Obviamente, cuando llegó el vallecano a
casa, y vió la lata de cerveza en el cubo de la basura, me preguntó quién había
ido a casa, porque sabe que yo cerveza no bebo, y que mi padre, cuando iba,
siempre tomaba pero sin alcohol.
Le dije que había venido R.C. a casa,
porque me llamó por teléfono y me vió tan mal, que se había acercado para ver
qué me pasaba; y que habíamos estado hablando, y que ya me encontraba un
poquito mejor, porque algo había conseguido desahogarme, sirviéndome R.C., como
paño de lágrimas. (Por supuesto, no le dije nada del beso, entonces..., a saber
qué habría pasado).
Así pasaron unos días (2 o 3), hasta que
volví a decidir hablar con el vallecano nuevamente.
Le dije que yo seguía estando mal por lo
que me había dicho, pero que estaba casi a final del curso de Gestor
Inmobiliario (estábamos ya a principios de Junio del 2001, y yo terminaba el
curso a finales de ese mes), y que ahora, si no le importaba, era en lo que me
quería concentrar; por lo tanto, que creía que era mejor dejar las cosas como
estaban durante ese tiempo, y ver mientras qué pasaba, y si eso, después de
hacer el último exámen, pues ya nos sentaríamos a hablar para ver qué iba a ser
de nuestras vidas y nuestro matrimonio, a lo que accedió.
De allí a un ratito, parece que debió
pensar algo, y vino a hablar conmigo: “Oye Gema, una pregunta…, si la cosa al
final se soluciona y decidimos seguir adelante con nuestro matrimonio, genial,
pero si no conseguimos solucionarlo…, ¿cómo vamos a hacer con el piso y con el
coche?”, a lo que yo le contesté: “Prefería no hablar de eso en éste momento,
pero si tanto te interesa, pues te diré que el coche, aunque mis padres han
pagado algunas letras a tus padres, como bien sabes, no pasa nada, quédatelo
tú, yo ya miraría de comprarme uno para mi si me hace falta; y con respecto al
piso, yo creo que lo mejor sería que como lo compramos en mi barrio, y está muy
cerca de casa de mis padres, pues me quedase yo con él, por lo tanto, yo te
pagaría tu parte, y me quedaría yo con el piso. Eso sí, sabes que cuando lo
compramos, lo compramos bastante por debajo del precio de mercado, por lo
tanto, ahora al comprar tu parte, lo haríamos de la misma manera; es decir que
si cuando lo compramos pagamos 10 millones de pesetas (60.000 € actuales), y el
tasador dijo que su valor era de 14 millones, pues que lo vuelvan a tasar
ahora, y si dicen por ejemplo 16 millones, pues descontamos esos 4, por lo
tanto quedarían 12. Entonces, de esos 12, yo te tendría que pagar a ti 6
millones, ¿te parece bien?”. “Vale, me parece bien”.
Poco después de mantener ésta
conversación, pero ese mismo día, fuimos a comprar a Carrefour; y a la vuelta,
le llamó su amiga la sevillana. Después de saludarla, y como era su amiga, y el
vallecano ya me había contado los problemas que tenía, pues me la pasó para que
hablase un poquito con ella. Hablé un ratito, le pregunté que tal estaba, como
llevaba el tema de su madre, las reglas tan dolorosas que tenía, y demás; y
luego ya la dije: “Bueno, pues ahora te paso con el vallecano, que imagino que
querrás hablar con él”.
El vallecano, cogió el teléfono, y se puso
a hablar, pero se fue a la terraza de la cocina a hablar, después de haber
cerrado la puerta del salón donde yo estaba, y la puerta de la cocina, por lo
tanto, yo no podía oír nada de lo que hablasen.
Mira tú por donde, que como todo el mundo,
aquí una servidora tuvo ganas de ir al baño a hacer “aguas menores”, por lo que
abrí la puerta del salón, y me fui al baño.
