me ponía alguna pega, o me tiraba alguna indirecta, o...

Posteriormente, parece que la mujer tenía muchas ganas de ser abuela, y un día que fuimos a su casa, nos preguntó para cuando íbamos a encargar un niño, a lo cual le dije que yo era muy joven, que quería disfrutar un poco más de nuestro matrimonio, pero que sí tenía pensado con 26 años, empezar a intentarlo. "Ah, pues me parece muy bien, Gema, hija; aunque ya sabes lo que dice el refrán; los hijos de mi hija, mis nietos son, los hijos de mi hijo, lo serán o no".

Me quedé toda cortada, no supe reaccionar ni contestarla, pero mentalmente, recuerdo que pensé "¿me está llamando puta fulana a la cara?, ¿pero de qué va?".

Seguimos durante un tiempo con nuestros tiras y aflojas, normalmente dejándome bastante cortada, hasta que un día, ya no pude más, y salte.

Un día, no recuerdo a qué vino a cuento, pero seguro por algún "favor" que nos hiciera a su hijo o a mi (regalar algo de ropa, o alguna colonia, alguna historia de esas...), me dijo: "Gema, es que yo a buenas, soy muy buena, pero a malas..., no hay quién me gane". Tanto me hartó, que no pude evitarle contestarla: "Mira R., si a malas no hay quién te gane, aquí has dado con una que si no te gana, por lo menos, te iguala".

Desde entonces, la relación empezó a ser más "cordial", pero sabiendo que había dado con la horma de su zapato. 

Aquí estoy R., y no me pienso "achantar".




Mi matrimonio. Relación con mis suegros... (más bien, con mi suegra). Parte II.

Al día siguiente, su madre llegó justo a tiempo para verle antes de que se lo llevaran a quirófano. Sinceramente, creo que fue lo mejor.

Mientras estaba en el quirófano, yo no paraba quieta, creo que debí desgastar el suelo de tanto paseo para arriba y para abajo. Mientras, tanto mi madre (que llegó antes que mi suegra), y mi suegra, se fueron a una salita de espera que había en la misma planta donde estaba la habitación, y se sentaron.

Entre paseo y paseo, yo las veía, porque la salita era acristalada, por lo tanto, se veía perfectamente. Mi madre y mi suegra estaban hablando..., bueno, más bien, mi suegra hablaba, y mi madre estaba sentada cruzada de brazos, y con cara de malas pulgas. Me di cuenta que algo serio debía estar pasando, cuando vi a mi madre levantarse de golpe (cosa rara en ella, porque suele hacer las cosas con mucha calma, incluso levantarse de las sillas), y levantar un dedo delante de la cara de mi suegra, como advirtiéndola de algo, y se la veía un poco alterada, y con la cara toda roja; para acto seguido, cuando acabó de decirle lo que fuese, salir toda cabreada de la salita, prácticamente dando un portazo (cosa aún más rara en mi madre, ya que tiene mucho cuidado con las cosas).

Por lo que me contó más tarde mi madre, resulta que mi suegra le estuvo contando auténticas gilipolleces memeces, pero que ya cuando le hirvió la sangre, fue cuando la muy bruja buena mujer, le dijo que por lo visto yo, ¡¡¡YO!!!, tenía mucho interés en casarme con su hijo, y cuanto antes mejor. Perdón, ¡¡¡¿COMO?!!!. ¡¡¡Pero si fuiste tú, cacho bicho encanto de mujer, quien quería cambiar de fecha el cabo de año de mi abuelo, y fuiste tú, quién dijo, que al igual que podíamos atrasar la boda, también podíamos adelantarla!!!. ¡¡¡Que parecía que eras tú la que se casaba, y tenías una prisa por casarte que p´a qué!!!. (¿Estaría intentando que mi madre y yo nos enfrentáramos?)

Cuando salió el vallecano de la operación, con el efecto de la anestesia, aún estaba bastante sedado, por lo tanto, de allí a poquito la madre se fue, y dijo que volvería al día siguiente.

Esa noche, por segunda vez consecutiva, me quedé con el vallecano a dormir en el hospital, en un sillón, cosa que no me importaba lo más mínimo, ya que era mi marido, y le quería muchísimo, y no quería dejarle sólo ni a sol ni a sombra, y mucho menos a solas con alguno de sus padres, con el tema del coche todavía en el aire.


Al día siguiente, me desperté cuando oí unos susurros. Era su madre, que le estaba diciendo en voz baja no se qué coche para arriba, no se qué coche para abajo. El pobre, que aún estaba medio dormido, sólo le decía, "Ay, mama, déjame en paz". 

