lunes, 6 de mayo de 2013

Reencuentro con el gallego. (Parte I)

Esa Semana Santa, por suerte para mí, también fue mi prima Y. (la que se hizo novia ese verano del primo del gallego), ellos si mantuvieron el noviazgo a pesar de la distancia, ya que aunque también hablaban por teléfono, como hacía yo, lo hacían con más asiduidad, y además, su novio vino a Madrid a verla una o dos veces.

El Viernes Santo, salimos por la noche mi prima Y., su novio, unos amigos, y yo, a un pueblo que está como a 20 km. del nuestro, que por aquel entonces era la zona de marcha donde se juntaba la juventud de todos los pueblos cercanos (vas hoy, y está muerto).

Estuvimos en varios pub´s de la zona, y al final acabamos en la discoteca que había en ese pueblo. Era bastante grande, y estaba muy bien, la verdad sea dicha, o por lo menos, eso me pareció a mí.


Estando en la discoteca bailando y tomando algo, llegó... el gallego con una chica, la cual me presentó como su novia. Habían empezado hacía poco por lo visto. La verdad, es que la chavala me cayó genial. Era muy simpática y abierta. Me gustó. Me pareció muy buena chica. El gallego, mientras, pues iba y venía a su bola; se paseaba por la discoteca viendo a más gente, se iba a pedir otra copa, volvía a estar con nosotros, se volvía a ir...; hasta que llegó una hora (no recuerdo cual), en la cual acompañó a su novia a donde había quedado con el hermano de ella, para que la llevase a casa. La chica también tenía hora tope de llegar a casa, como yo; sólo que a mí en el pueblo me dejaban hasta más tarde, y más si iba con mi prima. ;-)

Cuando volvió a la discoteca de haber dejado a su novia..., fue como si se transformara. Seguía yendo de un lado para otro, como antes, pero con bastante menos frecuencia, y normalmente, ya sólo era para pedir otra copa; el resto del tiempo estaba con nosotros, o mejor dicho, conmigo. Nos pasamos lo que quedaba de noche prácticamente hablando los dos solos; también estábamos pendientes de los demás amigos, que por algo estábamos con ellos, pero... íbamos bastante a nuestro rollo.

Cuando ya salimos de la discoteca para volvernos al pueblo, cada uno a su casita, como había sitio en el coche del primo del gallego, pues se vino también con nosotros.


Desde la salida de la discoteca, a dónde habíamos aparcado, había que andar un buen trayecto, ya que como había tantísima gente, pues tuvimos que aparcar un poco lejos. Por el camino, había un muro de piedra que separaba un terraplén que daba a las vías del tren, y no me acuerdo porqué fue, de qué estábamos hablando que le dije que no, o algo así, que el gallego me cogió en brazos como si fuera a la "sillita la reina", y me pasó por encima del muro, y me decía: "¡¡¡A que te tiro!!!". Los demás se quedaron un poco flipados, y yo también, pero la situación era tan cómica, que todos acabamos muertos de la risa, yo también, aunque... con un pelín de acojone por mi parte (¿y si le fallan la fuerzas y me caigo?). "POR FAVOR, POR FAVOR, POR FAVOR; BÁJAME, BÁJAME, BÁJAME", a la vez que me agarraba con fuerza a su cuello, y pataleaba.

Después de bajarme, continuamos el camino hacia el coche, y nos encontramos con una vid que tenía unas uvas con pinta de estar maduras, por lo tanto, tanto el gallego, como otro primo del novio de mi prima, se subieron para coger un par de racimos. Les salió bien la jugaba, porque la verdad es que estaban buenísimas. Nos teníais que ver a todos, sobre la 1 o las 2 de la mañana comiendo uvas.

Ya llegamos al coche, un land rover de éstos antiguos, que los asientos de atrás estaban en los laterales. 

Era como el de la foto que adjunto, sólo que más corto, no tan largo.

Delante iba mi prima con su novio, atrás, en uno de los asientos laterales, el otro primo con un amigo, y en el otro lateral, el gallego y yo. Y el gallego venga  a darme uvas, y yo a decirle que ya no quería más, y él, otra uva más, "come y calla"..., hasta que al final, en una de las uvas cogí, y a la que me la metía en la boca (porque todo esto era dándomelas él, él las cogía del racimo de una en una, y me las metía en la boca de una en una), le mordí el dedo. "Auuuhh"... "¡Que te he dicho que no quiero más leche!". Y ya dejó de darme uvas. Pero entonces se acercó a mi oído y me dijo "Eres mala, esta me la vas a pagar, ya verás", pero con un tonillo... que me hizo derretirme por dentro.

Ya llegamos al pueblo, y pararon delante del portal de mi abuela para que yo me fuese a casa. El gallego se bajó conmigo, para acompañarme hasta el mismísimo portal (3 pasos había); y ya en el portal se despidió de mi con los 2 besos de rigor, y me preguntó si me apetecía quedar al día siguiente sobre las 17 horas a tomar café en el bar de siempre, y le dije que sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario