lunes, 20 de enero de 2014

Vuelta a la rutina. "Ginés y Denis"

Ya de vuelta en Madrid, todo volvió a la normalidad.

Nuestro trabajo, sus hijas, salir de marcha los Sábados…, vamos, justo lo que hacíamos antes de las vacaciones; lo único malo, es que Rosi y sus hijas tenían dos gatos, y el padre de las niñas (os recuerdo que estaban viviendo juntos, pero cada uno hacía su vida), les dijo a las niñas que si querían que él siguiese estando en casa, se tenían que deshacer de los gatos, sino, que se iría.



A las niñas les dio mucha pena, pero aún así eligieron a su padre (como es lógico), pues el muy cabrón sinvergüenza, al mes o así de haberse deshecho las niñas de los gatos…, cogió y se fue de casa, para irse con su nueva novia y el hijo de ésta.

Me dio mucha pena por ellas, pobres niñas… se quedaban sin sus adorados gatos, y además, el padre no cumplía su palabra, en tan poco margen de tiempo.

Se cerró la inmobiliaria que llevaba Rosi, y entre Rosi y yo montamos otra nueva en Usera (yo puse el dinero para la fianza y las obras que hubo que hacer en el local, y Rosi se trajo toda la cartera de clientes y de pisos, así como todo el mobiliario).

También Rosi contrató a una chica interna, para poder seguir trabajando, y además, seguir saliendo los fines de semana como hacíamos antes, cuando estaba el padre de las niñas.

Mis padres por aquel entonces, cuándo me embarqué en la creación de la inmobiliaria junto a Rosi, y como ya la conocían un poco, al igual que en su momento me advirtieron sobre mi ex, el vallecano, y en especial su madre, ésta vez también me advirtieron sobre Rosi…

No les gustaba nada que estuviera prácticamente las 24 horas con ella (porque prácticamente, excepto para dormir, el resto del tiempo estábamos juntas), especialmente a mi madre; me decía que había cosas que no le cuadraban, y que no era trigo limpio.

Ni que decir tiene, que yo la defendía a capa y espada, ya que yo la quería un montón, y para mí, se había convertido en la hermana que nunca tuve.

Era tal mi confianza en ella…, que se puede decir que estaba cegada.

Un Viernes por la tarde, en una de esas veces  que salíamos a tomar algo después de trabajar, conocimos a un grupo de chicos, que resultaron ser rumanos.

Había uno que era bastante guapo “Ginés” vamos a llamarlo, y que Rosi y él se atrajeron casi al instante, y otros dos; uno era moreno, alto, con pinta de malote “Denis” le llamaremos, que a mí me gustaba, y el otro no recuerdo el nombre.

Denis y el otro hablaban bastante conmigo, sobre todo el otro, pero cuándo éste último ya se puso un poco pesadito conmigo, y ya no sabía cómo sacármelo de encima, porque tampoco quería ser grosera, como Rosi ya me conocía bastante bien, y viendo que a mi quién me gustaba era Denis, le dijo al otro: “¿Qué pasa tío?, ¿es que no te das cuenta que Gema pasa de ti?, que no le gustas chaval, que a quién le gusta Gema, es Denis”

Me dio un poco de pena el corte que le dio Rosi, pero bueno, al menos me sirvió para que el otro se quedara tranquilito, y Denis ya pudiese hablar conmigo más tranquilamente, ya que el otro llegó un punto en el cual me tenía completamente acaparada.

Estuvimos todo el fin de semana con Ginés y Denis, (excepto para ir a casa de Rosi para estar también un poco con las niñas), y el Domingo acerqué a Denis al aeropuerto, ya que él vivía y trabajaba en Canarias, en casa de una señora inglesa, y le hacía de chófer, chico de los recados, mantenimiento…

Ginés tenía problemas en el piso compartido en el que vivía, ya que cuando le conocimos no estaba trabajando, y ya le habían llamado la atención por la falta de pago del mes, por lo que Rosi le ofreció su casa hasta que la cosa mejorase, y como acabábamos de coger la oficina para montar la inmobiliaria, pero aún no habíamos empezado con las obras, y él era albañil, le ofrecimos que hiciese él las obras, y que le pagaría por día de trabajo.

Como un mes después de irse Denis, en una de las veces que hablamos por teléfono, me contó que tenía problemas con su jefa, pero no por ella, sino por el hijo de ésta, no sé qué historias (ahora no las recuerdo), y que se quería ir, porque temía que al final llegase a las manos con el hijo; por lo que yo le dije que si quería, que se viniese a Madrid, que le ofrecía mi casa para dormir, pero que claro, que tendría que buscarse un trabajo, y así lo hizo 3 días después.


Después de estar casi una semana en Madrid, conmigo, y de casi todos los días llamarle su jefa, parece que se resolvieron las diferencias que tenían, aparte que su jefa le prometió que le iba a subir el sueldo, y en lugar de un día libre a la semana tendría dos, por lo que finalmente, tras haber llegado a un acuerdo, su jefa le pagó el avión de vuelta a Canarias.

Denis y yo seguimos hablando por teléfono, pero yo ya no hablaba con él todos los días, a pesar de que me gustaba, pero…, me daba la sensación, de que ahí había algo un tanto extraño, que no era la típica relación jefe-empleado, por lo tanto…, mejor no meterme en follones.

El 16 Febrero del 2.003, día de Huelga General en España por la participación de España en la Guerra de Irak, quedé con Rosi y con Ginés en la Puerta del Sol, en la cafetería donde les habíamos conocido, a tomar algo.

Cuando llegué estaba Ginés, Rosi, y dos chicos más; uno que según le vi no me gustó nada, me daba muy muy muy mal rollo, y otro que me gustó físicamente, y que era más callado, estaba más a la expectativa, pendiente de todo lo que se decía, y cuando decía algo, al menos no eran sandeces, como decía el otro. A éste último, le llamaremos “Marcos”.