Me espabilé de golpe, la enganché del brazo, y la saqué fuera de la habitación a la fuerza. Una vez fuera, le dije que si quería ver a su hijo, me parecía perfecto, pero que hiciese el favor de no decirle ni una sola palabra del coche, hasta que estuviese fuera del hospital; que él ahora lo que tenía que hacer era estar lo más tranquilo posible para recuperarse cuanto antes. Cuando ya estuviera recuperado, ya habría tiempo para hablar del coche y todo lo que les diese la gana.

Cogió y se fue, con muy malos humos. No entró ni para despedirse de su hijo. 

Por la tarde, vinieron mi madre y mi padre a ver al vallecano. Al mediodía, el médico me había dicho que si todo iba bien, al día siguiente, después de comer, se podría ir a casa.

Más tarde, estando todavía mis padres, llegaron los padres del vallecano con los abuelos (los padres de su padre). Le saludaron, le preguntaron qué tal estaba..., vamos, lo normal; pero de allí a un rato (muy poco, la verdad sea dicha), ya empezó el padre a dar por culo saco con el tema coche. Que si lleváis dos meses sin pagarlo, que claro, que así no puede ser..., y ya no pude más, antes de que tuviera la poca vergüenza de pedirle las llaves, estando todavía en el hospital, chillé "¡¡¡BASTA!!!".

Mi padre enganchó al padre del vallecano por el brazo, y le sacó al pasillo, mientras, su padre, no hacía más que decirle a mi padre que le soltara, que quién se pensaba que era, que él quería hablar con su hijo. Mi padre no dijo ni pío, hasta que le tuvo en el pasillo, un poco alejado de la puerta. Detrás del padre salieron la madre, los abuelos, y yo; y mi madre se quedó con el vallecano en la habitación. 

Entonces, en voz baja, tranquila, pero echando fuego por los ojos, mi padre le dijo que no tenía ni educación, ni vergüenza, ni dignidad, ni nada, y que parecía mentira que fuese el padre del vallecano, y no mirase más por su hijo. Que sabía de sobra que "los chicos" estaban pasando una mala época, que si acaso no recordaba que a su hijo le habían echado de la fábrica de camiones, que había estado un tiempo en paro, y que en el posterior trabajo que estuvo ganaba una porquería, vuelta otra vez al paro por 2 meses, y en el actual trabajo, como era por ETT, no ganaba demasiado, y que encima como quién dice, acababa de empezar (no habían pasado ni 2 semanas).

El padre dijo que sí lo sabía, pero que ellos no tenían por qué pagar el coche que usaba su hijo y su mujer, que si no lo podíamos pagar, y lo pagaban ellos, pues que entonces, tampoco lo íbamos a disfrutar, por lo tanto, que le diese las llaves de una puñetera vez.

Ahí, ya acabé de cabrearme del todo, y les canté tanto al padre como a la madre las cuarenta, como se suele decir. ¿Acaso no fue por ellos por lo que el vallecano puso el préstamo a 3 años en lugar de a 5, como yo le había dicho?; ¿acaso no fue la propia madre la que habló conmigo y me dijo que si en algún momento no lo podíamos pagar no pasaba nada, que lo pagaban ellos, y cuando pudiéramos, ya se lo pagaríamos?. 

Cuando el padre y la madre iban a contestar..., no sé el qué, la verdad sea dicha; mi padre les cortó, y dijo: "¡¡¡BASTA YA!!!. Cuando vuestro hijo salga del hospital, y vayáis a verle a su casa, tendréis un sobre preparado con el dinero de los dos meses que habéis pagado vosotros, y a partir de ahora, si no lo pueden pagar, yo les daré el dinero para que os lo paguen. No quiero volver a oír hablar del tema coche. Y ahora, si queréis ver a vuestro hijo, le veis, y si no, os vais, pero ni se os ocurra decirle una sola palabra del coche, porque ni mi mujer ni mi hija le han dicho nada para no preocuparle con gilipolleces chorradas cuando estaban a punto de operarle, y aún está convaleciente".

Cogieron, y se fueron, con muchos humos, y muy dignos ellos.

Entonces mi padre me echó un brazo por encima de los hombros, y me dijo: "Anda, que menuda joyita de suegros te han tocado hija, si ya te lo advertí antes de que te casaras, el mismo día que les conocí. Ya te dije que se les veía el plumero y que no eran buenas personas cariño".

