martes, 6 de agosto de 2013

Mi matrimonio. El fin. (Parte V y última)

Por lo que me imagino, mi padre debió hablar con mi madre y contarle lo que había pasado (si no todo, casi todo), el caso, es que dos días después de habernos ido mi padre y yo del hospital, para nunca más volver, e ir buscando abogado para solicitar la separación (de aquella no te divorciabas directamente, primero te separabas, y cuando ya tenías la sentencia, si querías te divorciabas, no como ahora), mi madre estuvo hablando conmigo “Venga Gema, mañana vamos al hospital a ver al vallecano, haber si conseguimos solucionar vuestros problemas, que estáis casados, y un matrimonio no se puede tirar así como así por la borda”, a lo que la dije que estaba de acuerdo, que un matrimonio es una cosa muy seria como para terminarlo así, de golpe y porrazo, pero que yo ya llevaba aguantado mucho, y ya no podía más. Y mi madre, erre que erre, total, que al final la dije: “Vale, está bien, vamos al hospital las dos, pero no te garantizo nada”.

Al día siguiente, fuimos al hospital, y al principio, más o menos tuvimos una conversación medianamente normal, hasta que al final, volvió a llamar la sevillana. Lo cogió la madre del vallecano, pero como dijo se le escapó el nombre de la sevillana, y le dijo que en ese preciso momento no podía hablar…, ya monté en cólera, y dije: “¿Qué?, ¿seguimos igual no?, seguimos zorreando. Menos mal que según tú, se supone que yo soy la que pone la cornamenta, no quién la lleva…”. Al final, acabamos discutiendo, y mi madre y yo nos fuimos. Dije que no volvía a ir, que hasta aquí habíamos llegado.

Dos días más tarde, mi madre volvió otra vez a la carga: “Venga, vamos a hablar civilizadamente, haber si se deja de tonterías, y podéis continuar adelante”. Nuevamente me dejé convencer, y al día siguiente volvimos a ir.

Cuando fuimos, resulta que el vallecano sabía que al día siguiente (06 de Julio del 2.001), yo tenía una cena con los profesores y compañeros de la academia, por haber acabado el curso de Gestor Inmobiliario, y me preguntó si pensaba ir. Era una cena que llevábamos planeando desde primeros de junio, para ir todos después de acabar los exámenes, para celebrarlo, y despedirnos los unos de los otros. A la pregunta del vallecano, le dije: “Desde luego que voy a ir. Llevo esforzándome todo el año para sacarme mi título, y en los exámenes he sacado muy buenas notas (la nota más baja fue un 7,5); además quiero desconectar un poquito de todo, y creo que me lo merezco”.

Ni qué decir tiene que volvimos a acabar discutiendo, pero ésta vez el vallecano, la madre, mi madre, y yo; hasta el punto que eran tal los gritos que allí se profirieron, que hasta vinieron las enfermeras para ver qué demonios pasaba; y el vallecano nos ordenó a mi madre y a mi irnos de muy malas maneras.

Al día siguiente, tuve la cena, a la que obviamente, fui. Me sirvió para relajarme un poquito, y pegarme unas risas, aunque de vez en cuando me daba el bajón. Los seis que mejor nos llevábamos, estuvimos comentando un poco cómo iba mi historia, y todos me decían que era un desgraciado desagradecido, un sinvergüenza, y demás lindezas que desde luego se merecía.

Al día siguiente (07 de Julio del 2.001), a mediodía, recibí una llamada de la policía. Me decían si podía acercarme a comisaría a declarar, porque habían puesto una denuncia contra mí: “¿Contra mí?, ¿quién?”. “No la podemos informar por teléfono, debe venir a la comisaría”.

Llamé a mi padre, y para la comisaría que nos fuimos los dos. Cuál fue nuestra sorpresa, cuando al llegar, y atendernos el policía que nos correspondía, resulta que la denuncia es… ¡¡¡DE MI SUEGRA!!! por ¡¡¡INSULTOS Y AMENAZAS!!!. Me quedé… alucinando es poco. Y mi padre dijo: “¿Quieres ver que como ayer te fuiste a la cena, en represalia te ha puesto esa denuncia?”. Le explicamos al policía lo que pasaba, la situación en la que me encontraba yo con el vallecano, y el pobre flipó, y pensó lo mismo, según nos dijo.

Ese mismo día, por la tarde, mi madre me dijo de ir al hospital al día siguiente, para ver por última vez, si había algo que “rascar” con respecto a nuestro matrimonio, a lo que yo me negué; pero tanto insistió, tanto insistió, tanto insistió, que al final la dije: “Mira, si quieres ir, vamos, pero como la cosa salga mal, no me vuelvas a decir NUNCA de volver a ir, porque la respuesta va a ser NO”.

