miércoles, 28 de agosto de 2013

Mi separación. (Parte III).

Según iban pasando los días, el vallecano me llamaba prácticamente a diario.

Me decía que me quería, que me echaba de menos, que como dice el refrán, “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”…, y un montón de cosas bonitas más.

Yo le dije que vale, que me parecía muy bien, pero que lo primero que tenía que hacer era cambiar, y tener personalidad propia, y hacer caso de su mujer, que era con quien convivía, no con su madre, que no hacía más que estar debajo de las faldas de su madre, y obedecer y hacer todas sus órdenes, a pesar de que nos afectasen en nuestra relación; y que si su madre me faltaba al respeto, como había hecho más de una vez, su deber era dar la cara por mí, y no al revés, que yo siempre daba la cara tanto por mí, como por él.

Me dijo que sí, que se había dado cuenta, que había cambiado, que me lo juraba…, y en esto que oigo que llegan los padres a casa…, y el vallecano cambia su forma de hablar.

Pasó de hablar tierno y cariñoso, y decirme todas esas cosas tan románticas; a hablar frío, distante, prácticamente con monosílabos… Entonces, yo le dije: “Sí vallecano, ya veo que has cambiado. Ahora que han llegado tus padres no hablas igual que hace 5 minutos. Pasas de tierno y cariñoso sin ellos, a frío y distante con ellos delante. Menos mal que habías cambiado”. Y colgué.

Algunos días más tarde, vino a casa por la tarde con su hermano, para coger algo más de ropa, ya que no se había llevado mucha, y le hacía falta más.

Subieron los dos, él y su hermano. El vallecano iba con muletas, y la pierna que se había roto la cadera estaba muy muy delgada, era casi la mitad que la otra.

Su hermano cogió la bolsa de deporte con la ropa que yo le había preparado (me había llamado ese mismo día por la mañana para avisarme), y bajó.

El vallecano se quedó un rato en casa conmigo porque quería que hablásemos, mientras su hermano le esperaba abajo, en el taxi (su hermano era taxista).

Nos sentamos en el sofá, yo casi en el centro, y el vallecano en una esquina; y según iba hablando (diciéndome las mismas cosas bonitas que me decía por teléfono), se iba acercando más a mi; y según él se acercaba, yo me alejaba; hasta que al final, fui yo la que acabé en la otra esquina del sofá de irme alejando.

De allí a un rato, su hermano pitó con el coche, y el vallecano se asomó. “¡¡¡Oye, o bajas ahora mismo para irnos, o te quedas ahí y luego te buscas la vida, tú verás!!!”. El vallecano le dijo que se quedaba que teníamos que hablar unas cosas.

La verdad es que me dio pena por el vallecano, y rabia por el hermano. ¿Quién puede ser tan sumamente desalmado como para dejar a alguien que no se puede desplazar libremente tirado, y más cuando tiene cosas que hablar con su todavía mujer, que quizás pudiese cambiar la situación?. Yo no creo que si un hermano fuese como tiene que ser, se interpusiese en medio de una posible reconciliación. En tal caso, si tenía cosas que hacer, le podía haber dicho algo así como… “Mira, si ves que puede que tardes, me voy; y luego cuando acabes me avisas y vengo a recogerte”…, vamos, digo yo.

Bueno…, que me desvío.

Después de irse el hermano seguimos hablando, y una de las primeras cosas que le dije fue lo siguiente: “Mira vallecano, yo a día de hoy no sé si te puedo perdonar, y mucho menos después de todo lo que me has hecho; ya no sólo la sevillana, sino las mentiras que le has ido contando a toda mi familia, que incluso has llamado tú mismo y tu madre para ponerme a caer de un guindo. Si quieres que te sea sincera, lo primero que tienes que hacer para yo poderme plantear si te perdono y seguimos, es volver a hablar con toda la gente que has hablado contándole las mentiras que habéis contado; pero ésta vez para decir la verdad, que yo no te he sido infiel, que si alguien tenía una aventura eras tú, que incluso pensabas comprarte un piso con el dinero que te diese yo de éste para que la sevillana se viniese a vivir contigo aquí en Madrid”. “Cari, yo nunca he dicho eso…”. “¿Lo ves?. Me vuelves a mentir. Vallecano, te oí cuando se lo dijiste en la terraza de la cocina, y me lo he callado todo éste tiempo. Que no te dijera nada, no significa que no lo supiera, o no me hubiese enterado, que era lo que tú creías, ¿verdad?”. Y se quedó callado.

Después de esto, nos fuimos a dar una vuelta despacito, para seguir hablando más relajadamente, y le dije que también necesitaba ver otros cambios, como por ejemplo el tema de sus padres; que si realmente le daba igual lo que pensasen o dejasen de pensar, no entendía por qué cuando hablaba conmigo por teléfono, si no estaban los padres hablase de una forma, y si estaban, hablase de otra completamente distinta; por lo tanto, si quería que le creyera, tendría que hablarme siempre igual, tanto estuvieran sus padres, como no.

Ya empezamos a buscar un taxi, a la vez que paseábamos, y cuando encontramos uno, lo cogió.

Justo antes de cerrar la puerta, le dije: “Recuerda, vuelve a ponerme en mi sitio con mi familia, para poderme empezar a plantear si te perdono y volvemos. Mientras no hagas esas llamadas, no tienes nada que hacer”. Y le cerré la puerta del taxi.

Al día siguiente, como a mediodía, me llamó mi tía P., para decirme que le acababa de llamar el vallecano, diciéndole que sentía haberles mentido, que reconocía que había contado mentiras sobre mí, y que quién dijo desde el principio la verdad era yo, por lo tanto, que creyesen lo que yo había dicho, porque lo que él dijo, no era verdad.

Había conseguido lo que quería, que me volviera a poner en mi sitio, ahora, lo de volver…, lo dudaba un 99,9%; más que nada, porque yo soy de las personas que les cuesta muchísimo tomar una decisión tan importante, ahora, una vez tomada…, hasta el final, con todas sus consecuencias.

martes, 27 de agosto de 2013

Mi separación. (Parte II)

Pocos días después, cuando al vallecano le dieron el alta, se fue a casa de sus padres.

Estando ya en casa de sus padres, el vallecano se dedicó a llamar a algunos primos míos con los que anteriormente salíamos de vez en cuando, para decirles que yo le había puesto los cuernos, que era imposible vivir conmigo en casa, que no hacía más que gritarle y llevarle la contraria en todo, que a veces cuando volvíamos de estar con ellos (con mis primos), los ponía a caldo (cuando era y es mentira); pero lo que más recalcaba, era que yo le había sido infiel, y que me había acostado con R.C.

También llamó a algunos tíos, entre ellos a mi tía P., que fue la que me contó todo esto, para decirles más o menos la misma historia, y desde luego, erre que erre, que yo le había sido infiel acostándome con R.C.