Que razón tenía mi padre.





miércoles, 10 de julio de 2013

Mi matrimonio. Relación con mis suegros... (más bien, con mi suegra). Parte I.

Os recuerdo que antes de casarnos, mi relación con mi suegra era todo "Gema hija por aquí, Gema hija por allá...", y todo de puta madre genial; y también os recuerdo el movidón que se produjo unos días antes de la boda, cuando me fui de vacaciones a Torrevieja.

Como dos meses antes de la boda, (sobre finales de Junio, o principios de Julio), el coche que tenía el vallecano de repente murió (la verdad es que era bastante viejo y estaba muy cascado el pobre), y al vallecano, con el trabajo que tenía por aquel entonces (aún no estaba en la fábrica de camiones, empezó justo cuando volvimos de las vacaciones de Torrevieja pre-boda), le hacía falta un coche, sino, perdía el trabajo. 


D., por mediación de su padre, le presentó al gerente de una sucursal de Citroën, y le ofrecieron un Citroën ZX, de km. 0, bastante bien de precio. Yo le dije que me parecía bien, pero que como había que financiarlo, y también estábamos pagando el piso, y teníamos encima la boda, pues que lo financiase a 5 años, que aunque al final pagásemos más, al menos mensualmente nos sería más fácil de pagar; y me dijo que vale.

Cual fue mi sorpresa, cuando pocos días después, cuando fue al banco con sus padres a firmar el préstamo para la compra del coche, al salir me llamó por teléfono, para contarme que ya había firmado... por 3 años. "¡¡¡¿Qué?!!!, ¡¿cómo que 3 años?!, ¡¿no te había dicho que 5 años, que si no, a 3 años, nos va a subir mucho la mensualidad y si hay un revés no podremos pagar?!", entonces, su madre le dijo que le diese el teléfono, que ella quería hablar conmigo: "Mira Gema hija, le he dicho yo que mejor a 3 años, que así al final no pagáis tanto, porque si no, a 5 años, vais a pagar una cantidad de intereses que os podríais comprar otro coche", a lo que la dije: "Ya R., si en eso estamos de acuerdo, pero no es lo mismo pagar 25.000 pts. (aproximadamente 150 €), que 35.000 pts. (aproximadamente 210 €)", a lo cual me dijo: "Gema, hija, por eso no te preocupes. Si en algún momento os veis muy apurados, y no lo podéis pagar, pues lo pagamos A. y yo, y cuando podáis, ya nos lo daréis". No me gustaba mucho la opción, pero bueno, si ella lo decía, y además, ya estaba hecho... ¿qué se podía hacer entonces?.

Poco después de casarnos, cuando estuvo trabajando por primera vez como controlador, como no cobraba mucho, y había estado antes en paro, pues durante 2 meses, nosotros no pudimos pagar el préstamo del coche, por lo cual lo pagaron los padres del vallecano. Entonces, citaron al vallecano para operarse del tabique nasal, que lo tenía desviado, y no le permitía respirar bien, y le daba problemas.

Teníamos que ir el día anterior a la operación por la tarde al hospital, se quedaba esa noche a dormir en el hospital, y al día siguiente, a primera hora de la mañana, le operaban.

El mismo día que teníamos que ir al hospital, estuvimos haciendo tiempo para que llegasen los padres para acompañarnos al hospital, junto con mi madre, que también nos acompañó. Por más que esperamos, y esperamos, y esperamos..., no llegaban, por lo tanto, nos fuimos el vallecano, mi madre, y yo.

Cuando llegamos al hospital, llamé unas cuantas veces a casa de los padres, para ver qué había pasado, hasta que al final, me lo cogió el padre. Le pregunté qué había pasado, porque les habíamos estado esperando bastante tiempo, hasta que ya no pudimos más, y nos fuimos. Entonces, el padre me dijo que él sí había ido a nuestra casa, pero que por lo que se ve, ya nos habíamos ido porque no estábamos, pero (¡¡¡ATENCION!!!), no había ido para acompañarnos al hospital, sino, que como llevábamos 2 meses sin pagar el coche, pues ya que no lo pagábamos, tampoco teníamos derecho a disfrutarlo, por consiguiente, había ido para pedirnos ¡¡¡LAS LLAVES DEL COCHE!!!. Yo no sé la cantidad de cosas que le pude decir, pero desde luego, ninguna les dejaba en muy buen lugar, y mucho menos, recordándole lo que su propia mujer me había dicho no hacía tanto, y que si no podíamos pagar la cuota, no era por nuestra culpa, sino por la de ellos, ya que yo había dicho de ponerlo a 5 años, y si se puso a 3 años, pagando más, fue porque ellos lo quisieron así, y el vallecano les hizo caso, en contra de mi opinión.