Después de estar toda la tarde en dicha cafetería, y meterle unos cuantos cortes tanto Rosi como yo al otro chaval (a éste no me dio pena meterle cortes, porque era subnormal perdido, aparte de machista, y con ideas súper retrógradas), Marcos me acompañó casi hasta mi casa en el autobús, ya que ese día no había llevado coche, y como él vivía en Fuenlabrada, pues se vino conmigo a mi barrio, y ya allí cogería otro autobús hasta Fuenlabrada.


En el autobús, estuvimos hablando, y yo veía que él cada dos por tres me miraba los labios, y luego a los ojos, otra vez los labios…, y como le había contado un poco por encima lo de Denis, ya que salió el tema en la cafetería, en el autobús, poco antes de llegar a mi parada, me dijo algo así como: “Jobar, ya me gustaría a mí tener una chica que se preocupara así por mí, y que me ayudara como hiciste tú con Denis”. No sé porqué, me puse toda roja.


Dos minutos después llegué a mi parada, me despedí de él con dos besos, y me bajé.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Vacaciones en Galicia con Rosi.

En Galicia, nos lo pasamos los dos primeros días genial en las fiestas, con mis amigos y mis primos, pero el tercer día…

Recuerdo que la noche anterior, llegamos sobre las 4 o las 5 de la mañana a dormir, y al día siguiente, a eso de las 9 de la mañana (bueno, más bien sería decir que ese mismo día), me llamó por teléfono mi madre que estaba en Madrid con mi padre y unos tíos para firmar la venta de un bar que tenían entre mi madre y otros tres hermanos.

La conversación fue algo así: “Gema, ¿estás despierta?”, “Hombre, ahora que me has llamado tú, pues va a ser que sí”, “Ya, claro… Pues escucha. Levántate, dúchate, y desayuna, y después te vas al restaurante donde hemos hecho la reserva para el día 15 (el día 15 de Agosto, nos juntábamos todos los tíos y los primos en un restaurante, para hacer una comida familiar) y la anulas”, “¿Y eso?, ¿vais a coger otro sitio?”, “No Gema, éste año no va a haber celebración”, “¿Por qué?”, “Después de anular la reserva, te vas al tanatorio del pueblo de abajo, que estará tu primo M, y la tía E…”, “¡Mamá, ¿qué ha pasado?!”, “Ésta mañana, cuándo ha ido el tío M. a trabajar, le ha dado un infarto, y ha muerto”.

Ni qué decir tiene que ni me duché, ni desayuné, ni gaitas en vinagre. Fui directamente al tanatorio a estar con mi primo, que estaba allí con dos amigos suyos. A mi tía se la tuvieron que llevar a su casa otras tías mías, del ataque de nervios que tenía encima.

Cuando ya llegaron más tíos y primos al tanatorio, y viendo que mi primo estaba todo lo bien que se podía estar dadas las circunstancias, ya me fui a recoger a Rosi, y a anular la reserva del restaurante, tal como me había pedido mi madre. Mis padres, y los otros tíos que se habían ido a Madrid para la firma de la venta del restaurante, fue firmar, y volverse al pueblo rápidamente.

Otros tíos y primos que estaban en Madrid trabajando, o que hubiesen ido de vacaciones a otro sitio, también se pusieron en camino para estar todos en Galicia por la muerte de mi tío; y años después, me enteré por “El Gallego”, que otros chicos que eran hermanos, uno de ellos era ahijado de mi tío, y estaban trabajando en Cataluña, junto con el gallego, también se vinieron a Galicia.

Por la tarde había bastante gente, pero al día siguiente, cuando se celebró el funeral…, decir que había mucha gente era quedarse corto, muy corto; de hecho, la funeraria tuvo que poner 2 o 3 autocares para que viniera gente de otros pueblos que no tenían medio de transporte, y querían darle el último adiós a mi tío.


Mi prima, estaba afectada por partida doble, ya que no recuerdo si fue el mismo día que falleció su padre, o el mismo día del entierro…, era su aniversario de boda; obviamente, no volvió a celebrar nunca más el aniversario de su boda.

Rosi, la verdad es que se portó bastante bien, tanto conmigo, ya que aunque sólo veía a mi tío cuando iba a Galicia, me llevaba con él bastante bien (era muy bromista y se hacía querer), como con mi primo, al cual había conocido esos días cuando salíamos todos de fiesta.

Al día siguiente, aunque aún eran fiestas en mi pueblo, nadie tenía ganas de salir de fiesta; y yo lo estaba pasando un poco mal, estaba con bastante bajón, por lo que esa misma noche decidí, que al día siguiente nos volvíamos a Madrid, ya que no tenía ninguna gana de seguir allí.

Por la mañana, después de desayunar y de recoger todas las cosas, nos metimos Rosi y yo en el coche, para volvernos a Madrid; y cuando ya nos faltaban como 180 o 150 km. para llegar a Madrid, nos llamó J. (mi amigo de Valencia) para ver qué tal nos lo estábamos pasando en el pueblo.

Como yo iba conduciendo, no podía hablar, pero estuvo hablando con Rosi, y ella le contó lo que había pasado, y que estábamos de vuelta a Madrid, y J. nos dijo que nos fuésemos a Valencia otra vez, que qué demonios iba a hacer en Madrid, que no iba a hacer nada más que comerme la cabeza, que por lo tanto, ya que estábamos cerca de Madrid, dejásemos lo que no nos hiciera falta, y nos fuésemos lo que nos quedaba de semana a Valencia, para que yo al menos intentase desconectar.

Yo la verdad es que muchas ganas no tenía, no me encontraba nada animada; pero al final, entre J. y Rosi me dejé convencer, y así lo hicimos.