Su madre tampoco estuvo tocándose el higo las narices, sino que ella también llamó a una tía mía, mi tía I (la madre de Y., la que era novia del primo del gallego), para decirle que yo no la había invitado a la boda porque no la podía ni ver, a lo que mi tía le dijo que no sabía de dónde se había sacado eso. La madre del vallecano le dijo entonces, que si acaso era mentira, entonces porqué ella no había ido a la boda, porque ella sabía perfectamente que no la había invitado. Mi tía I., le dijo que no sabía de donde se sacaba esas gilipolleces tonterías, porque yo sí le llevé una invitación a mi boda, y que si ella y su marido no pudieron venir, fue porque estaban en Galicia, cuidando de mi abuela, que estaba muy enferma…, ¿o acaso no se acordaba que a finales del mismo mes que nos casamos, mi abuela murió?. Mi tía también le dijo que no tenía nada más que hablar con ella, y mucho menos para oír mentiras, y la colgó.

Algunos días más tarde, supuestamente, me llamó un policía de Sevilla, y digo supuestamente, porque realmente no sabía entonces, y sigo sin saber ahora, si realmente era un policía, o algún amigo de la sevillana haciéndose pasar por policía (tipo como cuando mi amigo hizo las averiguaciones que hizo).

Se supone que por lo visto a la sevillana, la habían hecho unas llamadas amenazándola, y no sé qué rollo, y por lo visto la sevillana, parece ser que lo había denunciado, y que según ella, creía que podía ser yo, ya que como yo era la ex mujer del vallecano, y quería volver con él, pues no le dejaba libertad para que rehiciese su vida.

A ese policía (o supuesto policía), le conté todo de “pé a pá” (excepto lo del beso con R.C). Estuvimos un buen rato hablando, y al final, me dijo que hablaría con la parte denunciante, para comunicarle todo lo que yo le había dicho. Después de haber hablado conmigo, también llamó a R.C., (poco después me llamó R.C. para decírmelo), y le dijo exactamente lo mismo que le había dicho yo, también comiéndose la parte del beso.

Esa misma noche, o a la noche siguiente (no lo recuerdo muy bien), me llamó la propia sevillana, medio llorando, pidiéndome disculpas, y diciendo que por favor que la perdonase; que el vallecano la había mentido, la había dicho que estábamos separados pero yo quería volver con él a toda costa, y que ya no sabía cómo librarse de mí, y un montón más de mentiras; y que ella había empezado a sospechar algo desde hace unos días, porque por lo visto había pillado al vallecano en un renuncio.

Yo la dije que en esos momentos no tenía nada que perdonarle, más bien agradecerle, el haber hecho posible que por su motivo, el vallecano y su familia, se hubiesen mostrado tal y como eran; y que por mi parte, el vallecano ya estaba libre, por lo tanto, si quería estar con él, que estuviese, que la que había solicitado a mi abogado la separación, había sido yo hace unos días.

Me dijo que por su parte, le podían dar viento fresco tanto al vallecano como a su familia.

Pocos días más tarde, el vallecano empezó a llamarme de vez en cuando para hablar conmigo, y pedirme perdón, que me echaba de menos, que había recapacitado y había visto que lo de la sevillana había sido una tontería, que la había dejado… bla, bla, bla…


Entonces, yo empecé a forjar un plan, para que el vallecano volviese a “ponerme en mi sitio”, y que finalmente, dijese la verdad, y reconociese que había mentido, y que si alguien había puesto los cuernos, era él, no yo.

jueves, 22 de agosto de 2013

Mi separación. (Parte I)

El lunes, 09 de Julio del 2001, como dije en un post anterior, hablé con mi profesora de Derecho de la academia donde estudié el Curso de Gestor Inmobiliario, y acordamos, que ella llevaría mi separación.

La pobre flipó con todo lo que le conté, y cuando le dije lo de la denuncia de la madre del vallecano, y después que el marido le levantó la mano a mi madre…, escandalizada es decir poco de cómo se quedó.

Ella me aconsejó, que aunque nos estábamos separando, como aún no estaba separada, que NO cambiase la cerradura de casa, ya que seguía siendo la casa del vallecano, y si algún día iba, y se encontraba la cerradura cambiada, por lo visto podía denunciarme por echarle de casa; pero que si tenía miedo de que me pudiese quitar algo, que lo llevase a casa de mi madre.

Yo le dije, que tenía miedo que sólo por joder fastidiar me borrase los datos del ordenador, donde estaba metido todo el tema de la empresa, y me aconsejó que le cambiase la contraseña, hiciese copias de seguridad, y le metiese claves de acceso a los documentos, para así no poder borrar nada que me fuese necesario.

Al día siguiente, 10 de Julio del 2.001, hubo un atentado de E.T.A. en Madrid muy cerca de donde vivo (a 900 metros); de hecho, andando, se tardan unos 10 minutos en llegar. Recuerdo que fue por la tarde ya a última hora, yo estaba en casa, y sonó una explosión muy fuerte, a la vez que todos los cristales vibraron como si fueran a romperse (por suerte no se rompió ninguno). Por desgracia, murió un policía en ese atentado, y hubo unos cuantos heridos.

El atentado salió en todos los telediarios de todas las cadenas que había por aquel entonces, que aunque no eran tantas como ahora, ya había unas cuantas; y se estuvo hablando de él durante unos días. Nos llamaron a mis padres y a mi (mis padres vivían aún más cerca, como a 500 metros), familiares y amigos para saber si estábamos bien, pero el vallecano…, el vallecano ni nadie de su familia nos llamó; y la verdad es que me dolió muchísimo. No me podía imaginar que el vallecano, del cual estuve tan enamorada en su día, fuese tan… no tengo palabras para poder definirlo.

Sin embargo, algunos días más tarde (sobre mediados de julio, ya tirando a finales), sí que me llamó. La conversación fue algo así:

Vallecano: “Hola”. Yo: “Hola”. “¿Sabes quién soy?”. “Sí, el vallecano”. “Te llamaba para decirte que dentro de unos días me van a dar el alta”. “Vale, me alegro por ti”. “Quería preguntarte una cosa”. “Dime”. “¿Cuándo me den el alta, puedo ir a casa?”. “Desde luego que puedes venir a casa, también es tu casa”. “Ah, vale. Genial entonces”. “Oye vallecano, una cosa”. “Sí, dime”. “Te he dicho que sí, que puedes venir a casa”. “Ya”. “Déjame acabar”. “Ah, perdona. Vale, dime”. “Te he dicho que sí puedes venir a casa, pero si te piensas que te voy a cuidar, a lavar, a ayudarte a levantar para ir al baño, a hacerte la comida, lavarte la ropa, y demás… ¡lo llevas claro!; por lo tanto, tú verás cómo haces, y cómo te las apañas, porque conmigo, olvídate de poder contar”. “………………Bueno…, pues ya veré entonces... Adiós”. “Adiós”.

Ni se dignó aunque hubiesen pasado ya unos días, preguntarme por el tema del atentado.