Cuando subí a la habitación, hablé con mi madre fuera, y ambas decidimos no decirle nada al vallecano, ya que al día siguiente se operaba, y mejor que estuviera lo más tranquilo posible. Ya habría tiempo después de la operación de hablar.


lunes, 8 de julio de 2013

Mi matrimonio. Relación entre el vallecano y yo.

Durante 1 año y 8 meses, tuve un matrimonio en el cual hubo gracias a Dios, más días buenos que malos.

Al principio, nos costó un poquito adaptarnos el uno al otro; obviamente, no es lo mismo estar juntos unas horas al día, que todo el santo día, pero bueno, con mucho amor, cariño, paciencia, y alguna que otra discusión, nos logramos entender perfectamente.

Los sábados, o bien quedábamos con los amigos, o con mis cuñados, o con mis primos de Madrid; eso sí... ¡¡¡ya no había hora de llegada a casa!!! (Jejeje...), y si nos apetecía llegar a las 00:00, pues llegábamos a esa hora, pero si nos daban las 06:00, tampoco había problema. Luego al día siguiente, cuando hablaba con mi madre, y me preguntaba a qué hora habíamos llegado, y ese día le decía las y pico mil, me preguntaba que si esa era hora de llegar a casa, pero bueno, como ya no me podía poner límite de hora..., a nuestra bola, que para algo estábamos casados y vivíamos en nuestra casa.


Prácticamente todos los domingos, íbamos a comer a casa de mis suegros, y casi siempre, era paella (mi suegra incluso compró una paellera de esas eléctricas, que en aquel momento era una novedad). No le salía mal del todo, pero bueno, las había comido mejores.

Cuando hicimos un año, nos fuimos los dos solos a cenar a un restaurante que estaba cerca de San Rafael, que lo vi por fuera y me encantó, así estilo rústico, y con temática de caza. Nos gustó mucho, lo único que fue un pelín caro; pero un día es un día, a fin de cuentas, era nuestro primer aniversario de matrimonio.

Con respecto al trabajo del vallecano, eso fue un poco más movido.

Al poco de volver de nuestra mini luna de miel de tres días (sobre el 8 de Septiembre creo que fue), a finales de ese mismo mes le despidieron de la fábrica de camiones (juro que si me lo hubiese imaginado, cuando fue nuestra boda le habría dicho que hablase con los jefes, y le diesen los 15 días que le correspondían, pero con la esperanza de portarnos bien, que ellos también se portasen bien con él, le dije que bueno, que si sólo podían ser 3 días, pues qué se le iba a hacer).

Por suerte estuvo poco tiempo parado (de aquella no era como ahora, que te vas al paro, y a saber cuándo vuelves a trabajar). A los 15 días o así, empezó a trabajar de controlador (es como vigilante, pero con categoría inferior). Estuvo 2 meses y medio o así, pero como le parecía que le pagaban poco para el tiempo que estaba, y que además unas veces era por la mañana, otras por la tarde, y otras por la noche; pues lo dejó.

Entonces, se apuntó a varias empresas de trabajo temporal, y le salió para trabajar en una empresa de instalación de alarmas. Se le veía contento, y cuando llegaba a casa, me contaba donde habían estado ese día, cómo era la casa o la empresa, lo que habían instalado, las anécdotas que les hubiera pasado...; y al poquito (yo creo que se debieron confundir, o que les hacía falta alguien en ese puesto urgentemente), le dijeron que le trasladaban a la central, para atender las llamadas de los clientes con las posibles incidencias. Yo repito, que creo que se debieron confundir, porque llevaba muy poco tiempo en el tema de las alarmas como para poder solucionar alguna incidencia, y de hecho, la gran mayoría de los días, por lo que me contaba, le tenía que preguntar a algún compañero. Estuvo en esa empresa como 3 o 4 meses a lo sumo.

Después como le había gustado lo del tema de las alarmas, y él por más que supuestamente iba a llevar su currículum a otras empresas, no le salía nada (casi 2 meses), pues yo cogí, y tiré de páginas amarillas llamando a todas las empresas de alarmas que vi. La gran mayoría me decía que no les hacía falta nadie en ese momento, pero hubo algunas que sí necesitaban gente, por lo cual, concerté entrevistas, y entre esas empresas, le cogieron en una de ellas (con una mañana de llamadas, 5 días después, empezó a trabajar).

