jueves, 16 de mayo de 2013

Reencuentro con el gallego. (Parte II)

Al día siguiente, fui al bar donde había quedado con el gallego. Cuando llegué, él ya estaba allí esperándome.

Nos sentamos en una mesa, y nos pusimos a hablar, no recuerdo de qué, pero nada trascendental. Estando allí, llegó mi ex, con el que había estado en verano, y se sentó con nosotros. Por suerte habíamos quedado bien, como amigos, y por lo visto, él también se había echado novia.

Hablando, hablando, al final el tema que acabaron contando eran "batallitas" de cuando estuvieron en la mili... ¡¡¡creo que nunca me había reído tanto!!!

Al final mi ex dijo que se tenía que ir, y nos quedamos el gallego y yo solos.

Cuando nos acabamos lo que estábamos tomando, me propuso ir a "Las Aguas Férreas", un sitio dónde en verano hacen normalmente "A Rapa das Bestas", y le dije que vale, nunca había estado y quería saber dónde era.

Como en el pueblo hay muy "malas lenguas" pues íbamos sueltos a pesar de que en el último tramo dentro del pueblo era bastante cuesta arriba, pero ya cuando salimos de la vista de la gente, le pregunté si me podía agarrar a él que me cansaba, y me dijo que sí, total, que el resto de camino que quedaba, lo hice agarrada a su brazo.

Cuando por fin llegamos y me lo enseñó... me encantó.


Estaba en lo alto del monte, en un llano, todo rodeado de árboles muy frondosos, con muchísima vegetación. Había mesas de madera con sus respectivos bancos, como una caseta bastante grande de piedra con una barra de madera (por lo que me contó, era el bar cuando estaba A Rapa), y con un recinto con vallas de madera donde se metían a los caballos para hacer a rapa. También había una valla de madera en un precipicio que daba a un riachuelo, para evitar que alguien se cayera si no se daban cuenta... 


Era precioso, o por lo menos a mi me lo pareció.

Cuando me estaba enseñando el precipicio del riachuelo, me cogió en brazos y me dejó colgando por encima de la barandilla, como había hecho el día anterior en las vías de tren. Otra vez nerviosita perdida. Después de bajarme, empecé a correr por allí y a esconderme detrás de los árboles, y cuando el gallego estaba cerca, volvía a salir corriendo hacia otro árbol (ahora, visto desde la distancia, suena bastante a película rosa, pero juro que así fue). En éstas estábamos, hasta que resulta que encontró por allí una cuerda, que debió quedar olvidada de la última rapa. La cogió, le hizo un nudo corredizo, y la usó de lazo conmigo, como hacen los vaqueros en los rodeos, hasta que al final me atrapó. Empezó a tirar, acercándome cada vez más a él, hasta que me tuvo pegada a él; entonces se agachó para besarme..., y en el último momento giré la cara, y dije muy bajito... NO.

¡¡¡Dios!!! ¡¡¡Cómo deseaba que me besara!!! Pero en el último momento me acordé de mi novio, el vallecano, de su novia, que me había caído tan bien, y pensé que no podía hacerlo, yo no era así.
Me desató el lazo con el que me había "cazado", me acarició con un dedo la mejilla, y me dijo: "Algún día tendré ese beso, te lo juro". Me cogió de la mano, y volvimos al pueblo. 

Al día siguiente yo volvía a Madrid. Se habían acabado las vacaciones.

2 comentarios:

  1. Pues nada que estoy intrigadisima... Ya seguirás contando. Un beso

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  2. Jajaja... Pues ya verás más adelante como acaba todo. ¡Vas a flipar!

    Un besote.

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