Al día siguiente, o dos días después, quién sí vino a mi casa, fue mi primo J., para que le diese alguna ropa del vallecano para llevársela al hospital, que por lo visto el vallecano le había llamado, y le había pedido si le podía hacer el favor, porque le iban a dar el alta, y se iba a ir a casa de sus padres, ya que yo por lo que le dije, aunque fuese su mujer, no pensaba cuidarle (¿tendría morro el caradura?).

Cuando llegó mi primo, estaba mi madre y mi padre conmigo en casa, y después de darle la ropa a mi primo, mi madre le dijo al principio serena, luego ya llorando, que no podía comprender que siguiesen viendo a ese sinvergüenza, con lo mal que se había portado conmigo tanto él como toda su familia; y que si fuese un primo como “Dios manda”, a quién apoyarían, tuviese razón como era el caso, o no la tuviese, era a mí, que para algo era su prima, no el vallecano.

jueves, 8 de agosto de 2013

Premio Primavera.

Hoy hago un alto en el camino de mis aventuras y desventuras vividas, para haceros partícipes de un premio que me han otorgado.

¡¡¡Mi primer premio!!!

Se trata del PREMIO PRIMAVERA.



La verdad es que mentiría si dijese que no me ha hecho ilusión, ya que no llevo tanto en éste mundo de la blogesfera, y por lo tanto, no esperaba recibir ningún premio todavía, y máxime cuando no tengo una gran cantidad de seguidores, que por el momento se pueden contar con los dedos de las dos manos, y me sobran dedos.

En primer lugar, agradecer a ALBA de YA ESTOY AQUI MAMA!! (http://yaestoyaquimama.blogspot.com.es/), por haberme otorgado éste premio. La verdad es que no me lo esperaba.

El blog originario, tal y como pone en el propio premio, es http://podemos-juntos.blogspot.com.es/

Ahora toca contestar unas cuantas preguntas que nos hace el premio. Vamos allá.

1.   PREMIO QUE MÁS TE HA GUSTADO RECIBIR: Pues obviamente, si es el único que me han otorgado hasta ahora, creo que la respuesta es clara. PREMIO PRIMAVERA.

2.   REGLA EN LOS PREMIOS QUE SIEMPRE FALTA: Sinceramente, muy ducha no estoy en el tema; lo único que si veo de algunos premios que he visto a otr@s bloguer@s, es que algunos tienen un montón de normas a seguir, y no sé yo si me perdería entre tantas reglas; por lo demás, creo que cada cual es libre de poner las reglas que estime oportunas. En lugar de faltar, yo creo que a alguno le sobra alguna pregunta de carácter un poco… demasiado personal, digámoslo así, aunque cada cual es libre de responder lo que quiera (yo en esos casos, seguramente respondería algo así como… “me lo reservo para mi”)

3.   NUEVO NOMBRE DE MI FLOR FAVORITA: A mi particularmente, no tengo una flor favorita, pero si me tengo que decantar por alguna, las que más me gustan son las orquídeas, y los gladiolos; pero ésta vez, en honor a mi padre, que dos días antes de morir, me dijo que quería una rosa de color rosa, pues me quedo con ellas. Las rosas de color rosa. Y de nombre…, también en honor a mi padre, le pondría MAGAR (este nombre prefiero no explicarlo, basta decir que tiene bastante que ver con mi papi).

4.   MINERAL QUE TE ASOMBRA: El diamante; por la dureza que tiene, y que ningún otro puede con él, excepto otro diamante.

5.   ARGUMENTO PERFECTO DE UN LIBRO: ¡¡¡Mi blog!!! Jajajajajaja… (risa cómplice). No, ahora en serio. A mí me gustan mucho los libros que tengan algo de intriga, un poquito de miedo, bastante romanticismo, y alguno de sus protagonistas sean vampiros, hombres lobo, espectros… pero que sean personajes buenos, y si en algún momento tienen que ser malos, que sea por defender a otro personaje al que amen profundamente (sea pareja, sea amigo, sea familiar, o que el otro personaje aún no lo conozca pero algo sienta que le ronda protegiéndole)

6.   VALORES QUE FALTAN AL MUNDO: Yo no creo que falten, más bien no se hace uso de ellos. En mi caso, encuentro mucha falta de sinceridad, y ayudarnos más los unos a los otros porque sí, porque me apetece, y no espero nada a cambio.

7.   ERRADICARÍA: Las mentiras. Como ya dije en mi presentación, pienso que es mejor siempre decir la verdad, a pesar de que duela, que una mentira aunque sea piadosa. Y la hipocresía. Eso de por delante hay que maja eres y que mona, y por detrás te pongo como un trapo…, no lo llevo muy bien, la verdad.

8.   RAZONES POR LAS QUE PASAR EL PREMIO: A las personas a las que se lo pasas, saben que son importantes para ti, porque si no les tuvieras un especial reconocimiento por una u otra causa, no se lo otorgarías a quién lo haces.

9.   AMISTAD BLOGUERA LLEVA EL NOMBRE DE: Lo siento por si a otr@s no les gusta mi elección, a pesar de que hay alguna que otra mami que me ayuda mucho ya sea emocionalmente, dándome consejos, o enseñándome cómo hacer más atractivo mi blog; pero mi elegida es ALBA, ya que desde que me descubrió, me ha seguido fielmente, me dice lo que piensa sobre el tema que trato ese día, y también, porque parece que le he descolocado un poco los esquemas que ella tenía preconcebidos, al ver otro punto de vista, y porqué se hacen determinadas cosas que normalmente, no se verían (o ella por lo menos no veía) bien.

Y ahora toca nominar a 10 blogs:

1.   En primer lugar quiero nominar a UNA MAMA ESPAÑOLA EN ALEMANIA (http://mamaenalemania.blogspot.com.es/), porque fue el primer blog que leí además del tirón, porque me lo descubrió mi amiga M. (la cual también vive en Alemania), y me comenta que prácticamente es una réplica de su vida, que también es una “Rabenmutter”, con la diferencia de que el marido germano, a mi amiga, de príncipe se le ha convertido en rana. Además, desde que me lo acabé de leer (hasta esa fecha, que luego he seguido, ¿eh?), me inspiró y me dio el atrevimiento para decir… “¿Y por qué yo no escribo también?”. Por ella me encuentro ahora mismo aquí.

2.   En segundo lugar a CRIAR A UN BEBE DIFICIL (http://criaraunbebedificil.blogspot.com.es/), por ser la primera persona que me hizo un comentario en mi blog, y me hizo muchísima ilusión tener mi primer comentario.

3.   En tercer lugar, y aunque no tenga nada que ver con las mamis, ni los papis, ni los peques, a TREINTA Y… DIARIO DE UNA TREINTAÑERA (http://www.treintay.com/), porque me río muchísimo con sus historias, y además anda fastidiada de una rodilla como yo, y me solidarizo con ella por la incomprensión que muestran algunos traumatólogos a la fobia que tenemos que nos toquen la rodilla mala.