Volvía otra vez a estar todo contento, volviéndome a contar sus batallitas de montajes. En ésta empresa, estuvo más tiempo, unos 6 meses. Al cabo de ese tiempo, no sé qué problemas hubo entre el vallecano, un compañero, y los jefes, que acabaron despidiéndole.

Por aquel entonces, yo, por mi parte, aparte de ayudar un poco a mi padre con el tema de los andamios, de lunes a jueves, por las tardes, estaba estudiando Gestión Inmobiliaria, desde Octubre del 2.000 a Junio del 2.001, y por la mañana y los viernes, trabajaba como colaboradora en una inmobiliaria, en la cual un amigo mío era el Gerente.

Como mi marido acabó muy quemado con el tema de las alarmas, por el problema que tuvo con su antiguo compañero, pues no quería volver a trabajar con las alarmas, por lo que me preguntó si había alguna posibilidad de que entrase a trabajar en la inmobiliaria con la que yo colaboraba. Le dije que hablaría con D., como así fue, y al día siguiente empezó a trabajar en la inmobiliaria. Yo dejé pasar una semana o 10 días, y le pregunté entonces qué le parecía el tema de la inmobiliaria, y me dijo que muy bien, que le gustaba. En vista de que le gustaba, y que sólo tenía el traje de la boda, y otro traje más que había usado para unos cuantos fines de año o alguna ocasión especial, pues decidí que entonces era hora de comprarle algún que otro traje, ya que en una inmobiliaria tienes que dar una imagen, y tampoco era plan de ir casi siempre con el mismo traje, ya que el de la boda, no lo queríamos usar demasiado, por lo cual, ese mismo sábado, le compré 3 trajes completos (con su chaleco y todo), 6 camisas, 6 corbatas, y 2 pares de zapatos.

Maldita la hora que lo hice.


Pocos días después, D. habló conmigo, y me dijo que por lo visto el vallecano no estaba dando mucho rendimiento que dijéramos, y que aparte había ido a captar algún piso con otro compañero, y a enseñar, y que a la vuelta, el compañero de turno que hubiese ido con él, le comentaban a D. que bastante mal, que iba a su bola, que no estaba atento de cómo tenía que hacerlo, que estaba más pendiente de temas personales..., por poner un ejemplo, un día, fueron a enseñar unos pisos a... José "El Francés", y el vallecano (os recuerdo que a él le gustaba tocar la guitarra y componer canciones, alguna que otra me la hizo a mi), en lugar de estar pendiente de él como comprador, y enseñar el piso como lo debe hacer un asesor inmobiliario, pues por lo visto se tiró casi todo el rato hablando de música, y de componer, y de que él también tocaba la guitarra y componía canciones, etc, etc...; por lo que le dije a D., que le dije al vallecano que entrase, para hablar con él, y así lo hizo. Estuvimos hablando entre los 3, y D. le dijo que o se ponía las pilas, o así no podía seguir, porque en la inmobiliaria se estaba para captar, y vender, no para pasar el tiempo y llevarte el dinero mensual sin hacer nada, y que realmente, cuando se ganaba dinero, era con las comisiones de las ventas de los inmuebles captados, que él vería lo que hacía, y que o espabilaba, y empezaba a captar por su cuenta, y a tener clientes propios, o que quizás fuese mejor que se buscase otra cosa.

Cuando llegamos a casa, el vallecano me dijo que no se veía capaz, que era más complicado de lo que él había pensado, que él no podía hablar con la gente como hacíamos nosotros para captar o vender..., entonces me enfadé un poco, y le dije que no hacía tanto le había preguntado qué tal, y que él al decirme que sí le gustaba, por eso le compré los trajes y demás, ¿o es que acaso se pensaba que nos habíamos gustado un dineral entre trajes, camisas y demás, para ahora mandarlo todo a la mierda tomar por saco?.

Me dijo que lo sentía mucho, pero que D. tenía razón, que la inmobiliaria no era lo suyo, entonces, yo ya toda enfadada, le pregunté qué era lo suyo, porque no hacía más que ir dando tumbos, de un lado para otro, y o bien porque él lo dejaba, o bien porque le echaban, no duraba ni dos días como quién dice en los trabajos. Me dijo que lo que a él le gustaba, y lo que quería ser era vigilante. Que sabía que tenía que trabajar como controlador hasta que se hiciese las pruebas para hacerse vigilante, pero que eso era lo que quería.