Llegamos a Valencia ya tarde, por la noche, y J. y Michel nos habían preparado paella para cenar. Después de cenar ellos salieron, pero yo me quedé a dormir, ya que estaba hecha polvo de haber conducido todo el día, aparte, que no tenía muchos ánimos.

Al día siguiente, sí que salí con ellos por la noche, a un par de discotecas de las afueras de Valencia, que estaban pegadas a la playa; y aunque me lo pasé bien, no estaba 100% en mi salsa, ya que de vez en cuando me acordaba de mi tío, y me daba el bajón.

Por la mañana, cuando nos levantamos, J. y Michel nos dijeron que esa noche ir un ratito a un bingo, y después a otro lado, pero… yo me sentía muy rara, por lo tanto les dije que les agradecía que estuviesen intentando distraerme, pero que no me encontraba yo muy centrada, que por lo tanto, por la tarde me volvía a Madrid.

Rosi estuvo hablando conmigo, intentándome convencer para que nos quedásemos uno o dos días más, y le dije que lo sentía, pero que no me encontraba con ganas de salir, que yo me volvía a Madrid; que si ella se quería quedar, que se quedase, y que luego se volviese en autocar o tren, que yo la iba a buscar en Madrid a la estación, pero que yo no me quedaba más porque lo estaba pasando mal, y que para amargar a los demás, que pasaba.

Me preguntó si de verdad no me importaba que ella se quedase, y le dije que no, que ella disfrutase de “su Michel”, que cuando volviese a Madrid tendría que volver a la realidad, por lo que acordamos que esa misma tarde, antes de irme, la acompañaría a la estación de tren para sacar un billete para dos días después.

Cuando llegamos, no había billetes para dos días después, sino que tenía que ser o para el día siguiente, o tres días después, por lo que lo sacó para el día siguiente por la tarde, ya que tres días después, ya sería mucho tiempo; y después de sacarlos, ella y Michel se quedaron ya en la estación de tren que iban a dar una vuelta por la zona, y yo me volví a Madrid sola.

martes, 26 de noviembre de 2013

El principio de mi amistad con Rosi.

Hay algunas cosas que cuestan escribir más que otras, y en éste caso, (y posteriores que tengan que ver con ésta persona que aquí comento), duele tanto o más que recordar la separación tan “maravillosa” que tuve con mi ex, el vallecano.

Como ya os dije en el anterior post, en Enero del 2.002 empecé a trabajar en una inmobiliaria en Moratalaz; y allí conocí a una chica, a la cual habíamos comentado que llamaría Rosi, y que era la mujer de uno de los socios de dicha inmobiliaria.

Rosi era 10 años mayor que yo, pero aparentaba ser más joven de lo que realmente era.


Para mi gusto, era guapa. Morena, más o menos de mi estatura, delgada, ojos verdes, y además se sabía sacar muy buen partido tanto con la ropa, como especialmente con el maquillaje. Iba siempre maquillada, en ese sentido, yo no me parecía nada, ya que yo normalmente, por aquella época, sólo me maquillaba cuando salía de marcha.

La conocí a los pocos días de yo empezar a trabajar en esa inmobiliaria, un día que vino junto con sus hijas (en aquel momento, la mayor tenía creo recordar que 11 años, y la pequeña 6), a esperar a su marido (bueno, pareja, ya que no estaban casados, pero para el caso…, su marido), para luego ya irse los cuatro juntos.

Se presentó, se sentó en una silla en la mesa que yo ocupaba mientras hacía las posibles llamadas de captación a los pisos que había estado mirando esa mañana, y entre llamada y llamada, ella me hablaba.

Recuerdo, que no tuve una buena primera impresión. En cuanto a físico, sí, como ya dije, para mi gusto era una mujer muy guapa; pero…, no sé…, había algo en ella…, no me preguntéis el qué…, que… NO ME GUSTABA!!!

Después de esa primera visita, obviamente se sucedieron más, y normalmente, después de salir de trabajar, nos íbamos los dos socios, un compañero con el que me llevaba muy bien, Rosi y yo, a tomar algo a un bar que había muy cerquita, antes de irse cada uno a su casa. A veces, venía también una chica que tenían contratada como aprendiz de secretaria (era muy jovencita, y había cosas que se las tenía que explicar yo, ya que no tenía apenas experiencia).

Según iba pasando el tiempo, e iba conociendo más a Rosi, cada vez me caía mejor, y pensaba… “vaya, parece que me equivoqué en mi primera impresión”.

Por desgracia, su relación con su marido no iba muy bien, como ella misma me contó, y como de vez en cuando también se apreciaba, porque aunque intentaban disimular estando en la oficina, a veces, sí que les vimos salir fuera a discutir.

En Abril del 2.002, quedamos Rosi y yo un sábado para salir de marcha, ya que necesitaba desconectar, y la situación con su marido ya era insostenible.

A partir de esa fecha, algunos sábados quedaba con Rosi, y otros con mi amigo D.; pero según pasaba el tiempo, cada vez quedaba más con Rosi, hasta al final salir todos los sábados con ella. Algún que otro sábado que había quedado con mi amigo D., también venía ya Rosi.

Por lo visto, ella y su marido habían acordado, por el bien de las niñas, no separarse, pero que aunque siguiesen viviendo juntos por las niñas, cada uno haría su vida por su cuenta; de ésta forma, decidieron que Rosi saldría los sábados mientras el marido se quedaba en casa con las niñas, y el marido lo haría los domingos.

Así pasó un tiempo, hasta que llegó el verano.

Con el beneplácito de su pareja, Rosi y yo nos fuimos a Peñíscola una semana (al final nos quedamos en Valencia) en Agosto; y después nos iríamos otra semana a mi pueblo, a Galicia, para las fiestas. Cuando volviéramos, se iría él de vacaciones.

Cuando íbamos para Peñíscola, llamé a un amigo mío J., que vivía en Valencia, para quedar a tomar algo, que hacía mucho que no le veía, y luego ya continuábamos viaje.