4.   En cuarto lugar a CUANDO LOS SUEÑOS DESPIERTAN (http://elblogdelagrula.blogspot.com.es/), porque es una tía fantástica, y me ha ayudado mucho a hacer que mi blog fuera más bonito y ameno, y los ánimos que me sigue dando tanto por el formato, como por lo que escribo.

5.   En quinto lugar a 1MADREINITALY (http://1madreinitaly.blogspot.com.es/), porque me encanta su blog, sus comparaciones españoles-italianos, y algunas de las recetas que pone y he hecho, están buenísimas.

6.   En sexto lugar a DESMADREANDO (http://www.desmadreando.com/), porque tiene mucho salero ésta mexicañola como ella dice, compartimos nuestro amor por nuestros respectivos padres (ambos fallecidos), y tiene a su Critter, que es la monda.

7.   En séptimo lugar a DESBLOGGEANDO (http://www.desbloggeando.com/), porque me encantan los desblogueos que hace, y siento por su blog pasión y temor a partes iguales (sobre todo si alguna vez me toca a mí).

8.   En octavo lugar a FELIZMENTEATADO (http://felizmenteatado.blogspot.com.es/), por ser el primer papá que leí que se ha unido a las mamás blogueras (sé que hay más, como PAPA LOBO, pero el primer hombre que leí, fue él).

9.   En noveno lugar a HIJA NO HAY MAS QUE UNA (http://hijanohaymasqueuna.blogspot.com.es/), por su serie “Madre sí hay más que una”, que me encanta, y la disección que hace una a una de todas las posibles mamis.

10.   Y por último, en décimo lugar, pero no menos importante, a CRIANZA DE ALTA DEMANDA (http://crianzadealtademanda.blogspot.com.es/), por enseñarnos cómo tratar con niños de alta demanda, que aunque el mío por suerte, no es así, en algunos momentos sí ha tenido reacciones similares, y me ha servido para comprenderle y ayudarle mejor.

Me voy una semanita al pueblo, a ver a mi peque que está con mi suegra (ésta sí que es una joya de suegra, no la que por el momento conocéis que tuve anteriormente, vamos, como la noche y el día son), y hace casi un mes que no le veo, y le echo terriblemente de menos, porque aunque hablemos por teléfono todos los días…, no es igual; por lo tanto, no sé si podré escribir alguna entrada.


Un besazo a tod@s, y nos vemos a la vuelta.

martes, 6 de agosto de 2013

Mi matrimonio. El fin. (Parte V y última)

Por lo que me imagino, mi padre debió hablar con mi madre y contarle lo que había pasado (si no todo, casi todo), el caso, es que dos días después de habernos ido mi padre y yo del hospital, para nunca más volver, e ir buscando abogado para solicitar la separación (de aquella no te divorciabas directamente, primero te separabas, y cuando ya tenías la sentencia, si querías te divorciabas, no como ahora), mi madre estuvo hablando conmigo “Venga Gema, mañana vamos al hospital a ver al vallecano, haber si conseguimos solucionar vuestros problemas, que estáis casados, y un matrimonio no se puede tirar así como así por la borda”, a lo que la dije que estaba de acuerdo, que un matrimonio es una cosa muy seria como para terminarlo así, de golpe y porrazo, pero que yo ya llevaba aguantado mucho, y ya no podía más. Y mi madre, erre que erre, total, que al final la dije: “Vale, está bien, vamos al hospital las dos, pero no te garantizo nada”.

Al día siguiente, fuimos al hospital, y al principio, más o menos tuvimos una conversación medianamente normal, hasta que al final, volvió a llamar la sevillana. Lo cogió la madre del vallecano, pero como dijo se le escapó el nombre de la sevillana, y le dijo que en ese preciso momento no podía hablar…, ya monté en cólera, y dije: “¿Qué?, ¿seguimos igual no?, seguimos zorreando. Menos mal que según tú, se supone que yo soy la que pone la cornamenta, no quién la lleva…”. Al final, acabamos discutiendo, y mi madre y yo nos fuimos. Dije que no volvía a ir, que hasta aquí habíamos llegado.

Dos días más tarde, mi madre volvió otra vez a la carga: “Venga, vamos a hablar civilizadamente, haber si se deja de tonterías, y podéis continuar adelante”. Nuevamente me dejé convencer, y al día siguiente volvimos a ir.

Cuando fuimos, resulta que el vallecano sabía que al día siguiente (06 de Julio del 2.001), yo tenía una cena con los profesores y compañeros de la academia, por haber acabado el curso de Gestor Inmobiliario, y me preguntó si pensaba ir. Era una cena que llevábamos planeando desde primeros de junio, para ir todos después de acabar los exámenes, para celebrarlo, y despedirnos los unos de los otros. A la pregunta del vallecano, le dije: “Desde luego que voy a ir. Llevo esforzándome todo el año para sacarme mi título, y en los exámenes he sacado muy buenas notas (la nota más baja fue un 7,5); además quiero desconectar un poquito de todo, y creo que me lo merezco”.

Ni qué decir tiene que volvimos a acabar discutiendo, pero ésta vez el vallecano, la madre, mi madre, y yo; hasta el punto que eran tal los gritos que allí se profirieron, que hasta vinieron las enfermeras para ver qué demonios pasaba; y el vallecano nos ordenó a mi madre y a mi irnos de muy malas maneras.

Al día siguiente, tuve la cena, a la que obviamente, fui. Me sirvió para relajarme un poquito, y pegarme unas risas, aunque de vez en cuando me daba el bajón. Los seis que mejor nos llevábamos, estuvimos comentando un poco cómo iba mi historia, y todos me decían que era un desgraciado desagradecido, un sinvergüenza, y demás lindezas que desde luego se merecía.

Al día siguiente (07 de Julio del 2.001), a mediodía, recibí una llamada de la policía. Me decían si podía acercarme a comisaría a declarar, porque habían puesto una denuncia contra mí: “¿Contra mí?, ¿quién?”. “No la podemos informar por teléfono, debe venir a la comisaría”.

Llamé a mi padre, y para la comisaría que nos fuimos los dos. Cuál fue nuestra sorpresa, cuando al llegar, y atendernos el policía que nos correspondía, resulta que la denuncia es… ¡¡¡DE MI SUEGRA!!! por ¡¡¡INSULTOS Y AMENAZAS!!!. Me quedé… alucinando es poco. Y mi padre dijo: “¿Quieres ver que como ayer te fuiste a la cena, en represalia te ha puesto esa denuncia?”. Le explicamos al policía lo que pasaba, la situación en la que me encontraba yo con el vallecano, y el pobre flipó, y pensó lo mismo, según nos dijo.

Ese mismo día, por la tarde, mi madre me dijo de ir al hospital al día siguiente, para ver por última vez, si había algo que “rascar” con respecto a nuestro matrimonio, a lo que yo me negué; pero tanto insistió, tanto insistió, tanto insistió, que al final la dije: “Mira, si quieres ir, vamos, pero como la cosa salga mal, no me vuelvas a decir NUNCA de volver a ir, porque la respuesta va a ser NO”.