Al día siguiente, volvió a ir a donde estuvo trabajando como controlador casi al principio de habernos casado, y le dijeron que no les hacía falta nadie en ese momento (no sé si sería verdad, o si le dijeron eso porque él de un día para otro les dijo que no trabajaba más con ellos), y estuvo probando en varios sitios. Yo por mi parte, hablé con una compañera de la inmobiliaria, que su marido trabajaba para Prosegur, y me dijo que iba a hablar con su marido para ver si podía hacer una solicitud. A los dos días, me trajo una solicitud que había que rellenar. La llevé a casa, la rellenamos, y al día siguiente se lo volví a llevar, para que el marido lo entregase. Pasada una semana, y sin que hubiese ninguna respuesta por ningún lado, me acordé de un viejo amigo mío, R.C., del cual estuve súper pillada en la adolescencia, y tuvimos algún que otro encontronazo por aquel entonces, para después con el tiempo hacernos buenos amigos, pero cada cual con su pandilla.

Busqué el teléfono de R.C., y le llamé. Cuando se puso al teléfono, llevábamos 2 años sin vernos ni hablar, y me preguntó quién era. Le dije que era Gema, y me preguntó qué Gema. Sí hombre, Gema, del barrio, que la última vez que nos vimos tú trabajabas en el Canal de Isabel II como vigilante... "¿Gema?, ¿mi Ge..., digo..., Gema del barrio, la amiga de M., la que se lió con C.?", "Sí, la misma" (y mientras me estaba preguntando, ¿qué demonios ha querido decir pero que rectificó en el último momento con ese "MI"?)

Estuvimos hablando un buen rato, y al final me preguntó si la locura esa que le había dicho la última vez que nos vimos de que me iba a casar lo había hecho, o si por el contrario, había recapacitado y no lo había hecho, a lo cual le dije, que sí, que al final me había casado. Luego le comenté el motivo de mi llamada, y me dijo que sí, que seguía trabajando con Segur Ibérica, y que si eso, que al día siguiente, el vallecano fuese a las oficinas centrales, pero que no dijese nada de que le conocía, que fuese como de nuevas, como si fuese a probar suerte, porque él sabía que estaban buscando más gente y con bastante urgencia. Quedamos de vernos al día siguiente en persona, para tomar algo y ponernos al día.



Al día siguiente, cuando le vi después de dos años, me volvió a subir por el estómago un gusanillo..., y es que seguía tan guapo como yo le recordaba. Para que os hagáis una idea, de aquella, se daba un aire a la foto de Jon Bon Jovi que aquí pongo, sólo que con el pelo corto.

Ese mismo día, comprobé por primera vez en mi vida, que 2 botellines me sientan peor que 2 ron bacardi con limón (que me encantan), desde entonces, lo máximo que me he tomado de cerveza ha sido alguna que otra vez una coronita, o una heineken, pero sólo eso, una.

Después de habernos tirado cerca de 2 horas habla que te habla poniéndonos al día de nuestras vidas, nos despedimos, pero prometiendo estar más en contacto, y llamarnos y vernos de vez en cuando. 

Entonces, tocaron los 2 besos de rigor de despedida..., y qué 2 besos por Dios..., me supieron a gloria... El primero, me lo dio casi en la comisura de los labios, y el segundo, poco le faltó para ser un pico... Entre el contentillo que llevaba de las cervezas, y que me seguía molando..., el camino del bar a casa lo hice prácticamente en una nube, y con una sonrisa de gilipollas de tonta para alucinar, aunque era consciente que eso no se podía volver a repetir, que yo estaba casada, que quería a mi marido, y que no podía hacer gilipolleces tonterías que pudiesen echar todo al traste por un desliz tonto.

Cuando el vallecano llegó a casa a comer después de ir a la central de Segur Ibérica, trajo buenas noticias. Le habían cogido, y al día siguiente tenía que ir a recoger el uniforme y firmar el contrato.



viernes, 5 de julio de 2013

Mi boda.

Me acuerdo, que no hacía tanto, mientras planeábamos la boda, y hacíamos los preparativos, pensaba "Bah, todavía quedan 8 meses. Bah, todavía quedan 5 meses. Bueno, aún quedan 2 meses...", y de repente... "¡¡¡No!!!, ¡¡¡sólo queda una semana!!!"

Con respecto a los preparativos de la boda, fue la semana que peor lo pasé. Estaba completamente hecha un manojo de nervios, nunca hasta entonces había estado tan nerviosa en toda mi vida...