J. vino con un amigo suyo (al que ya comenté que posteriormente Rosi le puso Michel), y según se vieron… saltaron chispas, se gustaron muchísimo mutuamente.

Esa noche, nos quedamos en Valencia, y salimos de marcha con J. y con Michel; y el plan era, al día siguiente, irnos a Peñíscola, tal y como teníamos planeado.

A la mañana siguiente, Rosi me dijo que había estado hablando con Michel, que porqué no nos quedábamos en su casa, en Valencia; que si eso íbamos a Peñíscola los tres a dar una vuelta, y de paso anular la reserva que habíamos hecho, y que como él vivía sólo, pues podíamos estar en su casa, que aunque sólo tenía una habitación con su cama, en el salón tenía sofá cama, por lo tanto, sitio para dormir, había, y así, aparte de ahorrarnos dinero, Rosi y Michel podrían estar juntos.

Como yo sabía de sobra como estaba la situación con su pareja, y aparte, por lo que nos decían las niñas, su padre se había echado una “amiguita”, pues pensé… “No hacemos daño a nadie, y a Rosi, si tanto le gusta Michel, pues que disfrute. A fin de cuentas, va a ser sólo una semana”.

Después de esa semana, nos volvimos a Madrid para recoger a un tío mío, y ya que se subiera con nosotras a Galicia.

domingo, 27 de octubre de 2013

Disfrutando mi libertad, huyendo del compromiso... Y un recuerdo entrañable.

A pesar de según mi ex, ponerle los cuernos desde antes de él tener el accidente de coche, y mi posterior decisión de solicitar la separación; cuando yo realmente empecé a rehacer poco más o menos mi vida, y empecé a salir y conocer nueva gente (chicos en su mayoría), fue a partir de primeros de Octubre del 2001, es decir, desde que le dije que no podía más con su “doble personalidad”, y le dije que definitivamente solicitaba la separación, y ya no había marcha atrás.

Desde esa fecha (Octubre del 2001), hasta mediados de Febrero del 2003 (recuerdo que coincidió con una manifestación que hubo en la Puerta del Sol, por la invasión a Irak), bastantes fines de semana quedaba con mi amigo D., y con algunos amigos y amigas suyos, y nos lo pasábamos genial.

Íbamos D. y yo en su coche, y nos turnábamos para beber; el día que le tocaba a él conducir, él no bebía, pero yo sí, y cuando me tocaba a mí conducir, pues al contrario. De todos modos, nunca, ninguno de los dos, acabamos borrachos, con el puntillo sí, pero borrachos, nunca. La verdad es que D. fue un gran apoyo para mi, y más de una vez tuvo que aguantar mis bajones (incluso sin haber bebido), y mis lágrimas, aunque según pasaba el tiempo, cada vez eran menos frecuentes, hasta que finalmente desaparecieron.

Otras veces, quedaba con otros chicos que conocía esos días que salía con D., o con chicos que conocí posteriormente, cuando empecé a salir con una chica que nos hicimos amigas cuando empecé a trabajar en Enero del 2002 en una inmobiliaria en Moratalaz, y ésta chica era la mujer de uno de mis jefes. Nos hicimos amigas, y empezamos a salir algún que otro fin de semana a partir de Abril del 2002. Alguna que otra vez quedé con R. (con el que supuestamente había sido infiel al vallecano); y otras veces quedaba (no lo niego), con chicos que conocía por internet.

Con respecto a los chicos de internet, me encontré de todo. Algunos, en persona, no había por donde cogerlos, y era quedar un día, y no volver a quedar nunca más; otros, eran majetes, y quedamos varias veces, pero al final, también perdimos el contacto; otros eran encantadores, y a fecha de hoy, aún los conservo como amigos (pocos, muy pocos); y otros…, aunque llegamos a congeniar muy bien, incluso maravillosamente bien, yo salí huyendo de ellos, literalmente, tal y como lo digo, ya que querían algo de mí, que yo en ese momento no podía dar, me era imposible.

Querían un compromiso, una pareja, una novia, una relación… Yo me asustaba, y huía, era superior a mí, no podía, aún no estaba preparada.

Con respecto a R., finalmente, por Mayo o Junio del 2002, estuvimos por primera vez juntos (vamos, un año después de que el vallecano me acusara de ponerle los cuernos con R., se hizo realidad, sólo que en ese momento, no fueron cuernos, ya que no sólo no estábamos juntos, sino que incluso, ya tenía la sentencia de separación).

Después de esa primera vez, hubo más, pero no llegando a nada más formal, ya que ninguno de los dos queríamos nada serio, y seguíamos siendo buenos amigos, y no lo queríamos fastidiar en ese sentido.

Recuerdo con especial cariño, que en el verano del 2002, yo me fui de vacaciones a Valencia con mi nueva amiga… “Rosi”, vamos a llamarla (la chica de la inmobiliaria de Moratalaz que mencioné antes), y una tarde, quedé con R., que él tenía un apartamento en Oropesa, y me fui allí a verle, estar con él y tomar algo, mientras mi amiga se quedaba en Valencia con un amigo mío, J. (el cual a día de hoy seguimos siendo amigos – es uno de los que mencioné antes que conocí por Internet -), y un amigo de éste, que estaba liado con Rosi, al que ella le llamaba “mi Michel” por el parecido físico que tenía con el jugador del Real Madrid (ella por aquel entonces estaba muy mal con su pareja, y aunque seguían viviendo juntos, hacían vidas separadas).

Cuando llegué, le llamé para ver a que piso tenía que ir, y salió a la terraza a saludarme (vivía en un bajo, y la terraza daba al patio de entrada de la urbanización). Al poco de entrar a su casa, y mientras tomábamos algo en la terraza, pasaron sus padres por delante de la terraza (ellos tenían en la misma urbanización otro apartamento, pero más alto, sobre el 5º, 6º, o 7º, no lo recuerdo), y R. me presentó a sus padres. Pasé una vergüenza… que hasta R. se moría de la risa cuando se fueron sus padres de lo roja que me puse.