Al día siguiente, por la tarde, volvimos mi madre y yo a ir al hospital.

Cuando llegamos, estaba sólo la madre del vallecano, pero de allí a un ratito, llegó también el padre.

Yo estaba sentada a la derecha del vallecano, en el alféizar de la ventana; a los pies de la cama, estaba sentada la madre del vallecano, en una silla, su marido estaba de pié a su lado; y de frente al marido, que correspondía con el lado izquierdo del vallecano, estaba sentada mi madre en el sillón.

Esta vez, quienes acabaron discutiendo, fue mi madre con la madre del vallecano, una discusión bastante fuerte. La madre del vallecano, intentaba por todos los medios dejarme mal frente a mi madre (que si era una mentirosa, que si le había puesto los cuernos a su hijo, que si yo tenía mucho interés en casarme con su hijo…), y mi madre rebatiéndola punto por punto (que si los interesados en que nos casáramos habían sido ellos, que bien que querían adelantar la boda, que mentirosa puede ser, pero no más que lo era su hijo y ellos, que si alguien había engañado era su hijo a mí, que había que ser muy mala persona para ponerme una denuncia como venganza por haberme ido a la cena…).

El padre del vallecano, también se metió por medio en la discusión, y al final, en un momento dado, se fue todo embalado a mi madre, levantó la mano…, y su mujer gritó: “¡¡¡FULANITO!!!”. Yo salté de la ventana, casi tirando a mi paso a la madre del vallecano, enganché con las dos manos a su marido del brazo, y le dije muy bajito: “Como se te ocurra tocarle un solo pelo a mi madre, TE MATO”. Mientras, mi madre le picaba más: “Déjale Gema que me pegue, venga, adelante, pégame. Así yo también puedo poner una denuncia, pero la mía con razón, no con mentiras”

El vallecano en ése momento, sólo dijo: “Por favor, iros, es lo mejor para todos”. Al llegar a la puerta, mi madre se dio la vuelta y le dijo: “Vallecano, sinceramente, me das pena. Tanto cómo te hemos ayudado tanto Gema, como mi marido, y yo; a pagar el coche, cuándo no teníais para comer os compraba yo la comida como bien sabes, mi marido se enfrentó a tus padres por defenderte a ti cuando te operaron de la nariz, te dio trabajo cuando no lo tenías, mi hija te compró trajes, que nunca habías tenido, cuando tuviste que ir al dentista, te dimos el dinero para que pudieras ir, al poco de casarte por fin te pudiste mirar la vista (aunque tu madre decía que eran tonterías tuyas), y te pusieron gafas que también pagamos mi marido y yo; y tantas, tantas cosas…, ¿y así es cómo lo pagas?. Veo que mi marido tiene razón. No eres más que un pelele que sólo sabe estar debajo de las faldas de tu madre, aunque tus padres, si pueden, te quiten la vida”

El padre gritó: “¡¡¡FUERA!!!”. Yo les eché una última mirada mitad odio, mitad tristeza, y nos fuimos…, y nunca más volvimos.


Al día siguiente, lunes, hablé con la que fue mi profesora de Derecho en la academia, para que me llevase la separación.

lunes, 5 de agosto de 2013

Mi matrimonio. El fin. (Parte IV)

A finales de Junio, finalmente operaron al vallecano de la cadera. Estuvo más de tres horas en el quirófano, y a mí se me hicieron interminables.

Poco antes de entrar a quirófano, estuve hablando con él, y le dije que mirase bien quien estaba con él en ese momento, si era la sevillana, o era yo, su mujer; y que mientras estuviese dormido, que hiciese el favor de pensar qué era lo que quería hacer, si luchar por nuestro matrimonio, o mandarlo todo a pique. Le desee mucha suerte en la operación, y se lo llevaron.

Mientras le operaban, sus padres y yo estábamos esperando en el hall que da a las escaleras, y los ascensores, que estaba muy cercano a la entrada a los quirófanos, pero nos teníais que ver; ellos en una punta, y yo en otra.

Durante la operación, tuve mucho tiempo para pensar en todo lo que había pasado durante el último mes, especialmente los últimos días, desde poco antes del accidente; y fue tanto el agobio, el dolor, la desesperación…, que allí mismo rompí a llorar. Mi queridísima suegra, entonces, no se le ocurrió nada mejor que decir algo así como… “Claro, la que no sabe ser una buena mujer, no puede recibir nada bueno. Llora, llora, que no te hace mal”. Me levanté, la miré con odio, y la dije: “Vete a la mierda, tú, y toda tu puta encantadora familia”.

Cuando salió del quirófano, el médico estuvo hablando con nosotros, y nos dijo que todo había salido bien, pero que habían tardado más de la cuenta, porque tenía la cadera destrozada, rota por varios sitios, y astillada, que le habían tenido que poner unos clavos, y no sé que más historias. Que la recuperación sería lenta, tendría que ir a rehabilitación, pero que al final volvería a andar perfectamente.

Esa noche, me quedé en el hospital con el vallecano. Sus padres por lo visto no se podían quedar, ya que su padre tenía turno de mañana en la fábrica, y la madre, por lo que me dijo, tenía que ir a limpiar una casa por la mañana a primera hora, pero que a las 10 salía, y sobre las 11 o un pelín más estaría ya en el hospital para que yo me fuera, ya que yo les dije que yo algo tenía que dormir, porque por la tarde tenía los 3 últimos exámenes del curso de Gestor Inmobiliario para sacarme el título.

Por la noche, estuve estudiando un poco, pero al final estaba tan cansada de haber estado todo el día en el hospital, que me quedé dormida en el sillón (de esos cutres antiguos, que se reclinan un pelín, pero sigues estando sentada, ya que le trasladaron de habitación, a un ala que todavía no había sido remodelada, y la habitación era de las que aún tenían 6 camas, y los sillones encima, no tenían ni reposa pies, les faltaba a todos, por lo que cogí una silla para apoyar las piernas), pero al final acabé despertándome de golpe y porrazo, cuando imagino que me di la vuelta dormida, y… acabé en el suelo. Menudo batacazo me metí. Ya no pude dormir en toda la noche. Era notar que se me cerraban los ojos, y automáticamente despertarme del todo como sobresaltada.

A los demás enfermos de la habitación les vino de perlas, porque los que no se podían mover mucho (excepto 2, el resto), les hice de enfermera (dándoles agua cuando me la pedían, o acercándole la botellita para hacer “pipí”, o a un viejito muy majo arropándole que tenía frío).

Al día siguiente, mi amadísima suegra, llegó… a las 14 horas. “Lo siento hija, me ha sido imposible llegar antes. Es que tuve que ir al banco y…” La corté: “Vale, vale, que me da igual, que yo me voy. Ni dormir ni pollas leches. Ya veremos cómo me salen los exámenes. Mira que te lo dije, pero está visto que aquí el tema es putear fastidiar a Gema, y cuánto más mejor. No te preocupes, para la próxima vez, si hay una próxima vez, ya sé lo que tengo que hacer”. Y me fui.