El día anterior a mi boda, llegaron algunos tíos y primos míos de Galicia, y entre recogerlos, estar con ellos, y tal, pues ese día lo llevé mejor; pero esa noche... si conseguí dormir 2 horas, es mucho.


A primera hora de la mañana (me casaba a las 12 de la mañana), cita en la peluquería para que me hicieran el recogido y que me maquillaran. El recogido llevaba rosas naturales. La verdad, es que me dejaron guapísima.

Luego, ir a casa, y entre dos tías mías y mi madre, ayudarme a vestirme.

Cuando salíamos de casa, como vivía con mis padres en un 1º, bajamos por las escaleras. Mi padre llevaba unos días con la rodilla un poco fastidiada, y fue bajar por las escaleras, y si no le sujeto a tiempo, se habría caído... (ya me veía en el hospital, en lugar de celebrando mi boda, pero por suerte, se pudo evitar la caída, y todo quedó en un susto).


Mi padre alquiló un coche con chófer para ir de casa a la iglesia, y de la iglesia al banquete; y cuando íbamos de camino a la iglesia, yo no sé si fue por el ligero mareo que me dio el olor del centro de flores que llevaba dentro el coche, o si por la tensión acumulada, o los nervios..., yo que siempre había pensado que las chicas que lloraban en sus bodas eran unas ñoñas..., voy yo, y me pongo a llorar en el coche. Recuerdo que mi padre me abrazó, y me dijo: "Tranquila cariño, siempre estaré contigo, pase lo que pase. Siempre cuidaré de ti, y estaré siempre que me necesites. Te quiero mi amor. No te preocupes por nada. Estoy aquí, contigo."

Llegamos a la iglesia, y ver a toda mi familia y mis amigos ya esperándonos, y arriba, a la puerta de la iglesia, al vallecano y su madre, ya listos para entrar según llegásemos, me llenó de alegría.

La ceremonia..., sinceramente, no me acuerdo de nada. Lo que sí recuerdo, es que había que leer dos lecturas, y el vallecano y yo decidimos que una lectura la hiciese una prima mía, y otra lectura, una prima suya.

Cuando acabó la ceremonia, llegó la firma con los testigos, que pusimos a los padres del vallecano, a mis padres, al hermano del vallecano, y a su mujer.

Luego las fotos dentro de la iglesia, salir, tirarnos arroz, más fotos con la familia y los amigos... (vamos, lo normal).



Ya acabada la ceremonia y sus consiguientes fotos, fuimos al salón que habíamos reservado.

Mientras nos sacaban las fotos que hacían en el recinto del salón, iban llegando los invitados. Aquí en Madrid, normalmente, antes de ir al salón, llevan a los novios a los jardines del Palacio Real, pero nosotros, para no retrasar demasiado el banquete, y así luego poder tener más tiempo para el baile, decidimos saltarnos éste paso.

Mientras que en las fotos de la iglesia, exceptuando las de la salida, salgo bastante seria o pensativa, en las del salón, salgo en todas sonrientes, pero en las que salgo más sonriente, es en aquellas en las que estoy con mi padre.

Mis suegros, cuando fue de hacer la reserva y elegir el menú, os recuerdo que no estaban muy conformes con lo que habíamos decidido, ya que les parecía "un bodorrio, más que una boda", por lo excesivo..., pero tal y como me dijeron mis padres después, menos mal que iba a ser mucha comida, e iba a sobrar, porque por parte de la familia del vallecano, bien que se comieron absolutamente todo.

La familia por parte del vallecano, los que dieron dinero, se lo dieron a los padres del vallecano (lógico), al igual que mi familia, se lo dieron a mis padres. 


Cuando llegó la hora del baile nupcial, como mi padre estaba fastidiado de la rodilla, estuvimos hablando con los padres del vallecano, y en lugar de abrir el baile los novios, y que luego mi padre bailase conmigo, y la madre del vallecano con él, hicimos justo al revés; es decir, nosotros abrimos el baile, pero luego quien bailó conmigo fue el padre del vallecano, y con el vallecano, mi madre.

Posteriormente, cuando ya estaba todo el mundo bailando, y era la hora de mientras ir a pagar el banquete, la madre del vallecano nos cogió al vallecano y a mí, para que fuésemos a otro sitio aparte, para contar el dinero, para que pudiesen pagar su parte del banquete. (El vallecano y yo habíamos decidido pagar el banquete a medias, pero como yo tenía más invitados que ellos, los padres se negaron, y dijeron que cada uno pagase sus invitados. Me pareció muy cutre, pero bueno). La madre cada dos por tres poniéndonos nerviosos, diciendo, que no sabía si iba a llegar el dinero que le habían dado, pero que menos mal, que ella había traído más dinero por si acaso.