Más tarde, cuando ya anochecía, salimos a tomar algo, y a cenar, y después de cenar, yo me iría, ya que había quedado con Rosi, J., “Michel”, y unos amigos de éste último; y mientras estábamos tomando algo, cayó una tromba de agua… ESPECTACULAR que duró al menos una hora, y se veía como corría el agua por la carretera, y las alcantarillas no daban abasto a chupar tanta agua junta. En vista de la que estaba cayendo, R. me dijo que así no me dejaba irme, no fuese a pasarme algo con el coche, y que él no se quedaría tranquilo, ni quería sentirse culpable si me pasaba algo, por lo tanto, que llamase a Rosi, para decirle que no me volvía esa noche a Valencia, sino que me iría al día siguiente por la mañana, si es que había parado, y así lo hice. Además, estaba en buena compañía y a gusto, por lo tanto…, también me pareció una buena idea.

Cuando paró de “diluviar”, nos fuimos a una terracita a cenar, en plan tapeo, y el camarero que nos atendió, estaba de tonteo conmigo, aunque sin llegar a ser descarado, y yo pues le seguía un poco el juego, a fin de cuentas R. era sólo un amigo, y tampoco le hacía daño a nadie…, o por lo menos eso creía. R. se dio cuenta, y me dijo: “Gema, por favor, sé que sólo somos amigos, y que eres libre de estar con quien quieras o te apetezca, pero ahora, en éste instante estás conmigo; por lo tanto, te pido que por favor no sigas tonteando con el camarero, ya que no me hace mucha gracia”, le dije que vale, le pedí disculpas si le había molestado, y el camarero después de un rato me miró extrañado al ver que ya no le seguía el juego del tonteo que nos habíamos traído anteriormente. R., después, me explico que su anterior novia, no paraba de tontear con todo chico que hubiese cerca, y que por eso le daba tan mal rollo, a pesar de que nosotros no fuésemos novios.


Después de cenar, estuvimos dando una vuelta por Oropesa, por el paseo que está en la playa, y que al fondo está Marina D´Or (creo que se escribe así), y al final, nos sentamos en una terraza, mirando hacia la playa y el mar, a tomarnos una jarra de litro de “Agua de Valencia”. Hasta entonces no la había probado nunca, pero ahora mismo puedo decir que está buenísima. Cuando estábamos acabando, resulta que al dueño del local le llamaron, para avisarle que su mujer se había puesto de parto, e iba camino al hospital para dar a luz, y tan contento se puso, que antes de irse, invitó a todo el mundo que estaba en su local a otra ronda; total, que al final nos bebimos otra jarra de litro, y como estaba tan buena, y tan suave, y tan fresquita…, no veas como entraba. Hasta ahora, en toda mi vida, he cogido 4 veces el puntillo pero fuerte, aunque sin llegar a emborracharme; y ese día, fue la segunda vez de esas 4 que mencionaba.

Después de tomarnos las dos jarras, ya nos fuimos a casa de R. Al día siguiente cuando nos levantásemos, tenía que coger el coche para volverme a Valencia.

Cuando nos despertamos por la mañana (un poco tarde), R. me preparó el desayuno, y aunque no fue nada del otro mundo, me hizo ilusión, ya que hacía mucho que nadie me preparaba el desayuno, ni tenía un detalle así conmigo.


Al acabar de desayunar, me fui, y al pasar por delante de la terraza para irme, todavía me llamó para darme un último beso, él en su terraza, y yo en el patio comunitario, y para darme una rosa que me había comprado el día anterior cuando estábamos en la terraza donde tomamos el “Agua de Valencia”, y que había olvidado coger con las prisas, al salir de su casa hacía un momentito.

Cuando estaba ya para salir por la verja, me giré para decirle adiós con la mano…, y en esto que me da por mirar para arriba, y veo a la madre de R., asomada a su terraza, y que también me decía adiós. ¡¡¡TIERRA, TRÁGAME!!!.


Al llegar a Valencia, y estar ya con mis amigos, le llamé, para que supiese que había llegado bien, y que se quedase tranquilo. Ya nos veríamos en Madrid, otro día que quedásemos.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Mi separación. (Parte IV).

Así fueron pasando los días, las semanas…, hasta que finalmente se convirtió en meses.


Durante ese tiempo, el vallecano empezó con la rehabilitación, y de vez en cuando me llamaba, para contarme sus avances, cómo se sentía, que muchas veces se ponía triste en rehabilitación cuando veía a otras personas haciendo allí rehabilitación con él, pero que estaban sus parejas con ellos animándolos y apoyándolos, mientras que yo, no estaba con él…

A mí la verdad me daba un poco de pena, pero rápidamente se me pasaba, cuando en algunas de esas conversaciones llegaban sus padres y volvía a cambiar la forma de hablar. “Vale vallecano, no hace falta que hables más, ya sé que han llegado tus padres por la forma en que vuelves a cambiar de hablar. Qué pena. El que iba a cambiar…”.

Finalmente, como a primeros de Octubre del año 2.001, le dije que no podía continuar así, y que seguía para adelante con la separación, ya que veía que él realmente no iba a cambiar, ya que me lo demostraba cada vez que hablaba con él por teléfono y estaban sus padres delante, por lo tanto, que para seguir actuando de una manera cuando no estaban sus padres, y de otra cuando si estaban, como no sabía realmente cual era el vallecano con el que iba a estar, pues que hasta aquí habíamos llegado, que esa misma tarde hablaría con mi abogada, para que siguiera con los trámites.

Fue decirle eso, y él volver a las andadas de que si le había sido infiel, y vuelta a propagarlo a los cuatro vientos (¿se puede ser más falso?).