Llegué a casa, me duché, comí un bocadillo, y salí disparada, que a las 17 horas, tenía el primer examen. Por suerte, los bordé, y cómo me dijo mi padre posteriormente, cuando nos dieron los resultados días más tarde… “Ay Gema, si hubieses estudiado así antes, ahora tendrías una carrera, o te faltaría poco”. “Ya papá, si tienes razón, pero es que esto, me gusta”.

Los días siguientes seguí yendo al hospital, ya le trasladaron de habitación a una del ala nueva (que era individual), y teníamos más o menos una relación “cordial”, pero sin hablar del  tema sevillana.

Hasta que llegó el 29 o 30 de Junio, que fuimos mi padre y yo al hospital, y le llevamos la declaración de la renta para que la firmase para presentarla a Hacienda. Estaba la madre, y le dijo: “Hijo, mira bien lo que firmas, no vaya a ser que te metan en algún lío”. Mi padre, que ya sabía un poco por encima todo lo que pasaba (ya no pude más y el mismo día que tuve los 3 exámenes, al salir de la academia le llamé, y le dije si podía venir a mi casa, que necesitaba hablar con él), pues ni corto ni perezoso, le espetó a mi suegra: “Piensa el ladrón, que todos son de su condición”, “¿Me estás llamando ladrona?”, “Pues sí mire, entre otras cosas que me callo por no ponerla la cara colorada, que vergüenza les tenía que dar a todos ustedes cómo se están portando con mi hija, y lo que la están haciendo”, “Pues anda que vosotros seréis muy educados, pero ni las gracias le disteis a mi hijo por haber trabajado para vosotros”, “¿Las gracias señora?, en tal caso las gracias las tendrían que dar ustedes por haberle dado un trabajo a su hijo cuando no le cogían en ningún lado por mucha entrevista, y mucho currículum, y mucho curso que llevase o hiciese”.

Mi padre me cogió de la mano, y me dijo: “Gema cariño, vámonos, que no merecen la pena ninguno de ellos”.


Para mi padre y para mí, ya estaba decidido, mi matrimonio se había acabado (y eso que mi padre, era un hombre muy mayor - de aquella faltaba poco para que cumpliese 71 años - gallego, y por ende, antes de casarse con mi madre y nacer yo, había sido cura; por lo tanto, os podéis hacer una idea de la opinión que tenía él de las separaciones y los divorcios).

La verdad, es que cuando me monté en el coche con mi padre, y salimos del hospital, por primera vez respiré aliviada. No me había dado cuenta de toda la presión a la que había estado sometida hasta ese momento; sí, sabía que había sido mucha, pero... no pensé que hubiese sido tanta hasta ese preciso instante.

sábado, 3 de agosto de 2013

Mi matrimonio. El fin. (Parte III)

Entre esas joyitas que me enteré, destacan las siguientes:

Primera: Un día, que estaban los padres del vallecano, y mientras yo “iba al baño”, llegaron mi tío S., y mi tía M., salió a relucir el tema del coche… Mis tíos: “Bueno, por el coche no tienes que preocuparte, porque aunque haya quedado siniestro, con el seguro, te pagan el valor del coche”. Mis suegros: “¡Uy!, eso no va a poder ser, porque tu sobrina Gema fue tan inteligente, que cuando tuvieron que renovar el seguro, en lugar de hacerlo a todo riesgo, lo hicieron a terceros”.

La realidad, era la siguiente: Cuando el vallecano compró el coche, hizo el seguro del coche a todo riesgo, pagándolo semestralmente; pero cuando acabó la anualidad, nosotros estábamos bastante apurados de dinero, y era demasiado dinero.

Un domingo de los que íbamos a comer a casa de mis suegros, y cuando aún no había vencido el seguro, pero le faltaba poco, así hablando salió el tema, y le dijimos que no sabíamos cómo íbamos a hacer con el coche, porque no podíamos pagar el seguro tan caro, y que habíamos mirado otras compañías, y que aunque algo más barato habíamos encontrado, seguía todavía siendo caro para lo que nos podíamos permitir en esos momentos.

Respuesta de mis suegros: “Pues nada, si no podéis pagar el seguro, no podréis andar con el coche, porque sin seguro, ya sabéis que no se puede ir”.

Más adelante, cuando ya estaba a puntito de vencer el seguro, le comenté el problema a mi padre directamente, sin andarme con rodeos, y me dijo: “No te preocupes cariño. El seguro a todo riesgo sí, es muy caro por lo que me dices, pero para que podáis seguir usando el coche, podemos hacer lo siguiente. Os meto yo en mi compañía, que con tantos años como llevo saldrá más barato, pero tendrá que ser a terceros, porque sabemos que tenemos bastantes gastos, pero tranquila, yo os lo pago”

Resumen: Encima de que mi padre se hizo cargo de pagar el seguro del coche para que pudiéramos seguir usando el coche, y que ya previamente había pagado unas cuantas letras del coche a mis suegros, sin habernos pedido ni un solo duro… ¿todavía pretendías so pedazo de bruja, que mi padre pagase de su bolsillo el seguro a todo riesgo, cuando realmente el coche era de tu hijo?, ¿y además tienes la caradura de criticarlo, cuándo vosotros ni tan siquiera nos planteasteis el podernos ayudar a pagarlo o algo?. Vamos hombre, no me jodas fastidies.

Segunda: Otro día que fueron los abuelos del vallecano a verle, y por lo visto, según les contaban los padres del vallecano y el vallecano a los abuelos… ¡¡¡yo me había follado acostado con R.C., y aunque yo lo negaba, el vallecano sabía que era verdad porque había encontrado una parte del envoltorio de un preservativo, cuando nosotros no usábamos preservativo!!! (repito lo que dije en una entrada anterior…, llevar la fama, sin haber llevado el provecho…, ¡¡¡manda huevos narices!!!; y encima, me tachaban a mí como la infiel, cuando la realidad es que yo era la cornuda). Vamos, que no sé si la mentira la habían inventado entre los padres del vallecano, y el vallecano; o solamente la inventó el vallecano, y los padres así lo creían porque se lo había dicho su hijo.

Entonces, los abuelos del vallecano, hicieron la siguiente propuesta: “¿Y por qué no contratáis un detective para la que siga?, así cuando la vuelva a pillar siéndote infiel, con las pruebas que te consiga, puedes solicitar el divorcio por ella ser una adúltera, y además, si no me equivoco, puedes solicitar quedarte con el piso que habéis comprado entre los dos, y la empresa de ella, como indemnización por su comportamiento, por haberte engañado”

Yo no conozco mucho la ley como va en temas de divorcios, pero en el supuesto caso que yo hubiese sido la infiel…, dudo mucho que la ley diga que se puede quedar con el piso por todo el morro, y mucho menos, quedarse con mi empresa, cuando hicimos una separación de bienes previa a yo hacerme cargo de la empresa familiar que me pasó mi padre. (Menos mal que le hice caso a mi padre en su momento, sino, lo que si tengo muy claro, es que la mitad de la empresa le pertenecería al desgraciado sinvergüenza). Como podéis ver, sólo se movían por el interés. Vaya familia, ya los abuelos eran buenas piezas por lo que se ve.