El baño de mi casa, tiene una pequeña
ventana alta que da a la terraza de la cocina, y estaba abierta, y justo cuando
voy a encender la luz para entrar al baño, oigo al vallecano que dice: “Sí, ya
he estado hablando con ella más o menos del tema de la separación y cómo
haríamos con el piso”… (QUIETO PARA´O. ¿QUÉ PASA AQUÍ?). Me quedé parada en la
puerta del baño, con la mano puesta encima del interruptor de la luz, pero sin
encenderla, y completamente paralizada. “Sí, me ha dicho, que ella me compraría
mi parte del piso”… “Pues ¿tú que crees?”… “No cariño, ya te lo dije el otro
día”… “Exacto, así podría dar la entrada para otro piso”… “Desde luego, así
podrías venirte a Madrid tan pronto yo tuviera mi piso, y vivir conmigo, porque
¿quieres estar conmigo, verdad?”… “Yo también te quiero cariño”…
Se me cortaron de golpe las ganas de hacer
pipi… Me volví al salón, cerré la puerta tal y cómo él la había dejado, y me
senté a ver la televisión sin verla. No sé ni que echaban, si película,
documental, cotilleo, telenovela, telediario… No tengo ni idea. Me sentía igual
que cuando vas corriendo a toda pastilla, y de repente se levanta una pared delante
tuya sin esperártelo, y te metes tremenda castaña que te deja completamente
atontado.
Cuando acabó de hablar, vino él también al
salón, y por lo que se vé, me debió notar muy rara. “¿Qué te pasa?”. “Nada”. No
le dije absolutamente nada… ¿para qué?. Ya había oído suficiente, y entre el
que no me quería como su mujer de hace unos días, y lo que le había oído en ese
momento hablar con la sevillana… ¿qué más necesitaba?. La decisión estaba
tomada. Nuestro matrimonio se había acabado, ya no había vuelta atrás.
Esa misma noche, cuando nos acostamos para
dormir, me quedé pegadita a mi lado de la cama, y él tenía prácticamente toda
la cama para él sólo. Yo no pude pegar ojo, pero él debía estar muy tranquilo el
hijo puta, porque durmió como un lirón. Cuando dormido, se daba la vuelta,
y me rozaba con una pierna, me daba un asco… increíble. Al final, acabé
levantándome de la cama, y me fui al sofá a dormir. Tampoco es que durmiera
mucho, pero al menos, 2 o 3 horas, si logré desconectar. Las demás noches, fueron iguales, pero poco a poco, algo más conseguía dormir..., pero en el sofá siempre.
Los días siguientes, fueron un suplicio.
Yo seguía sin decirle nada de lo que había
oído, pero por lo que se veía, él estaba emperrado en hacerme la vida
imposible, y discutir por absolutamente todo. Que si le había planchado mal una
camisa, que si no quería lo que yo había hecho para comer, que si le había
comprado la espuma de afeitar que a él no le gustaba…; vamos, cómo hace poco me
dijo mi amiga M, que en éstos momentos está viviendo una situación bastante
parecida a la que yo viví en ese momento, sólo le faltaba culparme por la
muerte de Manolete.
Finalmente, llegó el día 16 de junio del
2001, que además, era el cumpleaños del vallecano. Ese día, se fue a trabajar
después de comer, ya que le tocaba de tarde.
Como un par de horas después de él irse,
me llamó la novia de mi cuñado (mi cuñado hacía unos meses que se había
separado de su mujer, y posteriormente conoció a ésta chica, que era amiga de
M.J., y muy buena chavala. Habían empezado a salir poco antes de lo que a
continuación voy a relatar).
Llamé a mi padre llorando, le dije lo que
pasaba, y en menos de 5 minutos estaba en mi casa con su coche.
Nos fuimos rápidamente al hospital,
mientras mi padre intentaba tranquilizarme.
Nos vas a dejar con la intrigaaaaaa? ;-)
ResponderEliminarJajaja... tranquila guapa, que voy a hacer los medios para mañana o como muy tarde pasado, seguir con la "telenovela", porque es lo que parece.
EliminarLa desgracia es que me pasó a mi, y por eso se de sobra que ficción, nada de nada, ya me habría gustado a mi; pero es la pura verdad.
Como dije en mi presentación, odio las mentiras.
Un beso, y gracias por leerme.
Gema.... menos mal que esto es a toro pasado porque ahora mismo estoy cagada de miedo como si lo estuviera viviendo.... que miedo debe dar vivir el principio del fin..ver como todo lo que has peleado se va por tierra...
ResponderEliminarY encima esto del accidente. Chiquita, lo has debido de pasar fatal.
Desde luego que unos padres...bueno, no hay palabras. Solo son padres.
Te sigo leyendo.
Besos!