Días más tarde, supe por el director del banco donde teníamos la hipoteca del piso (que es el mismo banco donde hacíamos todas las gestiones de la empresa), que por lo visto había ido con su madre para ver si le daban a él una hipoteca para quedarse con el piso, y de paso, que por lo visto me pusieron a caer de un “guindo”. Por suerte, el director del banco se llevaba muy bien con mi familia y conmigo, y me dijo (palabras textuales): “Mientras yo sea el director de ésta oficina, al vallecano, ni agua, por lo tanto, no te preocupes Gema, que con el piso te quedas tú, que a ti sí te damos el préstamo por la parte que te corresponda pagarle a él”.

Obviamente, se solicitó una tasación del piso, y cuando el tasador dio el precio del piso por aquel entonces (18.000.000 pts.; algo más de 108.000 €), el vallecano aplicó el refrán de “donde dije digo, digo Diego”; pues de rebajar los 3 o 4 millones de pesetas que nos habíamos ahorrado en la primera compra, tal y como habíamos hablado poco antes de que él tuviera el accidente de coche, nasti de plasti; por lo tanto, me reclamaba… ¡¡¡9.000.000 pts. íntegros para él, por su 50%!!!, cuando 3 años antes, lo habíamos comprado por un total de 10.000.000 pts. (lo habían tasado por aquel entonces en unos 13.500.000 pts.).

A primeros de Noviembre del 2001, una mañana que yo me fui a ver una obra con mi padre para luego presupuestarla, cuando volví a casa, me encontré con que estaba el vallecano con sus padres en nuestra casa, para vaciar y limpiar la nevera que le regalaron sus abuelos por nuestra boda, y empaquetar la batería de cocina que nos regalaron sus padres junto con un mueble cristalera, con su correspondiente cristalería, etc., etc., etc…; ya que al día siguiente, iban a venir con un amigo que tenía un camión, para recoger todas sus cosas.

“Perdona, ¿cómo dices?. ¿Vienes sin avisarme, a llevarte todas tus cosas, de un día para otro?”. “Sabes que la cama la he comprado yo, que la nevera, y la lámpara del salón nos la regalaron mis abuelos por nuestra boda, que la televisión nos la regaló mi tío por nuestra boda, que el sofá nos lo dieron mis padres…”. “Y tú sabes, que por la boda, absolutamente toda mi familia y mis amigos, nos dieron dinero, que hemos gastado entre los dos, ¿entonces qué?, ¿ahora te reclamo yo el dinero que dio mi familia y que tú también has disfrutado?, y el sofá, ésta casa tenía sofá cuando la compramos, un poco cutre, pero tenía, y si lo cambiamos, fue porque tus padres se emperraron en que era una mierda porquería, y ellos nos daban el sofá de su salita porque lo iban a cambiar, ¿me traes tú ahora el sofá que había aquí antes?, no ¿verdad?. Si me quiero sentar, me siento en el suelo, ¿no?”.


Al día siguiente, tal y como me dijeron, vinieron por la mañana a llevarse: el somier y el colchón que compró el vallecano, la nevera, la lámpara del salón, la batería de cocina, el mueble cristalera con su cristalería, el sofá, las cortinas que había hecho la madre del vallecano (quiso llevarse hasta los rieles, pero estaba mi madre, y les dijo que ni se les ocurriera quitarlos, ya que los rieles los había comprado ella, así como la cortina de la habitación de matrimonio, que me la había hecho mi tía, y la cortina de la habitación alargada que me la había dado mi madre), y si mi madre no se mete por medio, hasta la mitad de una vajilla que compramos entre los dos (5.000 pts.; 30 €, que nos costó. Hay que ser cutre para incluso querer llevarse eso). Cuando fueron a coger el microondas que nos regalaron unos amigos, le dije: “Espera un momento”. Llamé a D. y le dije: “D. está aquí el vallecano para llevarse todas sus cosas, y pretende llevarse también el microondas que nos regalaste. ¿Me lo quedo yo, o se lo lleva el vallecano?”. “Pásame al vallecano”. Y le oí chillarle por teléfono. “Ni se te ocurra coger el microondas, que si alguien se lo merece es Gema, no tú sinvergüenza”.

Estuvo abriendo todos los cajones de la casa, (salón, habitación, y demás), para comprobar que no se dejaba nada suyo; y al final, en uno de mis cajones (que no sé qué coño demonios fue a mirar), donde guardo las braguitas, me encontró una caja de condones, todavía sin abrir.


“¿Serás guarra?. Todavía no hemos firmado la sentencia de separación, y tú ya tienes una caja de condones”. “¿Y a ti qué coño narices te importa?. Además, ¿no se supone que yo ya te he sido infiel?. ¿De qué te sorprendes?. Que no hayamos firmado aún la sentencia de separación porque tiene sus trámites, no significa que estemos juntos, porque para mí, desde el último día que estuve en el hospital, dejé de estar contigo”. Y bajando la voz para que sus padres no le oyeran, me dijo: “¿Y lo que estuvimos hablando en su momento de que quizás me perdonases, si hablaba con tu familia para decirles la verdad?”. Le miré y sólo le sonreí, cínicamente.

Entonces, apareció su madre, y le dijo: “Déjalo hijo, no te enfades, si la que es puta, es puta; además, antes de estar contigo, no tenía donde caerse muerta”. “Muy bien señora, yo seré puta según vosotros, y no tendría donde caerme muerta, pero su hijo, además de putero, y no tener donde caerse muerto al igual que yo, además era un muerto de hambre, cosa que yo no era”.

Justo, cuando ya bajaban las últimas cosas, la última en salir de casa fue su madre, y en la puerta, todavía tuvo la desfachatez de decirme: “Y da gracias, si no pedimos una indemnización, mientras mi hijo no pueda trabajar, porque como tú tienes empresa, y te vas a quedar con el piso, eres la más favorecida”. A lo que mi madre ya no se aguantó más y le dijo: “Mire señora, si quieren robar, vayan a atracar a un banco, que de mi hija y de nosotros ya han chupado más de la cuenta”.