Cuando subimos de contar el dinero, mis padres ya se habían cansado de esperar con el encargado de los salones, por lo que mis padres, ni cortos ni perezosos, pagaron todo; tanto mi parte, como la del vallecano. Entonces, mi suegra cogió a mi padre aparte, para darle el dinero, y mi padre le dijo que tranquila, que ya arreglarían cuentas otro día; que por ese día, el tema ya estaba zanjado.

No había bailado tanto en toda mi vida. Con mis tíos, mis primos, los tíos y primos del vallecano, los amigos... acabé con los pies destrozados.

Luego cada uno se fue por su cuenta a su casa, o a donde quisieran. El vallecano y yo nos fuimos a casa de mis padres, para estar un rato con mis tíos y primos, y luego a las 10 de la noche, habíamos contratado para ir a un pub del barrio, con el cual habíamos acordado que las 2 primeras copas que se tomara cada invitado eran gratis, una copa la pagábamos nosotros, y la segunda, se hacía cargo el pub, y las posteriores, que cada uno se pagase lo suyo. (Era por un sistema de tickets, que ya habíamos dado en el banquete de la boda, cuando pasamos a hacer la "ronda" por todas las mesas, para hablar con todos los invitados).

Sobre las 3 de la mañana, salimos del pub para ir a casa, y los escasos 100 metros que había del pub a donde habíamos aparcado el coche, creo que debí tardar al menos 15 minutos en hacerlo. Tenía un dolor de pies..., que me moría.

Llegamos a casa, pero... ¡oh, sorpresa!, la luz de la entradita no funciona... ¿qué pasa?. ¿Que está la bombilla floja?..., y toda la entradita llena de todos los zapatos que teníamos... (tuvimos que pasar sorteándolos). ¿Y qué es esa música que oigo?... Proviene del salón..., la minicadena está encendida, con música suave muy bajita, hay encima de la mesa una cubitera con hielo y una botella de champán dentro, y dos copas al lado muy bonitas, junto una nota de mi tía P., mi tío J., y mi prima S. La verdad es que me emocioné, pero no tenía demasiado tiempo, venía con unas ganas terribles de ir al baño..., pero aún me tuve que aguantar un poco más. Estaba toda la taza del wc llena de crema de manos. A limpiar antes de poder usarlo, y con las ganas que tenía de ir... GRRR!!!

Después de beber un par de copas de champán, mi ya marido, me ayudó a quitarme el vestido de la boda. Con tanto botoncito que tenía en la espalda, se desesperaba, y decía que tenía ganas de arrancarlos "¡NI SE TE OCURRA!". Cuando consiguió desabrocharme todo el vestido, tenía arroz hasta en el ombligo; con todo el arroz que cayó al suelo, nos habría dado para hacer una paella. Ya me estoy poniendo el camisón de boda que me regaló mi madre con una bata a juego, todo de raso y encaje, precioso..., cuando llegan mis primos a aporrear la puerta de casa y a fundir el timbre "¡¡¡Abrir!!!, ¡¡¡tenemos que entrar!!!, ¡¡¡abrir la puerta!!!" (Menos mal que los vecinos sabían que ese día nos habíamos casado, y fueron comprensivos, y no salió ninguno a llamar la atención). Yo, ni corta ni perezosa, fui a la cocina, llené un bol con agua, y a la que el vallecano abría la puerta, yo les lancé el bol con agua. Si los vierais unos subiendo las escaleras a todo correr, otros bajándolas..., pero la gran mayoría, empapados... (Jajajaja...). Y luego a grito puro en la calle "¡¡¡Venga, tíranos aquí también agua!!!". Ésta vez no fue con un bol; ¡ésta vez fue con un cubo por la ventana!. "¡¡¡CABRONA!!!" Todos empapados de arriba abajo.

Ya se despiden, nos desean una buena y fructífera noche, y se van.

Nos vamos a acostar, pero al sentarnos en la cama... ¿qué es esto?. Hubo que deshacer absolutamente toda la cama. Por debajo de la sabana ajustable, estaba todo lleno de cd´s, y cassettes.

Fue un gran día. A "dormir", que al día siguiente, cuando nos levantáramos, nos íbamos de luna de miel (3 días, al vallecano le dijeron en el curro que no le podían dar más porque estaban hasta arriba de trabajo, a pesar de saber que le correspondían 15 días, que por lo visto, se los darían más adelante) a Torrevieja.