Al día siguiente, por la tarde, volvimos mi madre y yo a ir al hospital.

Cuando llegamos, estaba sólo la madre del vallecano, pero de allí a un ratito, llegó también el padre.

Yo estaba sentada a la derecha del vallecano, en el alféizar de la ventana; a los pies de la cama, estaba sentada la madre del vallecano, en una silla, su marido estaba de pié a su lado; y de frente al marido, que correspondía con el lado izquierdo del vallecano, estaba sentada mi madre en el sillón.

Esta vez, quienes acabaron discutiendo, fue mi madre con la madre del vallecano, una discusión bastante fuerte. La madre del vallecano, intentaba por todos los medios dejarme mal frente a mi madre (que si era una mentirosa, que si le había puesto los cuernos a su hijo, que si yo tenía mucho interés en casarme con su hijo…), y mi madre rebatiéndola punto por punto (que si los interesados en que nos casáramos habían sido ellos, que bien que querían adelantar la boda, que mentirosa puede ser, pero no más que lo era su hijo y ellos, que si alguien había engañado era su hijo a mí, que había que ser muy mala persona para ponerme una denuncia como venganza por haberme ido a la cena…).

El padre del vallecano, también se metió por medio en la discusión, y al final, en un momento dado, se fue todo embalado a mi madre, levantó la mano…, y su mujer gritó: “¡¡¡FULANITO!!!”. Yo salté de la ventana, casi tirando a mi paso a la madre del vallecano, enganché con las dos manos a su marido del brazo, y le dije muy bajito: “Como se te ocurra tocarle un solo pelo a mi madre, TE MATO”. Mientras, mi madre le picaba más: “Déjale Gema que me pegue, venga, adelante, pégame. Así yo también puedo poner una denuncia, pero la mía con razón, no con mentiras”

El vallecano en ése momento, sólo dijo: “Por favor, iros, es lo mejor para todos”. Al llegar a la puerta, mi madre se dio la vuelta y le dijo: “Vallecano, sinceramente, me das pena. Tanto cómo te hemos ayudado tanto Gema, como mi marido, y yo; a pagar el coche, cuándo no teníais para comer os compraba yo la comida como bien sabes, mi marido se enfrentó a tus padres por defenderte a ti cuando te operaron de la nariz, te dio trabajo cuando no lo tenías, mi hija te compró trajes, que nunca habías tenido, cuando tuviste que ir al dentista, te dimos el dinero para que pudieras ir, al poco de casarte por fin te pudiste mirar la vista (aunque tu madre decía que eran tonterías tuyas), y te pusieron gafas que también pagamos mi marido y yo; y tantas, tantas cosas…, ¿y así es cómo lo pagas?. Veo que mi marido tiene razón. No eres más que un pelele que sólo sabe estar debajo de las faldas de tu madre, aunque tus padres, si pueden, te quiten la vida”

El padre gritó: “¡¡¡FUERA!!!”. Yo les eché una última mirada mitad odio, mitad tristeza, y nos fuimos…, y nunca más volvimos.


Al día siguiente, lunes, hablé con la que fue mi profesora de Derecho en la academia, para que me llevase la separación.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Bueno, por suerte, ya es pasado (aunque duela recordarlo)

      Eliminar
  2. uy nena, que mal, menos mal que no había baby de por medio... porque lidiar con el tio ese y su familia...no veas que cruz para toda la vida...

    Para cuando actualizas¿!?!?!?! un beso y gracias por avisarme de las actualizaciónes gema!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya te digo, y eso que no era por falta de ganas de mi ex suegra, que ella, al año de habernos casado, ya me preguntó cuando íbamos a por el crío. Menos mal que la dije que era muy joven, y que quería disfrutar más de mi matrimonio, pero que cuando hiciese 26 años, sí que me lo plantearía el empezar a ir a buscarlo.

      Como ves, no llegué a esa edad. Con 24 años recién cumplidos, solicité la separación.

      Si puedo, mañana escribiré otro post, pero en éste caso por el premio que me has otorgado (MUCHAS GRACIAS), pero el viernes me voy de vacaciones al pueblo a estar con mi nene, que llevo casi un mes sin verlo, y le echo muchísimo de menos; por lo que seguramente, mientras esté en el pueblo, no escriba nada; pero a la vuelta, tranquila que lo retomaré donde lo dejé.

      Aún faltan cosas interesantes que sucedieron durante la separación, que son bastante "jugosas".

      Un besito guapa.

      Eliminar