Esa misma tarde, mi madre y yo nos fuimos a una tienda de muebles y colchones, a comprar un somier y un colchón, que me pagó mi madre, y en 2 o 3 días me lo traían a casa, y posteriormente, fuimos al Carrefour a comprar una batería de cocina normalita, tampoco era plan de gastarnos un pastón así de sopetón.

Esa noche y las dos siguientes, dormí en la primera habitación, en una cama que teníamos de 90; y como era cama nido, el nido que era de 80, lo sacamos al salón, para que me hiciera de sofá, mientras no encontrásemos una solución al tema del sofá. Días más tarde, compramos unas espumas que habíamos encargado a medida, para que hiciera la forma del asiento del sofá y del respaldo, y lo vestí con un edredón de esos que se llevaban por aquel entonces de volantes, y al menos, durante algo más de un año, me hizo el apaño.

Días más tarde, firmamos el convenio regulador; y el 13 de Noviembre del 2001, firmamos la “extinción de condominio” (es como una compra-venta de la mitad del piso que correspondía a la otra parte).




Finalmente, el 04 de Febrero del 2002, firmamos la sentencia de separación en el juzgado. Ese día, habríamos hecho 2 años y 5 meses exactos de matrimonio. 

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mi separación. (Parte III).

Según iban pasando los días, el vallecano me llamaba prácticamente a diario.

Me decía que me quería, que me echaba de menos, que como dice el refrán, “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”…, y un montón de cosas bonitas más.

Yo le dije que vale, que me parecía muy bien, pero que lo primero que tenía que hacer era cambiar, y tener personalidad propia, y hacer caso de su mujer, que era con quien convivía, no con su madre, que no hacía más que estar debajo de las faldas de su madre, y obedecer y hacer todas sus órdenes, a pesar de que nos afectasen en nuestra relación; y que si su madre me faltaba al respeto, como había hecho más de una vez, su deber era dar la cara por mí, y no al revés, que yo siempre daba la cara tanto por mí, como por él.

Me dijo que sí, que se había dado cuenta, que había cambiado, que me lo juraba…, y en esto que oigo que llegan los padres a casa…, y el vallecano cambia su forma de hablar.

Pasó de hablar tierno y cariñoso, y decirme todas esas cosas tan románticas; a hablar frío, distante, prácticamente con monosílabos… Entonces, yo le dije: “Sí vallecano, ya veo que has cambiado. Ahora que han llegado tus padres no hablas igual que hace 5 minutos. Pasas de tierno y cariñoso sin ellos, a frío y distante con ellos delante. Menos mal que habías cambiado”. Y colgué.

Algunos días más tarde, vino a casa por la tarde con su hermano, para coger algo más de ropa, ya que no se había llevado mucha, y le hacía falta más.

Subieron los dos, él y su hermano. El vallecano iba con muletas, y la pierna que se había roto la cadera estaba muy muy delgada, era casi la mitad que la otra.

Su hermano cogió la bolsa de deporte con la ropa que yo le había preparado (me había llamado ese mismo día por la mañana para avisarme), y bajó.

El vallecano se quedó un rato en casa conmigo porque quería que hablásemos, mientras su hermano le esperaba abajo, en el taxi (su hermano era taxista).

Nos sentamos en el sofá, yo casi en el centro, y el vallecano en una esquina; y según iba hablando (diciéndome las mismas cosas bonitas que me decía por teléfono), se iba acercando más a mi; y según él se acercaba, yo me alejaba; hasta que al final, fui yo la que acabé en la otra esquina del sofá de irme alejando.

De allí a un rato, su hermano pitó con el coche, y el vallecano se asomó. “¡¡¡Oye, o bajas ahora mismo para irnos, o te quedas ahí y luego te buscas la vida, tú verás!!!”. El vallecano le dijo que se quedaba que teníamos que hablar unas cosas.

La verdad es que me dio pena por el vallecano, y rabia por el hermano. ¿Quién puede ser tan sumamente desalmado como para dejar a alguien que no se puede desplazar libremente tirado, y más cuando tiene cosas que hablar con su todavía mujer, que quizás pudiese cambiar la situación?. Yo no creo que si un hermano fuese como tiene que ser, se interpusiese en medio de una posible reconciliación. En tal caso, si tenía cosas que hacer, le podía haber dicho algo así como… “Mira, si ves que puede que tardes, me voy; y luego cuando acabes me avisas y vengo a recogerte”…, vamos, digo yo.

Bueno…, que me desvío.

Después de irse el hermano seguimos hablando, y una de las primeras cosas que le dije fue lo siguiente: “Mira vallecano, yo a día de hoy no sé si te puedo perdonar, y mucho menos después de todo lo que me has hecho; ya no sólo la sevillana, sino las mentiras que le has ido contando a toda mi familia, que incluso has llamado tú mismo y tu madre para ponerme a caer de un guindo. Si quieres que te sea sincera, lo primero que tienes que hacer para yo poderme plantear si te perdono y seguimos, es volver a hablar con toda la gente que has hablado contándole las mentiras que habéis contado; pero ésta vez para decir la verdad, que yo no te he sido infiel, que si alguien tenía una aventura eras tú, que incluso pensabas comprarte un piso con el dinero que te diese yo de éste para que la sevillana se viniese a vivir contigo aquí en Madrid”. “Cari, yo nunca he dicho eso…”. “¿Lo ves?. Me vuelves a mentir. Vallecano, te oí cuando se lo dijiste en la terraza de la cocina, y me lo he callado todo éste tiempo. Que no te dijera nada, no significa que no lo supiera, o no me hubiese enterado, que era lo que tú creías, ¿verdad?”. Y se quedó callado.

