viernes, 2 de agosto de 2013

Mi matrimonio. El fin. (Parte II)

El vallecano todavía estuvo un par de días más en la UVI, hasta que finalmente le trasladaron a planta, para allí alimentarle en condiciones para que estuviese completamente bien en cuanto a analíticas de sangre, para posteriormente poder operarle, y mientras, le tenían con la pierna completamente inmovilizada, subida a una especie de cabestrillo.

Yo estaba con él todo lo que podía, ya que como estaba acabando las clases para sacarme el título de Gestor Inmobiliario, las tardes que tenía que ir a la academia, pues normalmente estaba mi madre en mi lugar, aparte de su familia, por supuesto.

Un día, estando con él por la tarde, llamaron al teléfono de la habitación, y lo cogí yo, ya que a él le quedaba un poco lejos, y como no se podía mover…

“Sí, ¿dígame?”, y contestó una voz de mujer que yo conocía perfectamente. “Hola buenas tardes. ¿Está el vallecano por favor?”, “sí, ¿de parte de quién?”, “… una amiga”, “¿de parte de quién?”, “………….. eh………. ¡Una amiga!”. “Toma vallecano, es la sevillana”. “¿Sí?..., hola…, no…, sí…, bueno…, aha…, vale…, adiós”.

Cuando colgó le dije: “Que sea la última vez que esa… chica llama aquí”. “La sevillana puede llamar todo lo que le dé la gana. A lo mejor la que no tenía que estar aquí eras tú, que tú sí que eres puta” (Aquí no tacho la palabra, porque esas fueron sus palabras textuales, lo recuerdo como si me lo acabase de decir).

Ya no pude más, me encaré a él, y le dije: “Entonces, ¿qué pasa?, ¿si yo ahora estuviese embarazada, que pasaría?”. “Pues que no sabría si el niño es mío o es de otro”. Me fui directa a por él, eché la mano para atrás, la cerré en un puño, y lo lancé directo a su cara… por suerte para él, en el último momento recapacité, y el puño acabó estampándose con la almohada. Que cara acojone miedo tuvo en ese momento, y cuando vio que al final no le había pegado a él, y el silencio en el que quedó la habitación, pude oír perfectamente cómo volvía a respirar el vallecano (hasta contuvo la respiración el tío).

Vamos a ver, ¿se puede ser más idiota?. Pero so pedazo de cabrón zopenco, si aquí alguien lleva los cuernos ¡¡¡soy yo!!!. ¡¡¡Si yo no he hecho absolutamente nada!!!. Eso de llevar la fama, y encima no llevar el provecho… manda huevos narices.

Cogí, y me fui.

Esa misma noche, estuve hablando con un amigo que había conocido por el chat (aún a fecha de hoy, conservo 2 buenos amigos de aquella época, uno de Castellón, y otro de Valencia, que aunque no tenemos mucho contacto, de vez en cuando sí hablamos para ver cómo van nuestras vidas), y que sabía toda la historia (con alguien me tenía que desahogar, ya que no quería que mis padres supiesen nada), y el chico se ofreció a ayudarme. Le di el teléfono de la sevillana, ya que me lo pidió, y por lo visto, iba a llamarla como si se hubiese equivocado de número, haber si por ahí, podía entrarla. Dio resultado.

Los tres días siguientes, fueron un sin vivir.

Mi amigo llamaba a la sevillana, la sevillana le contaba su historia, y novedades sobre la hospitalización del vallecano, y cositas sobre el vallecano, sobre mí, y sobre la familia del vallecano. Yo alguna que otra vez desconfiaba, porque… ¿y si se lo estaba inventando mi amigo?; pero luego veía que no podía ser, porque mi amigo me daba datos que yo no le había dicho, como por ejemplo el nombre del hospital en el que estaba el vallecano, el nombre de la madre y el hermano del vallecano, cuándo estaba previsto operarle…, por lo tanto, me demostraba que era cierto, ya que eran cosas que yo no le había dicho.


Por lo visto la sevillana, conocía a la madre y al hermano del vallecano por teléfono, que eran muy majos y agradables con ella, y que apoyaban dicha relación (¡¡¡Perdón, ¿cómo dices?!!!), y yo ya no era su mujer, ya que estábamos separados (¡¡¡¿Qué?!!!), lo que pasa es que estaba tan emperrada obsesionada con él, que no le dejaba ni a sol ni a sombra, y hacía todo lo posible porque el vallecano volviese conmigo, que si no, ella ya estaría en Madrid, para poder cuidar de él como se merecía, y no por la bruja de su ex-mujer, que no hacía más que hacerle la vida imposible cuando estábamos casados (¡¡¡¿Qué yo hacía qué?!!!).

Yo no me quería creer que la madre y el hermano estuviesen al corriente de la relación que mantenía el vallecano con la sevillana, no podía ser verdad, me negaba a pensar que pudiesen ser tan malas personas, pero aconsejada por mi amigo, me compré otro teléfono móvil, y cuando iba al hospital y estaba la familia del vallecano, con la excusa de ir al baño, dejaba mi bolso en la habitación un poco abierto, con mi teléfono dentro, habiendo llamado previamente a mi teléfono nuevo, que siempre estaba en silencio para que no se oyera, y cuando salía de la habitación descolgaba, y de camino a un pasillo que tenía ventanas, y desde una de esas ventanas podía ver la ventana de la habitación sin que me vieran, para así también estar pendiente por si me hurgaban en el bolso, me enteré de muchas joyitas, más de las que quisiera.


Me había convertido en una espía (un poco cutre, pero espía). Quién me lo habría dicho a mí.

5 comentarios:

  1. Vaya tela marinera... que fuerte... menudo calvario pasarías...uffff

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  2. Pues sí, muy bien que digamos no lo pasé.

    Menos mal que ya pasó hace bastante, pero aún así, recordarlo para contarlo aquí, todavía me hace daño (algunas cosas más que otras), por eso hay veces que tardo en continuar; pero bueno, a la vez, me sirve de terapia, para desahogarme de todo lo que llevo dentro; porque hasta ahora, aunque lo haya contado en su momento a algunos amigos, y a algunos familiares que posteriormente estuvieron implicados (a ésta parte todavía no he llegado aquí), obviamente, no se lo conté con pelos y señales como estoy haciendo ahora mismo, sino, me habrían hecho falta más de 5 horas, y como que no era plan.

    Aquí, creo que no dejarme nada en el tintero, y si queda algo, son nimiedades que no hace falta ponerlas (como especificar las risas falsas, el colgar teléfonos según yo entraba a la habitación del hospital...), vamos, tonterías al lado del resto que aquí os relato.

    Gracias por leerme chicas. Y sobre todo, gracias por el apoyo que me prestais, pese al tiempo transcurrido. Un besazo super gordo.

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  3. ohu..sigo leyendo!

    Por cierto, menos mal que no le diste el puñetazo..sino encima le pagas el viaje de ida a Madrid a la apestosa de la otra ...

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    1. Eso como mínimo, si no le tengo que pagar encima una indemnización por daños físicos y morales; porque visto lo visto..., no me extrañaría.

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