Tercero: Otro día (y ya el último ejemplo de las joyitas que pude oír), según yo me fui al “baño”, al poquito de salir, le dijo la madre al vallecano: “Ha llamado la sevillana. Dice que le gustaría hablar contigo, pero no se atreve a llamar por si vuelve a cogerlo Gema. Le he dicho que no se preocupe, que cuando venga tu hermano y no esté Gema, nosotros la llamamos a ella, para que así pueda hablar contigo, y que de todas formas, puede llamarnos a casa todas las veces que quiera, y la diremos como vas, y si quieres darle algún recado, ya se lo decimos también”. ¡¡¡Increíble!!!, yo que no me quería creer lo que me había dicho mi amigo, de que la madre del vallecano y el hermano estaban al corriente de la verdad (o al menos de la historia que se traía con la sevillana), y resulta que sin que la propia madre lo supiera, me lo confirma con sus palabras.


Hubo más cosas que escuché, pero vamos, todas vienen a rondar sobre el mismo tema, como por ejemplo oír al hermano hablar con la sevillana por teléfono y pasarle el teléfono al vallecano, aprovechando que yo había ido al “baño” (que meona estaba hecha en aquella época, ni que tuviera el muelle flojo, jejeje... - risa falsa y triste -).




viernes, 2 de agosto de 2013

Mi matrimonio. El fin. (Parte II)

El vallecano todavía estuvo un par de días más en la UVI, hasta que finalmente le trasladaron a planta, para allí alimentarle en condiciones para que estuviese completamente bien en cuanto a analíticas de sangre, para posteriormente poder operarle, y mientras, le tenían con la pierna completamente inmovilizada, subida a una especie de cabestrillo.

Yo estaba con él todo lo que podía, ya que como estaba acabando las clases para sacarme el título de Gestor Inmobiliario, las tardes que tenía que ir a la academia, pues normalmente estaba mi madre en mi lugar, aparte de su familia, por supuesto.

Un día, estando con él por la tarde, llamaron al teléfono de la habitación, y lo cogí yo, ya que a él le quedaba un poco lejos, y como no se podía mover…

“Sí, ¿dígame?”, y contestó una voz de mujer que yo conocía perfectamente. “Hola buenas tardes. ¿Está el vallecano por favor?”, “sí, ¿de parte de quién?”, “… una amiga”, “¿de parte de quién?”, “………….. eh………. ¡Una amiga!”. “Toma vallecano, es la sevillana”. “¿Sí?..., hola…, no…, sí…, bueno…, aha…, vale…, adiós”.

Cuando colgó le dije: “Que sea la última vez que esa… chica llama aquí”. “La sevillana puede llamar todo lo que le dé la gana. A lo mejor la que no tenía que estar aquí eras tú, que tú sí que eres puta” (Aquí no tacho la palabra, porque esas fueron sus palabras textuales, lo recuerdo como si me lo acabase de decir).

Ya no pude más, me encaré a él, y le dije: “Entonces, ¿qué pasa?, ¿si yo ahora estuviese embarazada, que pasaría?”. “Pues que no sabría si el niño es mío o es de otro”. Me fui directa a por él, eché la mano para atrás, la cerré en un puño, y lo lancé directo a su cara… por suerte para él, en el último momento recapacité, y el puño acabó estampándose con la almohada. Que cara acojone miedo tuvo en ese momento, y cuando vio que al final no le había pegado a él, y el silencio en el que quedó la habitación, pude oír perfectamente cómo volvía a respirar el vallecano (hasta contuvo la respiración el tío).

Vamos a ver, ¿se puede ser más idiota?. Pero so pedazo de cabrón zopenco, si aquí alguien lleva los cuernos ¡¡¡soy yo!!!. ¡¡¡Si yo no he hecho absolutamente nada!!!. Eso de llevar la fama, y encima no llevar el provecho… manda huevos narices.

Cogí, y me fui.

Esa misma noche, estuve hablando con un amigo que había conocido por el chat (aún a fecha de hoy, conservo 2 buenos amigos de aquella época, uno de Castellón, y otro de Valencia, que aunque no tenemos mucho contacto, de vez en cuando sí hablamos para ver cómo van nuestras vidas), y que sabía toda la historia (con alguien me tenía que desahogar, ya que no quería que mis padres supiesen nada), y el chico se ofreció a ayudarme. Le di el teléfono de la sevillana, ya que me lo pidió, y por lo visto, iba a llamarla como si se hubiese equivocado de número, haber si por ahí, podía entrarla. Dio resultado.

Los tres días siguientes, fueron un sin vivir.

Mi amigo llamaba a la sevillana, la sevillana le contaba su historia, y novedades sobre la hospitalización del vallecano, y cositas sobre el vallecano, sobre mí, y sobre la familia del vallecano. Yo alguna que otra vez desconfiaba, porque… ¿y si se lo estaba inventando mi amigo?; pero luego veía que no podía ser, porque mi amigo me daba datos que yo no le había dicho, como por ejemplo el nombre del hospital en el que estaba el vallecano, el nombre de la madre y el hermano del vallecano, cuándo estaba previsto operarle…, por lo tanto, me demostraba que era cierto, ya que eran cosas que yo no le había dicho.


Por lo visto la sevillana, conocía a la madre y al hermano del vallecano por teléfono, que eran muy majos y agradables con ella, y que apoyaban dicha relación (¡¡¡Perdón, ¿cómo dices?!!!), y yo ya no era su mujer, ya que estábamos separados (¡¡¡¿Qué?!!!), lo que pasa es que estaba tan emperrada obsesionada con él, que no le dejaba ni a sol ni a sombra, y hacía todo lo posible porque el vallecano volviese conmigo, que si no, ella ya estaría en Madrid, para poder cuidar de él como se merecía, y no por la bruja de su ex-mujer, que no hacía más que hacerle la vida imposible cuando estábamos casados (¡¡¡¿Qué yo hacía qué?!!!).

Yo no me quería creer que la madre y el hermano estuviesen al corriente de la relación que mantenía el vallecano con la sevillana, no podía ser verdad, me negaba a pensar que pudiesen ser tan malas personas, pero aconsejada por mi amigo, me compré otro teléfono móvil, y cuando iba al hospital y estaba la familia del vallecano, con la excusa de ir al baño, dejaba mi bolso en la habitación un poco abierto, con mi teléfono dentro, habiendo llamado previamente a mi teléfono nuevo, que siempre estaba en silencio para que no se oyera, y cuando salía de la habitación descolgaba, y de camino a un pasillo que tenía ventanas, y desde una de esas ventanas podía ver la ventana de la habitación sin que me vieran, para así también estar pendiente por si me hurgaban en el bolso, me enteré de muchas joyitas, más de las que quisiera.