Después de esto, nos fuimos a dar una vuelta despacito, para seguir hablando más relajadamente, y le dije que también necesitaba ver otros cambios, como por ejemplo el tema de sus padres; que si realmente le daba igual lo que pensasen o dejasen de pensar, no entendía por qué cuando hablaba conmigo por teléfono, si no estaban los padres hablase de una forma, y si estaban, hablase de otra completamente distinta; por lo tanto, si quería que le creyera, tendría que hablarme siempre igual, tanto estuvieran sus padres, como no.

Ya empezamos a buscar un taxi, a la vez que paseábamos, y cuando encontramos uno, lo cogió.

Justo antes de cerrar la puerta, le dije: “Recuerda, vuelve a ponerme en mi sitio con mi familia, para poderme empezar a plantear si te perdono y volvemos. Mientras no hagas esas llamadas, no tienes nada que hacer”. Y le cerré la puerta del taxi.

Al día siguiente, como a mediodía, me llamó mi tía P., para decirme que le acababa de llamar el vallecano, diciéndole que sentía haberles mentido, que reconocía que había contado mentiras sobre mí, y que quién dijo desde el principio la verdad era yo, por lo tanto, que creyesen lo que yo había dicho, porque lo que él dijo, no era verdad.

Había conseguido lo que quería, que me volviera a poner en mi sitio, ahora, lo de volver…, lo dudaba un 99,9%; más que nada, porque yo soy de las personas que les cuesta muchísimo tomar una decisión tan importante, ahora, una vez tomada…, hasta el final, con todas sus consecuencias.

martes, 27 de agosto de 2013

Mi separación. (Parte II)

Pocos días después, cuando al vallecano le dieron el alta, se fue a casa de sus padres.

Estando ya en casa de sus padres, el vallecano se dedicó a llamar a algunos primos míos con los que anteriormente salíamos de vez en cuando, para decirles que yo le había puesto los cuernos, que era imposible vivir conmigo en casa, que no hacía más que gritarle y llevarle la contraria en todo, que a veces cuando volvíamos de estar con ellos (con mis primos), los ponía a caldo (cuando era y es mentira); pero lo que más recalcaba, era que yo le había sido infiel, y que me había acostado con R.C.

También llamó a algunos tíos, entre ellos a mi tía P., que fue la que me contó todo esto, para decirles más o menos la misma historia, y desde luego, erre que erre, que yo le había sido infiel acostándome con R.C.

Su madre tampoco estuvo tocándose el higo las narices, sino que ella también llamó a una tía mía, mi tía I (la madre de Y., la que era novia del primo del gallego), para decirle que yo no la había invitado a la boda porque no la podía ni ver, a lo que mi tía le dijo que no sabía de dónde se había sacado eso. La madre del vallecano le dijo entonces, que si acaso era mentira, entonces porqué ella no había ido a la boda, porque ella sabía perfectamente que no la había invitado. Mi tía I., le dijo que no sabía de donde se sacaba esas gilipolleces tonterías, porque yo sí le llevé una invitación a mi boda, y que si ella y su marido no pudieron venir, fue porque estaban en Galicia, cuidando de mi abuela, que estaba muy enferma…, ¿o acaso no se acordaba que a finales del mismo mes que nos casamos, mi abuela murió?. Mi tía también le dijo que no tenía nada más que hablar con ella, y mucho menos para oír mentiras, y la colgó.

Algunos días más tarde, supuestamente, me llamó un policía de Sevilla, y digo supuestamente, porque realmente no sabía entonces, y sigo sin saber ahora, si realmente era un policía, o algún amigo de la sevillana haciéndose pasar por policía (tipo como cuando mi amigo hizo las averiguaciones que hizo).

Se supone que por lo visto a la sevillana, la habían hecho unas llamadas amenazándola, y no sé qué rollo, y por lo visto la sevillana, parece ser que lo había denunciado, y que según ella, creía que podía ser yo, ya que como yo era la ex mujer del vallecano, y quería volver con él, pues no le dejaba libertad para que rehiciese su vida.

A ese policía (o supuesto policía), le conté todo de “pé a pá” (excepto lo del beso con R.C). Estuvimos un buen rato hablando, y al final, me dijo que hablaría con la parte denunciante, para comunicarle todo lo que yo le había dicho. Después de haber hablado conmigo, también llamó a R.C., (poco después me llamó R.C. para decírmelo), y le dijo exactamente lo mismo que le había dicho yo, también comiéndose la parte del beso.

Esa misma noche, o a la noche siguiente (no lo recuerdo muy bien), me llamó la propia sevillana, medio llorando, pidiéndome disculpas, y diciendo que por favor que la perdonase; que el vallecano la había mentido, la había dicho que estábamos separados pero yo quería volver con él a toda costa, y que ya no sabía cómo librarse de mí, y un montón más de mentiras; y que ella había empezado a sospechar algo desde hace unos días, porque por lo visto había pillado al vallecano en un renuncio.

Yo la dije que en esos momentos no tenía nada que perdonarle, más bien agradecerle, el haber hecho posible que por su motivo, el vallecano y su familia, se hubiesen mostrado tal y como eran; y que por mi parte, el vallecano ya estaba libre, por lo tanto, si quería estar con él, que estuviese, que la que había solicitado a mi abogado la separación, había sido yo hace unos días.

Me dijo que por su parte, le podían dar viento fresco tanto al vallecano como a su familia.

Pocos días más tarde, el vallecano empezó a llamarme de vez en cuando para hablar conmigo, y pedirme perdón, que me echaba de menos, que había recapacitado y había visto que lo de la sevillana había sido una tontería, que la había dejado… bla, bla, bla…


Entonces, yo empecé a forjar un plan, para que el vallecano volviese a “ponerme en mi sitio”, y que finalmente, dijese la verdad, y reconociese que había mentido, y que si alguien había puesto los cuernos, era él, no yo.