lunes, 6 de mayo de 2013

Noviazgo con el vallecano. (Parte I)

Para mí, el haberle dicho que si al vallecano, era lo más acertado que podía haber hecho, ya que el camino que habíamos compartido durante dos meses (desde que nos presentó M.J., hasta ese momento), nos llevaba irremediablemente hasta este punto.

Vernos prácticamente todos los días, tener alguien con quien hablar, y al cual poderle decir cómo me siento, lo que me preocupa en ese momento, ya fueran exámenes, movidas con mi madre, lo mal que lo pasaba por no poder estar con mi novio..., y como se suele decir, aunque a veces no nos guste escucharlo..., el roce hace el cariño; y debido a ese cariño que le había cogido, a que el novio de M.J. me comentaba que de vez en cuando, por no decir que todos los días, le daba la brasa conmigo, y puede también que a la jugada que me hizo ese día, con el tema de conocer a sus padres y acabar en la boda de su prima... pues a fecha de hoy, visto desde la distancia existente en el tiempo, pues a mí me pareció que era el único desenlace posible.


Ojo, no estoy diciendo que le hubiese dicho que si porque me pareció lo más lógico, que yo, por suerte o por desgracia, en temas del amor, hasta ahora siempre me he llevado por lo que me dictaba mi corazón, no mi cabeza. Le dije que sí, porque así lo sentía en mi corazón, le había empezado a tener un gran cariño por cómo se portaba conmigo, por cómo me trataba, y pensé que podíamos tener una relación, y que ya se vería con el tiempo en que acababa. Si funcionaba, bien, sino... mala suerte.

Nuestra relación, empezó bastante tranquila desde el punto de vista que no hay prácticamente ninguna anécdota por aquel entonces que contar.

Casi todos los días, venía al instituto a verme; algunas veces, sí, lo admito, hice "pellas" para poder estar con él, y los fines de semana, solíamos quedar sobre las 17 o 18 horas (después de yo haber acabado de hacer las facturas o los presupuestos que necesitase mi padre para la empresa), y nos íbamos a dar una vuelta, o al cine, o a merendar; y después, ya quedábamos o bien con los amigos que teníamos en común, o bien con mis amigos, para irnos de copas; eso sí, a las 22 horas en punto, como un clavo en la puerta de mi casa. Era el tope máximo de hora en el que podía llegar a casa, estando aquí en Madrid.

A sus padres les veía bastante a menudo, porque me solía llevar a su casa, y con su madre, pues me llevaba bastante bien. Era una mujer muy agradable, y bastante cercana, con la cual se podía hablar de prácticamente cualquier tema. Así como el padre parecía un poco más "obtuso", con la madre congenié enseguida. Ojo, que con su padre tampoco tuve ningún problema, sólo que... no tenía tanta relación con él como con la madre.

Así pasaron los primeros días, bueno, el primer mes, hasta que llegó Semana Santa, que ese año fue a finales de Marzo; y el vallecano se fue con sus padres a Torrevieja, donde los padres tenían un apartamento prácticamente en primera línea de playa, y yo me fui con los míos al pueblo.



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