Me había convertido en una espía (un poco cutre, pero espía). Quién me lo habría dicho a mí.

Mi matrimonio. El fin. (Parte I)

En primer lugar, quisiera disculparme por haber estado una semana entera sin haber escrito, contándoos como siguió la “historia”; pero entre el trabajo (que trabajo a media jornada, pero como ahora mi jefe se ha ido de vacaciones, y me ha dejado al cargo de mi trabajo y del suyo, pues durante éstas semanas tengo la jornada completa – hasta que lleguen mis vacaciones -), y que me duele demasiado recordar…, pues no me encontraba con las fuerzas ni con el ánimo necesario para seguir escribiendo; pero resulta, que ésta noche, he leído el comentario que me ha dejado Alba María, y…, no sé, llámalo fuerza, llámalo ánimo, llámalo inspiración…, que el caso es que algo se ha activado dentro de mí, de tal forma, que si inmediatamente no me ponía a escribir, reventaba.

Continuemos pues…

Al llegar a urgencias del hospital mi padre y yo, allí aún no había nadie de la familia del vallecano, y por más que preguntábamos en administración, a las enfermeras que pasaban, a los médicos…, parecía que nadie nos sabía dar respuesta sobre el vallecano, si estaba bien o no…, y claro, yo estaba atacadita de los nervios, temiéndome lo peor, y que no me querían decir nada.

De allí a un rato (no sé cuánto, sinceramente, pero para mí, fue mucho), llegaron los padres del vallecano, y por más que ellos también preguntaban, tampoco nadie decía nada.

Finalmente, después de mucho esperar, avisan por megafonía: “Familiares del vallecano de tal, pasen a cabina X”.

El médico nos dijo que el vallecano tenía la cadera rota, echa papilla más exactamente, y que tendrían que operarle, pero aún no. Había dos factores que en ese momento imposibilitaban el operarle en ese preciso instante, uno era que por las analíticas que le habían realizado, resulta que por lo visto no tenía todas las (vitaminas, proteínas o no sé qué historia) condiciones idóneas, y primero tenían que afrontar éste tema, dándole comidas ricas en lo que a él le faltaba, y la segunda…, es que estaba en coma. No creían que fuera nada grave, y que seguramente, en breve despertaría, que no nos preocupásemos, pero que ahora mismo se encontraba en la U.V.I., y por lo menos, mientras no despertase, no saldría de allí. Podíamos verle dos veces al día (media hora por la mañana, y una hora por la tarde), pero nada más, y que si había alguna novedad, me llamarían a mí, como su mujer que era, para notificármelo.

Fueron unos días de locura, en los cuales, no se podía hacer absolutamente nada, sólo esperar, y por más que fuéramos a verle, siempre estaba dormido. Aún así, tanto sus padres, su hermano, sus abuelos, mis padres, y yo, le hablábamos, para ver si reaccionaba. (Nos dejaban entrar de dos en dos, turnándonos). Obviamente, ni qué decir tiene, que en esos días, yo no le dije absolutamente nada de la sevillana, y todo eran palabras tiernas y cariñosas, ya que a pesar de todo el daño hecho, le seguía queriendo, y por nada del mundo, quería que le pasase nada malo.

Al final, al tercer, cuarto, o quinto día (no lo recuerdo bien, pero más de cinco no fueron), después de la visita de la mañana, por la tarde, estaba despierto. ¡Había salido del coma!. Por lo visto, fue poco después de la hora de la comida, por lo que nos dijeron las enfermeras.

Las primeras en entrar, fuimos su madre y yo. Yo estaba súper feliz de que por fin estuviese consciente, pero mi felicidad duró poco. Las primeras palabras que nos dedicó el vallecano a su madre y a mí, fueron las siguiente: “¿Dónde está mi móvil?”, y se le veía realmente preocupado por no saber dónde demonios estaba su puto ansiado teléfono. Llámale sexto sentido, sospecha, o como te dé la gana, pero fue oírle la dichosa preguntita, y yo ya imaginarme, o mejor dicho, sospechar, que en el momento del accidente el muy gilipollas tonto estaba hablando por teléfono con su queridísima sevillana. Si después de la dichosa pregunta hablamos algo más, (que eso imagino), no recuerdo el qué, porque obviamente, su padre, y su hermano también querían verle; pero imagino que sería lo obvio, que tal te encuentras, te duele la cadera, y todo ese rollo. Lo que sí recuerdo, es que él no sabía que había estado en coma, de hecho, pensaba que el accidente acababa de ocurrir esa misma tarde.

Al llegar a casa, como yo seguía con la mosca detrás de la oreja con el tema del móvil, y los móviles del vallecano, el mío, y el de mi padre, estaban a mi nombre (ya que desde Enero del 2.000, la empresa estaba a mi nombre, previa firma ante notario de separación de bienes con el vallecano – fue la condición que me puso mi padre, sino, nada; por lo que se ve, no se fiaba y quiso salvaguardar la empresa familiar, por si acaso -), pues cogí y llamé a información de la compañía (creo que estábamos con amena por aquel entonces); me identifiqué, y al operador que me atendió, le dije que quería saber si desde el número 6xx xxx xxx, se había realizado alguna llamada el día 16 de junio sobre las 17 horas, minutos arriba, minutos abajo. Lo comprobó, y me dijo que no, que a esa hora, no se había realizado ninguna llamada saliente desde ese número; entonces, le pregunté si podría decirme si había recibido alguna llamada, y me dijo que sí. Le pregunté el número que había llamado, y me dijo que lo sentía mucho, pero que esa era una información que no podían facilitar, a menos que fuese mediante orden judicial, y al propio juzgado que lo solicitase.

Yo entonces, ya no pude más, rompí a llorar, y el pobre operador escuchó mi historia. Le dije que tenía serias sospechas que quién había realizado esa llamada era la sevillana, y que por eso, ese afán que tenía mi marido en querer saber dónde estaba el maldito teléfono. El chaval, se debió apiadar de mi, que me dio los seis primeros números, y los otros tres números que faltaban para completar el teléfono, se los dije yo, a lo cual me dijo: “Sí, ese es el teléfono que le llamó. Lo siento mucho.” Le di las gracias, como creo que nunca se las había dado a nadie hasta ese momento.

Confirmado, cuándo el vallecano tuvo el accidente, estaba hablando por teléfono con la sevillana, y por lo visto la conversación duró casi veinte minutos (justo el tiempo que se tarda en recorrer en coche la distancia desde mi casa, hasta donde tuvo el accidente).

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Prometo continuar mañana, pero ahora mismo son las 02:20 de la mañana, y como que es mejor que me vaya a dormir, que mañana vuelvo a currar.

Muchas gracias Alba María por el “empujón” que me has dado.